"Aquí nadie baja el pistón"
Mel inicia esta tarde una semana de trabajo que vendrá marcada por imbuir a sus futbolistas que huyan de la euforia reinante en el entorno · El técnico disfruta de las procesiones pese al disgusto que le dio el Celta.
En esta ocasión no ha aprovechado los días de asueto para descansar en su domicilio madrileño. Enamorado del arte y de lo clásico como él, Pepe Mel, con la compañía inseparable de Rosa, su mujer, disfruta los primeros días de la Semana Santa sevillana, que ya le cautivó cuando la conoció en su época de futbolista.
Tras un Domingo de Ramos espléndido, ayer superó las amenazas de lluvia y se fue al barrio de León a ver, junto a unos amigos, la salida de San Gonzalo. Más tarde, se refugió en la céntrica casa de un amigo para rematar un Lunes Santo en el que aún le pesaba un tanto la victoria del Celta en Albacete, sobre todo por la forma en que se produjo, toda vez que David Rodríguez se ayudó de la mano para conseguir el único gol del partido y, además, en los estertores del encuentro, el árbitro sacó fuera del área una falta, nada clara, eso sí, a favor del conjunto manchego. "Es que los árbitros...", se limita a decir, sin querer ahondar en la herida pese a las injustificadas quejas viguesas hace dos semanas tras empatar en Heliópolis.
Con todo, Mel sabe que tiene trabajo. La ventaja sobre el cuadro celeste no le dice nada y su principal ocupación esta semana será que la euforia del entorno no cale entre su gente. "Es muy importante que sea así y que los futbolistas no hagan suyo lo que se escucha para que sigan compitiendo igual. Si hacen caso a cada mensaje que les llega, pueden bajar el pistón. Y aquí nadie va a bajar el pistón, porque aumentarlo luego no es fácil. Aquí en los dos próximos partidos vamos a ir a muerte", receta.
Mel se cree lo que dice. Por eso juzga vital ganar al Barcelona B y luego al Numancia en Heliópolis. "Es que si hacemos ahora un seis de seis sí que estás ya casi", añade el madrileño.
Y, aunque no es amigo de las cuentas, remata su pensamiento sobre la misma idea con unos números. "Es que el discurso es que no estamos ascendidos porque es verdad; tenemos 66 puntos y ningún equipo lo ha conseguido con esa puntuación. Nos faltan 12 todavía y hay que sumarlos, cuanto antes mejor", incide.
Esos puntos que reclama llegarían ganando los cuatro partidos a disputar en casa, ya que obligaría al Celta a un 20 de 24 que se antoja muy difícil en este tramo final. "Pero yo no me fijo ahora en eso, sólo en ir el domingo con todo. Hay que ir a morir, porque en caso contrario podemos perder y que el Celta se ponga de nuevo a cuatro puntos", avisa.
Y es que, aunque la distancia sea larga, es importante mantenerla unas semanas para no dar más vida al principal rival hoy en día. "Estamos cada día más cerca, es verdad, pero tenemos que huir de esa quema cuanto antes. No podemos volver a perder la ventaja", argumenta con recelo.
Y es que el enfrentamiento directo que Celta y Rayo deben dirimir el mes próximo, en la jornada 39, no le acaba de gustar al entrenador madrileño. "Ni por asomo. Hay una cosa del Celta que, de refilón, no nos beneficia. Si se fija, el Celta siempre habla de dar alcance al Rayo, porque lo tienen dentro de cinco jornadas de visitante en Balaídos y podrían recortarle la distancia. Por eso, mientras ellos tengan a tiro al Rayo nosotros no podemos bajar los brazos, porque ahora mismo, al menos, tenemos los mismos puntos que el Rayo, así que...", argumenta el entrenador del Betis, en un tono quizá similar al que emplee esta tarde cuando se reencuentre con sus futbolistas en los intestinos de la ciudad deportiva de Los Bermejales por primera vez en una semana tan decisiva y tan propensa a la vez a la dispersión.
Mientras, ayer apuraba por las cercanías del Postigo las horas que le quedan al Lunes Santo, pero siempre con el Betis en la cabeza. Es lo que tiene ser entrenador, que es imposible desconectar del trabajo ni un instante.
2 Comentarios