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"Sucumbir al odio sería dejarme matar una segunda vez"

Antoine Leiris. Autor del libro 'No tendréis mi odio' sobre el ataque a Bataclan

Leiris cuenta su experiencia la noche de los atentados de París, cómo se enfrentó a la pérdida de su mujer y cómo su hijo se convirtió en su razón de vida en el libro 'No tendréis mi odio'.

"Sucumbir al odio sería dejarme matar una segunda vez"
Pilar Larrondo

17 de septiembre 2016 - 10:22

Como otros periodistas, Antoine Leiris ejercía su profesión en la sombra, sin que el mundo supiera de su existencia. Los atentados de París del pasado 13 de noviembre le otorgaron la fama no deseada que tiene ahora. Una carta, que se hizo viral, de título No tendréis mi odio, hizo que su nombre sonase en todos los telediarios. El periodista, que perdió en Bataclan a su esposa, expresaba su dolor en ese escrito que dio la vuelta al mundo. Ahora, Leiris cuenta su experiencia la noche de los atentados, cómo se enfrentó a la pérdida de su mujer y cómo su hijo pequeño se convirtió en su razón de vida en el libro No tendréis mi odio (Península. Realidad).

-Pregunta típica pero obligada. ¿Por qué no tendrán su odio?

-Porque dejar que mi vida sea dirigida por ese sentimiento de odio sería exactamente darles lo que quieren. Sucumbir al odio sería dejarme matar una segunda vez. Ya nos han hecho suficiente daño como para que encima les regale algo y, además, tengo un niño pequeño que tiene que crecer. ¿Qué infancia le puedo ofrecer si dejo que lo haga con ese sentimiento?

-¿Cabe el perdón en las víctimas?

-No sé para los demás, para mí no es el momento todavía y no sé si éste llegará algún días.

-Primero publicó en Facebook la carta que da nombre a su libro y ahora ha hecho más extenso aquel relato. ¿Poner por escrito lo que sintió ayuda a curar?

-En este libro hablo de que no se puede curar la muerte. Además, no tengo ganas de curarme de mi dolor porque es un testimonio vivo de mi mujer, Hélène, y de cuánto la hecho en falta. Por lo tanto, esa pena es una compañera para mí.

-¿Cree que su manera de enfrentarse a su pérdida tras los atentados de París puede haber servido de ayuda a otros en su misma situación?

-En estos casos no se puede hablar en general. Cuando se escribe o se cuenta algo sobre una persona hay que ponerse en su piel y tener una empatía profunda. Cuando uno entra en ese estado se da cuenta de que la gama de sentimientos es tan amplia que hablar en general ya no tiene sentido. En mi caso, los momentos de la escritura han sido importantes porque al sentirme encerrado en esos acontecimientos me di cuenta de que la soledad me pesaba. Por eso escribir ha sido una puerta abierta a la libertad, una libertad que me llevaba a Hélène.

-En el libro dice que su hijo, de sólo 17 meses, tuvo que enfrentarse muy pequeño a un dolor de verdad, pero puede que también lo fuera para usted, que todo sufrimiento anterior, comparado con éste, fuera insustancial.

-Para mi hijo es su primer dolor real, su primera pena auténtica. En mi caso, no hago un ranking de sufrimientos.

-Aunque relata su propia experiencia, es su hijo el que centra toda la atención, convirtiéndose en el "amo de su tiempo". De no haber sido padre, ¿habría hecho frente a la situación de otro modo?

-No quiero pasarle el peso de haberme salvado a mi hijo, pero creo que me he implicado plenamente en mi papel de padre. Tal vez porque necesitaba esa puerta de salida a una vida feliz. Mi hijo me ha ayudado a tener la cabeza fría, a sentir y no cerrarme a los sentimientos humanos.

-Hace referencia a que el sueño de un bebé no se ve afectado por los horrores del mundo. Su hijo, y el de otros, crecerán y al final heredarán los horrores que son consecuencia de los errores de ese mundo adulto que todavía desconocen.

-Podemos intentar proteger al máximo a los niños de la herencia de esos horrores, pero sin ocultarles la realidad. A mi hijo le narro un cuento sobre una mariquita que es feliz y se encuentra con una bruja. Antes no le contábamos esa parte porque era triste, fea y desagradable, ahora se lo leo entero. El mundo es duro, sí, pero creo que uno no puede ocultarles información. Hay que ir modulando lo que se les muestra y, poco a poco, ir levantando el velo que esconde el mundo, debajo del cual también hay belleza.

-A pesar de haber recibido ayuda psicológica, rehúye de los discursos manidos para superar el drama. ¿Cree que la sociedad trata con condescendencia a las personas que pasan por situaciones de este tipo?

-Creo que la sociedad es torpe porque no sabe cómo reaccionar, tiene ganas de hacerlo correctamente, de ayudar y dar amor. Pero no sabemos cómo hacerlo. En esos momentos es difícil distinguir entre la buena intención y la torpeza. Pero, sinceramente, prefiero una sociedad torpe y con buenas intenciones más que una sociedad indiferente.

-La noche de los atentados y los días sucesivos los medios empleaban titulares del tipo "masacre", "carnicería", "barbarie", ¿cree que el tratamiento informativo de los medios es demasiado sensacionalista?

-Todo comentario sobre el funcionamiento de los medios de comunicación sería imperfecto y sesgado por lo que he vivido. Lo que sé es que hay muchos periodistas que hacen esfuerzos por hacer un buen trabajo. Tal vez no son los más visibles, pero tengo la impresión de que hay muchos.

-Usted es periodista, ¿cómo trataría este tipo de informaciones?

-No tengo una varita mágica que cambie el funcionamiento de los medios de comunicación. Aunque, en realidad, creo que lo que hay que hacer es apagar los televisores y buscar otras fuentes de información.

-¿Cómo vive París, ciudad idealizada por todos, después de los atentados?

-París sigue siendo la ciudad más bonita del mundo. París permanece viva y los parisinos siguen yendo a los parques y terrazas los fines de semana. El miedo está ahí, por supuesto, al igual que las medidas de seguridad. Pero, a pesar de todo, la alegría es palpable. Debemos tener conciencia de que esta reacción por nuestra parte es bella y no flagelarnos más.

-Usted no los odia, pero han sembrado el pánico y muchos comienzan a mirar con recelo al vecino. Empieza a aparecer la cultura del ojo por ojo, ¿acabaremos ciegos?

-La respuesta al terrorismo tiene dos ámbitos. Por un lado, el político, implicando a las fuerzas armadas pero en condiciones democráticas. Hay que actuar a través de las instituciones oficiales, porque es legítimo responder con la fuerza cuando amenazan de muerte a un país. Por otro lado, el ámbito que me gusta a mí es el que invita a ir más allá del miedo y del rechazo. Hay que intentar comunicarse con el otro obviando el odio que el terrorismo puede provocar en nosotros. Ésa es nuestra responsabilidad como ciudadanos. Espero que la asumamos, porque ahí no podemos confiar en los gobiernos.

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