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El 'reseteo' del campeón

  • Giro Al Sevilla le urge olvidar sus miserias ligueras y demostrar en la Copa que la mejoría que ha esbozado no es una cuestión aislada Vacaciones En el último duelo del año suele peligrar la concentración de algunos

Es el último partido del año. Una cita que tradicionalmente puede favorecer que la mente de algunos futbolistas esté más dispersa de lo habitual. Los billetes de avión, sus países de origen… suelen evitar que los profesionales del fútbol mantengan la concentración hasta el último momento, pero si esto es una licencia siempre recriminable, aunque recurrente y hasta podría decirse que habitual en la condición humana, lo cierto es que el Sevilla no está para permitirse muchos despistes como éstos.

La mejoría, apreciada por el sevillismo de a pie y apuntada por el equipo de Manzano en sus dos últimos partidos, no puede detenerse aquí por el capricho de unos futbolistas que, si bien han demostrado su hombría ante Borussia Dortmund y Real Madrid, también han protagonizado poco apego en algunos casos puntuales al club que les paga. No se les pide más que esperar a que termine el partido de esta noche y, entonces sí, pensar en unas vacaciones de Navidad que para algunos serán más merecidas y para otros no tanto o, al menos, eso podía discutir un sector de la grada. Desde luego que los méritos que han contraído los futbolistas del Sevilla en este primer tercio de Liga no han sido muchos, pero las malas rachas se terminan no pensando en ellas. Esto es otra competición y, además, estamos hablando del campeón de la Copa del Rey, el que ganó al Atlético en el Camp Nou el 19 de mayo pasado y el que eliminó con anterioridad al todopoderoso Barcelona para llegar a aquella final.

Y ésa debe ser la imagen con que salten hoy al campo los once futbolistas que elija Gregorio Manzano. Es curioso, pero resulta que aquel sorprendente 1-2 ante el equipazo de Guardiola se producía hace casi justamente un año, el día 5 de enero, a la vuelta de las vacaciones y precisamente el día que se va a decidir esta eliminatoria de octavos de final que empieza a tomar cuerpo hoy y que tendrá su punto final en La Rosaleda.

Pero volviendo al presente, ese crudo presente por el que atraviesa el proyecto que aún defienden a capa y espada Del Nido y Monchi, la visita del equipo ahora de Pellegrini debe marcar el inicio del impulso definitivo, de lo apuntado en una fase amplia del partido en el Santiago Bernabéu y por actitud el pasado miércoles en la noche de la clasificación, agónica pero clasificación al fin y al cabo, para la siguiente ronda de la Liga Europa.

El sevillismo lo necesita ya. Le urge un triunfo después de tanto ver a su equipo morder el polvo. Hasta cinco veces seguidas en la Liga, seis si se le suma el 4-2 de París, aunque con ese empate balsámico ante el Dortmund por medio.

La Copa es la mejor excusa para olvidar la negritud con la que se pinta de momento el panorama liguero, a 13 puntos del Villarreal, por poner un ejemplo. Debe ser tomado el torneo copero como el necesario aire fresco para el equipo de Manzano, que en este frente no ha tenido hasta el momento sobresalto alguno y, es más, el 10-1 global al Real Unión lo convierte en el contendiente con más resolución anotadora. Por eso y porque es el campeón tiene que tomarse el Sevilla las cosas de otra manera. Poner el cuentakilómetros a cero y hacer las cosas de forma correcta y no como ante Mallorca, Getafe y Almería es la premisa en la visita de un Málaga que -cuidado-, como estos tres últimos visitantes, llega a Nervión en horas no bajas, sino bajísimas. Su último partido en Málaga ante el Atlético (0-3) dejó un nivel tan alto de amargor en sus aficionados que éstos despidieron a su equipo con una sonora bronca y entre pañuelos. Los remedios, como el Sevilla, los está buscando y ha confiado en un ex técnico sevillista, Antonio Fernández, cuyo primer refuerzo ha sido Maresca y uno de los próximos puede ser Julio Baptista, que estaba hace sólo unas horas en Sevilla negociando con el rival de los nervionenses. Ambos nombres (el italiano ya está en Málaga, pero no puede jugar esta noche) añadirían morbo al partido de vuelta porque con los fichajes hace tiempo que no se acierta mucho en Nervión.

Manzano también debe ponerse las pilas porque tras lo del Bernabéu ha quedado señalado más incluso que los futbolistas por su manera torpe y tardía de manejar el desarrollo del partido, aunque no tanto por el planteamiento inicial porque sí se demostró que fue el correcto. Pero si hay otro disgusto puede pasar de todo. Leyendo entre líneas en el enfado de Del Nido en Madrid, se huele que hay alguien preparado y todas las miradas apuntan a Marcelino. En definitiva, todos deben ponerse las pilas, incluida la afición. Las derrotas y los goles encajados están ahí y nadie los va a mover, pero hay que poner los contadores a cero y resetear el sistema: juega el campeón.

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