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Ricardo Librero | Arquitecto paisajista

"No se pueden seguir haciendo calles sin un solo árbol en las ciudades"

Ricardo Librero rodeado de verde en la Plaza de la Magdalena de Sevilla.

Ricardo Librero rodeado de verde en la Plaza de la Magdalena de Sevilla. / José Ángel García

Un experto comprometido con lo verde. Ricardo Librero (Huelva, 1963) es arquitecto paisajista (Landscape architect) desde hace veinte años. Fue un hombre clave en los parques y jardines de la Exposición Universal de Sevilla de 1992 (bajo la dirección de Jorge Subirana y Alberto García Camarasa) y en el jardín botánico de Gijón (Asturias). Aparte de gran viajero, es jurado del premio Andalucía en Flor (que presidía José Elías), organizado por la Asociación de Jardinería Andaluza (AMJA), y se conoce los parques y jardines de Andalucía como la palma de su mano. Fue profesor en la primera Escuela Municipal de Jardinería que Subirana abrió en Madrid, del Ayuntamiento madrileño. Montó en 2012 en Sevilla su propio estudio Greenerland dedicado a proyectos de paisajes y obras de jardines verticales. Padre de dos vástagos (su hija trabaja en dirección de empresas y marketing en Suiza y su hijo realiza estudios de cine), practica natación y visita los jardines botánicos y los cementerios ("te dan idea de la humanidad de ese pueblo, de cómo una ciudad trata a sus muertos, y son parte muy importante del paisaje"). Destaca su compromiso y activismo con una Sevilla verde como miembro de Salva tus árboles Sevilla, Red Sevilla por el Clima y la Plataforma ciudadana en defensa del ficus de San Jacinto.

-El reverdecimiento de fachadas es una solución para lograr ciudades más verdes ¿en qué nivel está Andalucía y España?

-Respecto a Francia y a otros países, España está bastante atrasada en el sistema de jardines verticales. El nivel es bajo. Málaga y Marbella sí tienen jardines verticales públicos. En Andalucía, el primer edificio que se ha hecho completo, en balconadas, es el de la calle Pagés del Corro en Triana, ligado al Grupo Jannone, un trabajo que nos encargaron a Greenerland y a los arquitectos Carlos y Gonzalo Díaz Recasens. Decidimos dedicarnos a los jardines verticales cuando logramos recuperar y reciclar casi el 100% del agua, salvo la que se queda dentro de la planta. En Sevilla hay algunos metros cuadrados de jardines verticales privados, como en el centro comercial Torre Sevilla. 

-¿No hay más jardines de este tipo por su coste económico o por falta de concienciación?

-En mi opinión, es un problema de conocimiento: se ven estos jardines como algo decorativo, y no como una ingeniería medioambiental que mejora las ciudades. Económicamente un jardín vertical es más caro que hacerlo en un suelo, por la tecnología que lleva, pero la ventaja es el coste de mantenimiento mínimo, si está bien diseñado. Otras ventajas: reduces la temperatura del edificio, aumentas el envoltorio de oxígeno alrededor del bloque y la superficie verde, y logras retención de polvo y de CO2. En el edificio de Triana, en los balcones logramos 120 metros cuadrados de superficie verde con lo que crecen las plantas. 

-¿Alguna cifra aproximada de lo que cuesta instalarlos?

-Dependiendo de la superficie, un jardín vertical de alta tecnología puede estar entre los 400 euros y los 700 euros por metro cuadrado. Lo más eficaz es instalarlos como fachada ventilada, es decir, una fachada con una cámara de aire por la que entra el aire frío por abajo y sale por arriba. Eso permite tener una temperatura en todo el frontal del edificio que no supera los 30 grados, aunque fuera haga mucho calor. Nosotros instalamos el jardín vertical a 2 centímetros de la fachada, lo que la convierte en una fachada ventilada, con mucha menos incidencia solar y térmica.

