"El linier que nos echó de Corea no resultó ser un mal tipo"
-¿Una concentración en un Mundial es como un Gran Hermano?
-No, ni mucho menos. Pasa muy rápido. Estás con la ansiedad, con la euforia y el trabajo de los técnicos es que no haya lugar para el aburrimiento. No es Gran Hermano, estás en lo que estás.
-¿Hizo amigos para toda la vida?
-Hice muy buenos amigos. Mendieta, Juanfran... En líneas generales, los que estábamos todo el Mundial en el banquillo nos hicimos muy amigos.
-¿Sabe que llaman camachos a las manchas de sudor en los sobacos?
-No lo había oído nunca, pero no me extraña, es de esas imágenes que quedan para la memoria. Era una persona que le echaba una pasión... y lo hacía enfundado en un traje el pobre. Tardaba demasiado en quitarse la chaqueta, eso sí.
-¿Qué se siente cuando le echan a uno de un Mundial por un error arbitral?
-Uf, mucha rabia.
-¿Lloró?
-Esa tarde en ese vestuario de un país tan lejano como Corea lloraba casi todo el mundo.
-¿Le conmovió alguien?
-Los veteranos y, sobre todo, Fernando Hierro. Sabía que seguramente sería su último Mundial, pero no paró de consolar a los más jóvenes, que eran los que peor lo llevaban.
-Como Casillas, que era entonces un chinorri...
-Bueno, pero lo de Casillas era especial. Era insultante la seguridad que tenía ese chaval tan joven.
-Ahora le llueven las críticas.
-Es la injusticia que asumes en el fútbol. Fíjate, un balón que no para de rebotar hasta que entra. Qué culpa tendrá él de eso.
-Y le sacan, además, lo de la novia.
-Ya, el morbo, en fin... Ahora es un tipo muy maduro, un grandísimo portero.
-Ha atravesado el Atlántico en su barco de vela para ver al linier que nos mandó fuera de Corea.
-Bueno, he atravesado el Atlántico en barco, que era uno de mis sueños, y, ya de paso, he visto al linier de Trinidad que nos echó.
-¿Y?
-Resultó que no era un mal tipo, la verdad. Me cayó bien.
-¿Le pidió perdón?
-Me explicó que por aquel error se truncó su carrera internacional en el arbitraje. No volvió a pitar más para la FIFA.
-¿Qué hace ahora?
-Creo que arbitra fútbol femenino. El veía todo un poco raro, eso de que un portero de España fuera en barco de vela a verlo. Pero el rato que estuvimos congeniamos bien. Al principio lo encontré apesadumbrado, pero luego todo fue bien.
-Hombre, no le iba a pegar...
-Si supiera las cosas que me sugerían en el blog del Marca...
-Cuénteme una noche del viaje.
-Han sido meses navegando. ¿Una noche? Una noche estaba leyendo en popa con la linterna, apago la linterna y emerge una extraña oscuridad, en el horizonte nace una luna roja, inmensa, grandiosa. Era de una belleza que hipnotizaba. Estuve una hora absorto mirando esa luna sin darme cuenta de que el tiempo pasaba. Estaríamos en el mar de los Sargazos.
-¿Pasó por el Triángulo de las Bermudas?
-Claro que pasamos y algo extraño sucedió. Los aparatos se volvieron locos, nos marcaban una latitud como si estuviéramos en el Polo.
-¿Marcianos?
-No, no, qué va. Pienso que todos los barcos y aviones que se han perdido allí debieron tener problemas con sus aparatos electrónicos por una cuestión magnética. Estoy seguro de que no existe ningún marciano ni ningún agujero en el Triángulo de las Bermudas.
-¿Tuvo miedo?
-No diría que miedo. Quizá algo de preocupación. Yo soy una persona muy tranquila. Los porteros somos tranquilos.
-Con usted no hubo la polémica que ha habido en este Mundial con la convocatoria de Víctor Valdés.
-No, en mi Mundial sólo se hablaba del frasco de colonia que se le cayó a Cañizares en el pie. Por ese frasco de colonia yo fui a un Mundial. No es la mejor manera, pero así fueron las cosas.
-¿No nos pasamos en España con tanta fiebre del Mundial?
-El fútbol tiene esa grandeza. Da la ilusión que otras cosas de la vida no dan.
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