El Fiscal

De la valiente a las prudentes: el cierre prematuro de la Semana Santa de Sevilla

  • El Carmen Doloroso acertó al poner la cofradía en la calle en una fiesta áspera, extraña, diezmada y fea

El niño Pablo Niso Salazar, en el taller de Orfebrería Hermanos Delgado al recoger su vara de monaguillo de las Siete Palabras.

El niño Pablo Niso Salazar, en el taller de Orfebrería Hermanos Delgado al recoger su vara de monaguillo de las Siete Palabras. / M. G. (Sevilla)

Qué Semana Santa más fea. Hay que decirlo alto y claro. Una Semana Santa áspera, ajena, distante, gélida. No ya diezmada, sino desangelada. Una generación se ha criado con Martes y Miércoles Santos sin lluvia, con calor, siempre apacibles. Los niños y los jóvenes de hoy saben que es muy probable que todo se vaya al garete y que, además, pueden darlo por hecho con horas de anticipación. Buena prueba de ello es que el Real Círculo de Labradores ya ha comunicado el cierre de sus instalaciones del Centro de cara a la Madrugada. Una pena honda es la que se puede sentir ante semejante anuncio absolutamente comprensible por muchos motivos. La Semana Santa es víctima de muchos lastres que se pueden analizar y combatir, ¿pero cómo hacerlo contra la sobreinformación meteorológica? Tampoco podemos exigir a los dirigentes cofradieros que hagan un máster al respecto. El hermano mayor de San Bernardo, Javier Gómez, hizo una reflexión muy acertada. Es obligatorio hacer estación de penitencia, pero en condiciones dignas. Salir a la calle sabiendo que se pone un crucificado del siglo XVII en riesgo de lluvia y exponer un extenso cortejo a quedar desarbolado es cuando menos poco recomendable. Es cuestión de guardar la mesura que demandamos de la Sevilla cofradiera el resto del año. 

No llama la atención la salida del Carmen Doloroso, que entra dentro de las cofradías que tienen un amplio margen de riesgo asumible. Llama la atención la suerte que decidió correr el Buen Fin precisamente el año que estrenaba las imágenes del paso de misterio. No era tan previsible la apuesta. Pero ocurrió. La 'rampla' del Salvador se mojaba como el patio de nuestra casa. Y dos cofradías se empapaban como las demás... de otros días. Todas las demás se quedaron en casa. Cuanto más llueve más se reduce al menos la probabilidad de que hagan de las suyas los borrachos, niñatos y maleducados que habían hecho suya la Plaza del Salvador en las vísperas del Jueves Santo, un verdadero punto negro de la Semana Santa contemporánea. ¡El que no se consuela es porque no quiere!

Algún día tendremos que explicarle a un monaguillo de las Siete Palabras, Pablo Niso Salazar, que ayer estrenó una vara labrada en el taller de Hermanos Delgado, que las cofradías hicieron lo que pudieron en un mundo de exceso de información meteorológica, que los hermanos mayores no son catedráticos de las isobaras, ni expertos en la DANA de turno ni en borrascas, ni en rachas de viento. No se puede exigir más que honestidad y buena fe en los planteamientos. Javier Gómez acertó. Y lo explicó de forma magistral por la sencillez y la rotundidad planteadas. Estilo se llama. Y en la Sed acertó también la junta de gobierno de José Cataluña al tomarse su tiempo en comunicar la suspensión, una forma al fin de darle la importancia al asunto que se trataba. Cada cual gestiona como mejor puede. Y sabe. 

El monaguillo Pablo Niso Salazar con la vara labrada por Hermanos Delgado. El monaguillo Pablo Niso Salazar con la vara labrada por Hermanos Delgado.

El monaguillo Pablo Niso Salazar con la vara labrada por Hermanos Delgado. / M. G. (Sevilla)

Podemos y debemos afrontar los grandes problemas que lastran la Semana Santa, podemos perfeccionar el Cecop, apoyar la Ley Seca, los aforamientos y otras medidas restrictivas, pero el gran reto es saber si nos estamos excediendo con teorías como el cuidado del denominado patrimonio humano, si podemos hacer algo más en una sociedad buenista, tan condicionada por los planteamientos de Disney, tan estúpidamente influida por el argumentario que exalta la blandenguería y la hiperprotección del confort. ¿Alguien se preocupa hoy del patrimonio humano de los antiguos costaleros del muelle que trabajaban por la mañana y sacaban pasos por la tarde para sacar unos ingresos extraordinarios? ¿Algún aficionado a la revisión o a la reivindicación de la memoria que quiera hacer justicia con cientos de hombres que nunca se quejaron por el sobreesfuerzo ni mucho menos llevaron el costal cegándoles absurdamente los ojos?

Pasaron dos cofradías por la carrera oficial. Solo una regresó a su templo. Nuestra infancia son recuerdos de años y años de días de Semana Santa de fuerte calor, cuando nunca se suspendían las estaciones de penitencia. Acaso llovía los Viernes Santos. Se mojaba alguna y se refugiaba sin más histrionismos. No somos druidas, pero... ¿hacemos todo lo posible para adaptarnos al cambio climático, los efectos del exceso de partes meteorológicos tantas veces contradictorios y la mentalidad comodona de hoy? Está en juego el modelo de la Semana Santa del futuro, el que dejaremos al monaguillo Pablo Niso Salazar. Hoy es Jueves Santo, el Labradores cierra esta noche motu proprio, los partes son descorazonadores. ¿Somos conscientes de los retos de hoy? Porque tenemos la convicción de que una cofradía acertó al salir, cuando otras con lógica prudencia hicieron bien en quedarse en casa. Luego hay quienes desprecian la Semana Santa interior, pero es la que nos han condenado a vivir. Al menos no depende de perspectivas consumistas, interminables solos de corneta, coreografías costaleriles, ni planteamientos buenistas. La Semana Santa largamente esperada sufre la amenaza de un cierre prematuro. Antes se ponía la cruz de guía en la calle si no llovía a la hora fijada para la salida. Ahora te pegan una barrila insoportable con el patrimonio humano, un marco mental asfixiante, cuando basta aludir a las "condiciones dignas".