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Lalo Agustina, Periodista de 'La Vanguardia' y autor de 'Abengoa, el ocaso del imperio del sol'.

"El principal problema de Abengoa fue su gobierno corporativo"

"El principal problema de Abengoa fue su gobierno corporativo"

"El principal problema de Abengoa fue su gobierno corporativo" / Inma Flores

-¿Por qué un libro sobre Abengoa?

-Vi una historia que había que contar, que es cómo el gran líder mundial de las energías renovables se desmoronaba sin que se explicara por qué.

-¿Y por qué cayó?

-No hay una única causa. En mi investigación descubrí unas fallas importantes en el gobierno corporativo y también circunstancias externas decisivas, en particular los recortes de las primas a las renovables y un altísimo endeudamiento combinado con una crisis muy dura.

-En el libro hace hincapié en los errores en el gobierno corporativo.

-La compañía no supo rectificar a tiempo para adecuar su apuesta a unas circunstancias que habían cambiado y no hacían posible seguir en ese rumbo.

Los auditores, la CNMV y los bancos son corresponsables de lo que pasó y no van a pagar por ello"

-¿Fue un problema de Ícaro por volar demasiado cerca del sol o más que nadie se atrevió a decirle a Felipe Benjumea que se equivocaba?

-Creo que una combinación de ambas cosas. Era muy obvio que Abengoa estaba arriesgando muchísimo. La clave es que el consejo de administración tenía que haber puesto freno a la carrera de Abengoa hacia el abismo. Y si el presidente no lo hizo, también ha pagado un precio, igual que sus accionistas.

-¿Qué papel tuvo la obsesión de los accionistas por no perder la mayoría?

-Fue también muy importante en la caída. Habría sido más lógico que Abengoa se hubiera dotado de mucho más capital para financiar su expansión internacional. Y no lo hizo porque los accionistas no quisieron perder el control. Si hubieran hecho las ampliaciones de capital que la compañía necesitaba, Abengoa no estaría como hoy está.

-Muchas decisiones estaban centradas en su presidente. ¿Abengoa se gestionaba más como una pyme que como una gran empresa cotizada?

-En algunos aspectos, sí. Una compañía del tamaño de Abengoa requiere del concurso de todos. Felipe Benjumea era el factótum y el que tomaba todas las decisiones. La máxima responsabilidad es suya, sin lugar a dudas.

-¿Cómo es posible que ni los auditores ni la CNMV advirtieran nada?

-Los auditores, la CNMV y los bancos son corresponsables de lo que le ocurrió a Abengoa. Unos alentaron su crecimiento de forma irresponsable y otros no advirtieron de los riesgos en los que estaba incurriendo la compañía para los accionistas o los bonistas que prestaban su dinero a la empresa. Muy probablemente, ninguno de ellos va a pagar por ello.

-¿Las cuentas no eran claras o los analistas miraron a otro lado?

-La estructura de financiación de la compañía dificultaba el análisis. Pero para eso se pagan las elevadas facturas que cobran los auditores. Esta cuestión forma parte de una querella que se está instruyendo en la Audiencia Nacional y ya veremos si hay materia para exigir responsabilidades a los auditores.

-Abengoa también sufrió el impacto del cambio regulatorio. ¿Hasta qué punto fue determinante el factor político?

-Los cambios regulatorios no ayudaron a Abengoa. Pero los gestores de las empresas tienen que actuar con responsabilidad, y dentro de ella está la ponderación de los riesgos. Una compañía que actúa dentro de un negocio regulado tiene que tener en cuenta el riesgo regulatorio. Los cambios atentaron contra la seguridad jurídica de Abengoa y de otros inversores. Pero Abengoa fue muy poco prudente.

-¿Habría tenido el mismo final si Abengoa fuera catalana o madrileña?

-Hemos tenido abruptos finales también en empresas madrileñas y catalanas. No creo que a Abengoa le haya fallado el apoyo político, si eso es lo que va implícito en la pregunta. Creo que lo que le falló es la gestión, su gobierno corporativo, como he dicho antes.

-¿La Abengoa que surja del preconcurso podrá parecerse a la del pasado?

-Creo que no. La nueva Abengoa tiene unos años difíciles por delante en los que está todavía por ver si será capaz de sobrevivir. Es posible que en un plazo de uno o dos años que necesite la ayuda de algún socio para salir adelante. Y creo que ese es el escenario más favorable.

-¿Habría sido mejor dejarla caer o era demasiado grande para dejarla caer?

-Es muy difícil de decir. ¿Mejor para quién? Un concurso de acreedores es siempre una devastación, con pérdida de contratos y destrucción de empleos. La teoría dice que casi ninguna empresa que entra en concurso sobrevive.

-¿Qué debemos aprender de la crisis de Abengoa?

-La enseñanza más importante es que el buen gobierno corporativo es clave. Los consejos de administración deben funcionar como órganos colegiados en los que se discutan los temas y sus consejeros asuman su altísima responsabilidad. Y hay también una lección como país, que es la de la deuda. No se puede estirar el brazo más que la manga. Una ambición tan desmedida es inviable si no se cuentan con los recursos necesarios.

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