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Las edades y las evidencias
valencia - betis · el otro partido
Albelda deja en entredicho a los pujantes medios del Betis en una cita cómoda para el Valencia en la que fue ovacionado. El mundialista se comió a Beñat y Canales, a Cañas.
Anestesiado desde la raíz, el Betis se arrastró en un escenario en el que sus jugadores en la puerta del vestuario ya pueden leer antes de vestirse que no van a ganar. Los verdiblancos no salen victoriosos de Mestalla desde que era el Luis Casanova, pero jugando como ayer pueden pasar perfectamente otros veintitantos años para ver un triunfo heliopolitano en este estadio. El Valencia tuvo una noche cómoda, como no podía imaginar su afición después de haber recibido ocho goles en apenas cuatro días.
Quizá la clave del cambio estuvo en el centro. Pero del cambio de ambos equipos. El Betis, ya salvado, tenía a su afición con los ojos muy abiertos por ver qué es lo que podía dar de sí sin la presión de tener que cumplir el objetivo. Decepcionó como hacía tiempo que no lo hacía a su gente. El Valencia, con la simple decisión de introducir a Albelda por Topal, varió el comportamiento de su equipo. El veterano medio centro valencianista, veteranísimo ya, puso orden en el equipo de Emery con la colaboración de un rival que jamás apretó y disfrutó de uno de los partidos más cómodos de su carrera, que es dilatada desde que debutó en la temporada 97-98. Ha llovido, pero su juego sigue igual de vigente. Sin dar más de dos pasos, dio una lección a los jóvenes integrantes del pujante centro del campo del Betis. Cañas, Beñat, Salva Sevilla cuando salió aunque trató de tener más dinamismo... veían pasar a los rivales como aviones, le dejaban todo el campo a Canales, un chico con toda el hambre del mundo que sale de una lesión grave y que tuvo ayer el encuentro ideal para coger tono físico. El cántabro no se tropezó con un jugador vestido de verde a menos de cinco metros en toda la noche, con el consiguiente desastre para el sistema defensivo ideado por Pepe Mel. A la comodidad del juego de Canales se le unía lo tranquilo que Jonas se movía, dando pasos atrás para descolocar a una defensa que encaró el partido ya descolocada. Piatti hizo tres cuartos de lo mismo y mucho más un Feghouli que ha tomado con naturalidad el relevo de Joaquín, mientras el centro del campo del Betis no se enteraba de nada.
Puesto en evidencia por el oficio y las tablas de Albelda, que cuando jugó por primera vez en este escenario ya habían debutado de la mano de Serra Capi, Redondo y Varela, Cañas corría como pollo sin cabeza, también lastrado por la falta de posición de Beñat o la nula tensión defensiva de los delanteros o de los hombres de banda.
Tampoco lo tenía que hacer extraordinariamente bien Albelda para mejorar lo de Topal ante Espanyol y Atlético. También es verdad que el turco no es un medio de cierre y que las culpas deberían caer sobre Emery por darle esa responsabilidad, aunque estas cuestiones no interesan al bético y sí la imagen que dejó su equipo en un estadio maldito en su historia. Pero la ovación a Albelda y la salida triunfal del ex mundialista se producía en contraste con la figura abatida e impotente de un Beñat que refleja la pujanza de un Betis de futuro.
Igual que el futuro en el Valencia está llamado a escribirlo, entre otros, un Canales que se movió como pez en el agua sin un marcador fijo, contra un equipo alelado y que por el centro celebró jornadas de puertas abiertas.
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