Un jardín vertical sería una solución técnica ideal para sustituir a las fachadas ventiladas en la construcción de edificios. En teoría, casi todos los nuevos edificios se hacen ya con fachada ventilada, que exige una distancia máxima de 3 centímetros entre la pared y las placas exteriores. El problema es que si esta distancia es superior a 3 centímetros se generan remolinos, el aire asciende con obstáculos y entonces no funciona como fachada ventilada.

-¿Y el coste de mantenimiento? 

-Unos 100 euros al año por cada metro cuadrado. 

-Las plantas trepadoras también hacen función de jardín vertical

-En efecto, plantar trepadoras sobre las paredes reduce también la temperatura de un edificio porque el sol ya no da directamente. Hay edificios en los que no se puede usar esta opción. Si se pensara en diseñar edificios que pudieran cubrirse con plantas trepadoras, los jardines verticales no harían falta más que a partir de la quinta planta, donde ya no llega la trepadora.

-¿Hay ciudades más sensibles a los árboles y a los jardines en Andalucía?

-Hay personas muy sensibles a lo verde que gobiernan territorios en Andalucía independientemente de la ideología o del partido político al que pertenecen, y que consideran que el medio ambiente es el futuro, que no podemos ir en contra del planeta para mejorar la calidad de vida de nuestras ciudades y habitantes. Hablo de alcaldes y de sus técnicos. Si me pregunta por provincias, Málaga y Córdoba son las que tienen más pueblos y ciudades sensibles a aumentar y mejorar la superficie verde y promueven mejoras en el medioambiente.     

-¿Lo que ha ocurrido en Sevilla con el ficus de Triana se repite en otros territorios?

-Sí se repite, desgraciadamente. Ecológicamente un árbol es insustituible por su función para el ecosistema. El 40% de la lluvia que cae en una zona se debe a la condensación que genera la masa verde existente. En ningún lugar de Europa de los Pirineos para arriba se le hubiera ocurrido a nadie destrozar un ficus como el de San Jacinto, con 110 años y una masa verde equivalente a 15 árboles. Eso solo sucede en lugares donde el árbol es un mobiliario, un bien sustituible. Ese es el mayo hándicap que tenemos en Sevilla y en la mayor parte de las ciudades. Los árboles y ramas se caen por falta de agua. El ficus de San Jacinto se quedó sin hojas cuando se podó en 2018, todo el sol incidió sobre el tronco y quemó por dentro sus células hasta hacer que la rama cayera. La rama tenía una cicatriz de arriba abajo por el sol. Este año en Sevilla se ha actuado bien poniendo una arpillera que le proteja del sol y regando el árbol tras la poda masiva, así las ramas no se queman.  

-¿Qué podemos hacer los ciudadanos por una ciudad más verde?

-Creo que protestar y denunciar más. En Sevilla, Parques y Jardines ha dado un salto cualitativo con la aprobación del Plan Director de Arbolado. El problema es que las competencias de obras las tiene Urbanismo. El caballo de batalla es el urbanismo gris: no se pueden seguir haciendo calles sin un solo árbol y reformando pavimentos en los que se eliminan árboles. Hay que hacer un urbanismo verde en las ciudades. La corona metropolitana de Sevilla debería tener un árbol por habitante como objetivo. El ciudadano también tiene que concienciarse de que un árbol no ensucia. No pueden pedir que desaparezcan árboles porque ensucian sus coches. 

-¿Quiénes han sido sus maestros?

-Subirana, para mí, ha sido el mejor paisajista de finales del siglo XX en España. Fue autor de la Hacienda Benazuza. Camarasa ha sido una de mis referencias a nivel de dirección de obra. Ginés Aparicio fue la mente preclara de la Expo92. Lo que se hizo en la Expo fue por él y por Daniel Giaroli.  

-La carrera de arquitecto paisajista es reciente...

-Arquitecto paisajista es una especialidad que ya se puede estudiar en España, pero aquí no hay legislación que la ampare ni aún un título oficial. Solo hay títulos propios en algunas universidades. Cuando no existía la carrera estudiamos fuera y era la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas (IFLA) la que exigía cinco años de experiencia demostrada y pasar un tribunal que valore tus proyectos antes de ejercer.

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