El precedente andaluz, ¿sumará la derecha?

Elecciones generales | En tres palabras

El comportamiento de Vox y la posibilidad de una escasa movilización socialista marcan el 28-A en el sur

Juanma Moreno  y el alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco
Juanma Moreno y el alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco / Rafa González
Teodoro León Gross

27 de abril 2019 - 05:00

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En las últimas horas de campaña, la Fórmula Andaluza se ha convertido en la obsesión de todos los cuarteles generales. Resurge la sombra de las corrientes subterráneas que no se pueden medir, o al menos no se saben medir. Las redes son territorio comanche; ahí no existe jornada de reflexión. Nadie se fía de las encuestas, o de las herramientas de la demoscopia. Se impone la demoscopia socrática: sólo saben que no saben nada. Lo sucedido con Vox antes del 2-D reaparece como un espectro.

La constancia de los sondeos no tranquilizan a la izquierda, que ya experimentó ese error. Pero no es sólo la sensación de haberse desfondado esta última semana, con el naufragio de Sánchez en los debates, sino la convicción de que bajo la superficie de la realidad hay tendencias que no se ven. Vox es una amenaza invisible cada vez más visible. En Andalucía lo que mejor han hecho desde el 2-D ha sido el ridículo; pero sus mítines andaluces son arrolladores. No parece que los 100 primeros días de la derecha en la Junta se haya convertido en un aliciente: los porcentajes de PP y Cs no mejoran, e incluso tienden a empeorar. En cambio sí superará sus registros, y bien, Vox.

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Mas miradas sobre Andalucía: ¿qué pasará con el voto socialista? Un gran resultado en Andalucía, como en Cataluña, es condición sine qua non para la izquierda. La movilización es clave, sobre todo en sus viejos grandes feudos. Se analizan todas las señales, como si fuesen hígados de ganso o los posos del café: menos voto por correo en Sevilla, granero socialista, y más voto en Almería, coto de la derecha…

Algunos análisis advierten que el susanismo ha hecho huelga de brazos caídos, para devolver a los sanchistas su desmovilización del 2-D. Lo cierto es no ha habido vendetta, ni siquiera después de lo de Dos Hermanas; pero parece que algunos sanchistas buscan excusas preventivas para un resultado adverso. Y eso es mala señal. Todo esto resulta absurdo: especular con que una victoria de Sánchez sin mayoría para gobernar le quitaría autoridad moral para ejecutar a Susana es no conocer a Sánchez: su obsesión es el poder, no la autoridad moral.

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En la izquierda no acaba de verse efecto comunicante por más que Podemos vaya a lograr empeorar, otra vez, sus resultados. Hasta el 2-D, existía el mito de que Podemos siempre superaba sus expectativas en las encuestas. Incluso forma parte de la leyenda de las cloacas, donde se mezcla la realidad y la ficción. Pero las encuestas cinco meses atrás les daban entre el 19% y el 21% y se quedaron en el 16%. Claro que ese desastroso resultado en Andalucía ahora lo firmarían en España.

Todo apunta a que Podemos renuncia al sur –donde Vox campa– y apuesta por el norte. Teresa Rodríguez, de baja maternal, está desconectada por el choque de los anticapis con los pablistas hegemónicos; y Pablo Iglesias, que sólo pasó por Málaga en precampaña con Alberto Garzón, no ha pisado una comunidad con más de seis millones de votos para repartir más de sesenta escaños. Parece claro que da por perdida Andalucía.

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