Betis - Valladolid · el otro partido

Sin Rubén Castro hace más frío

  • El Betis añoró al canario y dejó escapar dos puntos en su carrera a Europa, que es la vía para evitar tanto partido intempestivo la próxima Liga.

Otro encuentro más a la luz de los focos. Si Sevilla tiene un color especial, es el negro de una noche sin luna cuando se trata de jugar al fútbol. Sea en Heliópolis, sea en Nervión. Y muchas veces, en lunes. Y alguna que otra, en viernes. Es lo que tiene no jugar hoy o mañana en Liga de Campeones, ni hacerlo pasado mañana en la Liga Europa. La afición bética, numerosa y entregada, también está acusando esa labor de desgaste que los encorbatados de las televisiones imponen cuando mandan a los equipos sevillanos -golosos para las audiencias- a jugar a horas intempestivas. Ayer, Heliópolis no rugió como acostumbra porque mucha de su gente se quedó en casa, calentita frente al televisor.

Para romper con esta perniciosa dinámica de la nocturnidad y la alevosía, al Betis no le queda otra que completar su fantástico campeonato con una clasificación europea. Sí. Además de dinero para Bosch, de prestigio para Guillén y de buenos fichajes para Mel, sellar el pasaporte redundaría en mejores horarios, preferentemente en sábado y domingo, y reactivaría la afluencia de público. Pero el Betis se ha atascado en su aventura hacia Europa. No gana en la segunda vuelta: dos empates en casa y dos derrotas fuera. Dos puntos de doce y fuera de las plazas europeas después de muchas semanas dentro.

¿Los motivos del atasco? Cuando la tropa de Mel jugó dos partidos a la semana, enfrascada en la Copa, la acumulación de esfuerzos empezó a pesar. Y esa fatiga muscular, además de minar la intensidad del juego colectivo, abre la puerta a las lesiones. Como le ha sucedido a Rubén Castro, el gran referente ofensivo.

El eficiente goleador canario sufrió la pasada semana, durante un entrenamiento, una rotura muscular que lo va a dejar inactivo unas tres semanas. Y ayer, suponía todo un reto salir del atasco sin la llave maestra para casi todos los cerrojos.

Mel salió con Pabón por la derecha, Jorge Molina como ariete y Campbell por la izquierda. El colombiano pronto demostró que es un segundo punta y abandonó la cal, pero sus decisiones no fueron las adecuadas; Jorge Molina, por su parte, volvió a decepcionar en casa como punta de lanza, evidenciando que se maneja mejor en espacios abiertos... y con Rubén Castro a su lado. Y Campbell apenas finalizó lo bueno que él mismo se creó.

Los retoques tampoco recompusieron al Betis: Molins a la derecha, Juan Carlos a la izquierda, Campbell como acompañante de Jorge Molina por dentro. Beñat por detrás. Nada más que precipitación, ofuscación.

Al Betis se le hace de noche. Y sin Rubén Castro, las noches le resultan aún más frías. Muy frías.

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