El Fiscal

La exposición del Gran Poder, otro ejemplo de valentía

  • Hay que visitar la muestra abierta hasta el día 13 de noviembre en la Fundación Cajasol, es un emocionante y vibrante aldabonazo en las conciencias

El Gran Poder en andas en la santa misión celebrada hace un año

El Gran Poder en andas en la santa misión celebrada hace un año / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

Estaba en el Cateca con la pregonera y periodista Charo Padilla, reina de las noches en Canal Sur Radio, cuando un señor mayor al que no conocía de nada me cogió del brazo, me miro y me dijo: "Vengo de la exposición del Gran Poder y estoy emocionado, muy emocionado de lo que allí he visto". Cuando el viernes me acerqué con Juan Antonio Romero a esa gran manzana cultural que Antonio Pulido ha levantado en la calle Entrecárceles, me acordé de aquel hombre anónimo. Me dijo nada más y nada menos que una hermosa (y también dolorosa) verdad. Aquello no es una exposición de cofradías, es mucho más. Muchísimo más. Muy probablemente es una muestra que está muy por encima del nivel de demanda de la Sevilla cofradiera. Es una muestra de ciudad y de sociedad. Es un aldabonazo a las conciencias, una reivindicación, una fortísima llamada de atención sobre cuanto ocurrió hace un año con la Santa Misión del Señor, que removió miles de corazones, menos el de la propia ciudad hacia con esos barrios marginados. No queremos reconocerlo, la exposición no lo dice de forma directa, pero el mensaje está latente: los barrios continúan necesitando al Señor, a sus cirineos que trabajan en grupos en aquellas parroquias todo el año. Y necesitan sencillamente salir de la pobreza, de la indigencia, de las estadísticas vergonzosas para una ciudad donde hay riqueza en muchos aspectos, pero nunca para ellos. 

La exposición sobre la santa misión del Gran Poder, abierta en la sede de la Fundación Cajasol La exposición sobre la santa misión del Gran Poder, abierta en la sede de la Fundación Cajasol

La exposición sobre la santa misión del Gran Poder, abierta en la sede de la Fundación Cajasol / Juan Carlos Muñoz

La exposición es un ejemplo más de valentía de la Hermandad del Gran Poder, que mira de frente de nuevo a uno de los grandes problemas de la ciudad. ¡Qué fácil hubiera sido llevar las andas, las túnicas o el paso que vimos en aquellos días! No, han llevado el mensaje, las miradas, los rostros de quienes arriman el hombro, las impactantes imágenes de la película de Colón y Varela... Vemos el Dios de la ropa tendida. Sí, de la ropa tendida que a nadie ofende ni puede ofender jamás, de los desconchones en los muros, del Tamarguillo que separa una ciudad de otra, de esas colchas que no serán mantones de Manila ni damascos recién planchados, son directamente lo mejor de cada casa, que ya se sabe que cada cual ofrece al Señor aquello que considera de mayor valor. Y ésa es la prueba de amor. 

Es extraordinaria la maqueta de la ciudad de 16.253 piezas pegadas a mano. En ella se comprueba que esos barrios que el Señor visitó están, ay, en el centro geográfico de la ciudad. Sólo la contemplación de este trabajo merece la visita a la muestra. Hay emoción y hay información rigurosa. Y, como decíamos, dolorosa. El Señor siempre ha estado en los grandes hitos de la ciudad: epidemias, final de la Guerra Civil, vía crucis generales, jubileos, santas misiones...

La extraordinaria maqueta de la ciudad que se puede admirar en la exposición La extraordinaria maqueta de la ciudad que se puede admirar en la exposición

La extraordinaria maqueta de la ciudad que se puede admirar en la exposición / (Sevilla)

Hasta el 13 de noviembre tienen abierta una exposición que no les dejará indiferentes. Vayan a visitarla con el corazón abierto. No están los bordados, están los jirones de la ciudad. Por eso la muestra es valiente. Porque supone que el compromiso de la hermandad con estos barrios continúa firme. Hay fotografías de enorme calidad, todas ellas verdaderas sacudidas en la conciencia. Están ahí, los barrios siguen ahí, parecen proclamar las imágenes. Cuanto vivimos hace un año no fue una exhibición de fuerza, un tachiro o una salida a la calle tras meses de restricciones. Fue el cumplimiento de las directrices del Santo Padre. Hay que ir a las periferias. Hay que estar en ellas. Y se fue y estuvo. Pero los políticos trabajan para cuatro años, tiempo insuficiente para restaurar las ventanas rotas del magistral artículo firmado por el señor arzobispo en este periódico. El cortoplacismo de la política es un lastre. El Señor está siempre. Y esa es nuestra esperanza. Olvidar esos barrios sería traicionarlos, haberlos utilizado para un hito histórico. No, no ha sido así. Nunca fue así. Y nunca lo será. La Santa Misión fue una gran verdad que nos condujo al sufrimiento por medio de la belleza y el patetismo del rostro manso del Señor reflejado en miles de miradas que, por unos momentos, fueron todas inocentes como las de los niños. Pero esa es la prueba de que nada de aquello se concibió para disfrutar, sino para dar consuelo, amor... y denunciar.

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