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"La gente transparente no abunda en el mundo literario"
-El mapa del cielo aparece este mes en Australia y en septiembre en Estados Unidos y Alemania. ¿Pensó alguna vez que llegaría tan lejos?
-Por supuesto que no. Si la hubiese escrito con la intención de que se tradujera en medio mundo, probablemente no me habría salido. Escogí esa historia en concreto porque, de todas las que quería escribir, era la que más me apetecía en ese momento de mi vida.
-No sospechaba el potencial internacional que escondía...
-No, hasta entonces ninguna obra mía había sido traducida, ignoraba cómo funcionan las cosas a ese respecto.
-Usted que ha triunfado en Alemania, diga algo bueno del país, que últimamente tiene mala prensa...
-Basándome en mi trato con ellos, estrictamente a nivel editorial, sólo puedo admirarlos. La gente con la que trabajo es eficiente, transparente y honesta. Desgraciadamente eso no abunda mucho en el mundo literario.
-En su obra hay muchos homenajes a los autores que leyó de pequeño. ¿A quiénes homenajearán los adolescentes de ahora?
-Uf, me imagino que al diseñador de algún videojuego para la Xbox.
-En la tercera parte de la trilogía tendrá a Arthur Conan Doyle como autor invitado. -La época de la novela coincide con el momento en que el padre de Sherlock Holmes estaba a punto de escribir una de sus novelas más conocidas: El sabueso de los Baskerville, y parte de la trama girará alrededor de eso. Será un homenaje a la novela detectivesca cuyos moldes él popularizó.
-Cuando uno llega a determinadas alturas, ¿está atento a las cifras de ejemplares que ha vendido?
-Aunque cueste creerlo, el escritor es siempre el último en enterarse de esas cosas. El mercado editorial, al menos en nuestro país, es muy opaco y enrevesado al respecto.
-Usted ha dicho que, frente a los autores que hacen pensar al lector, usted quiere hacerle soñar. Algo muy necesario en estos tiempos.
-Sí, me conformo con hacerle escapar de la realidad, cada vez más hostil y desagradable. Creo que es un trabajo hermoso y necesario, hacer soñar a quienes lo necesitan.
-En su novela, la gente llega a creerse que la Luna está habitada por unicornios y otras criaturas imposibles. ¿Qué patrañas nos cuentan ahora?
-Me temo que las patrañas de ahora no son tan hermosas. Adam Locke, el autor de la gran broma de la Luna, como se conoció su fraude, convenció al mundo de que la Luna estaba habitada por seres mágicos. Fue una mentira con un propósito oscuro -no se sabe si lo hizo para darle una lección a los americanos, imbuidos en un papanatismo religioso que le desagradaba, o simplemente para vender más periódicos-, pero lo cierto es que la ejecutó y elaboró de manera hermosa, con una serie de artículos que describían muy vivamente la fauna y flora lunar. Y la gente prefirió creer que la Luna era así, en vez del satélite desolado que hoy sabemos que es.
-En la sociedad victoriana convivían el auge del progreso con la necesidad de creer. Seguimos igual tiempo después, ¿no?
-Sí, por un lado se rendía culto al progreso, pero el mundo que estaba construyendo la revolución industrial era frío, hostil y deshumanizado, por lo que muchos ciudadanos buscaban huir a esferas más espirituales, y por eso estaba tan de moda el espiritismo, por ejemplo. Hoy en día, ese anhelo de huida, de búsqueda de algo mejor, sigue vigente, aunque ya no somos tan ingenuos, o quizás los fabricantes de sueños no son tan habilidosos.
-Entonces se creía que la ciencia lo podría hacer todo. ¿Nos hemos estancado?
-No, pero estamos vacunados contra lo imposible. La ciencia sigue consiguiendo cosas sorprendentes, pero sus logros pasan más desapercibidos, y sabemos que no se puede conseguir todo, que hay límites éticos y técnicos. No se puede viajar en el tiempo, por ejemplo.
-Las guardas de la edición americana de El mapa del cielo serán en 3D. ¿No cree que a veces el mercado editorial está más preocupado por los accesorios que acompañan a un libro que por el libro en sí?
-Nadie sabe por qué algunos libros se convierten en éxitos de ventas y otros no. Una cosa está clara: la calidad literaria de una obra es lo que menos tiene que ver para que se venda. En el caso de la edición americana, creo que regalar unas gafas en 3D es un modo de vender mi novela como si fuera una película de Hollywood, lo cual me parece muy acertado ya que, al escribirla, yo mismo he tratado de que el lector tenga la sensación de estar viendo una superproducción.
-Usted defiende que las novelas de aventuras del XIX respetaban más al lector que los bestsellers de hoy.
-Dickens o Stevenson se dirigían al lector con espíritu aleccionador, pero también con sumo respeto. Hoy en día, salvo honrosas excepciones, el escritor de bestsellers descuida los aspectos más literarios de la novela y se centra casi exclusivamente en que su trama resulte lo más comercial posible.
-Cuando empezó El mapa del tiempo tenía miedo de que no aceptaran una propuesta tan diferente.
-Tenía ese miedo, sí. Era algo tan distinto a lo que se suele publicar en nuestro país, que no sabía cómo se lo tomarían, pero por fortuna fue recibido muy bien, aunque hay lectores que la rechazan por puro prejuicio, por no ser lo que leen habitualmente. Uno de los comentarios que más oigo de mis lectores es: Jamás la hubiera comprado, pero me la regalaron y me ha encantado.
-Ha coordinado una antología retrofuturista, Steampunk. ¿Cómo le explicaría a un profano lo que es eso?
-El futuro del pasado. Ciencia ficción con la estética de la ciencia victoriana, o más exactamente, el futuro que imaginaban los ciudadanos del siglo XIX.
-Cuando presentó su último libro de cuentos dijo que era el fin de una etapa en el género.
-Dudo que vuelva a escribir cuentos. No dan dinero ni lectores, y la mayoría de las editoriales no quieren publicarlos. Mucho esfuerzo para tan poca recompensa, creo yo. Ojalá fuera distinto, porque me encanta el género. Lo que sí haré es reeditar mis primeros libros de relatos en Páginas de Espuma, donde ya publiqué El menor espectáculo del mundo.
-Una vez afirmó que quería madurar sin dejar a un lado al niño que fue. Mantener a ese chaval vivo es importante para su oficio.
-Sí, mucho. Creo que los escritores, sobre todo los que escribimos fantasía, llevamos en el fondo una vida de niños, manteniendo nuestras aficiones de niños.
-Ese niño sigue soñando con que se haga una película de alguno de sus libros. Triunfando en Estados Unidos, lo tiene más fácil.
-Eso espero. El lanzamiento de El mapa del cielo será espectacular, así que lo tengo todo a mi favor. Supongo que, como casi todo en la vida, será cuestión de suerte.
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