Jurado popular

Crimen machista de Los Pajaritos: Una de las puñaladas seccionó el corazón de la víctima

  • La autopsia reveló numerosas heridas realizadas con un cuchillo de grandes dimensiones

Agentes del grupo de Homicidios acompañan a uno de los hijos menores de la víctima, que fue quien telefoneó al servicio 112 pidiendo ayuda para su madre.

Agentes del grupo de Homicidios acompañan a uno de los hijos menores de la víctima, que fue quien telefoneó al servicio 112 pidiendo ayuda para su madre. / raúl caro / efe

"La fuerza con la que apuñalaron a Fátima tuvo que ser muy importante y enérgica como para seccionar las dos costillas y cortar el corazón". Así de contundente explicaba la forense al jurado  la naturaleza de las heridas que presuntamente Enrique Román Bernasconi ocasionó a su ex pareja el 23 de octubre de 2018. De todas las heridas inciso e inciso punzantes que presentaba el cadáver, había una en el centro del pecho que casi atraviesa el esternón y secciona de raíz la aorta, el ventrículo derecho y el bronquio del pulmón que es mortal de necesidad en el acto.

Además de esta brutal puñalada, en la que insistió que es necesario aplicar mucha fuerza para que profundice tanto, la autopsia reveló que la mujer tenía un corte en el cuello que, si bien no era profundo, es indicativo de degüello. Según la doctora, esta lesión podría haber producido a la víctima una "pérdida progresiva de conciencia".

La forense explicó a los miembros del jurado que es una herida "producida por una persona desde atrás y diestra". Fátima intentó protegerse de su agresor como indican los cortes que el cadáver presentaba en manos y piernas. "Por la situación de las heridas defensivas podemos determinar que las últimas puñaladas las recibió cuando ya estaba en el suelo mientras intentaba protegerse cubriendo su cuerpo con brazos y piernas", añadió.

En cualquier caso, la doctora encargada de realizar la autopsia descartó que estas heridas se produjeran en el transcurso de un forcejeo, como declaró el acusado en la primera sesión del juicio.

Llamada a la vecina

La tercera sesión del juicio con jurado sobre este crimen machista ocurrido en Los Pajaritos en 2018 comenzó con la declaración de los policías que acudieron en primer lugar hasta el edificio donde sucedieron los hechos.  Al llegar, los agentes encontraron el cadáver de Fátima empapado en sangre y tras hablar con el hijo pequeño de la víctima, que dijo reconocer al que había sido pareja de su madre saliendo del portal tras escuchar unos gritos, y comprobar que había un reguero de sangre desde el cuerpo hasta la puerta del acusado que, además tenía proyecciones, procedieron a la entrada y registro de esta vivienda. Fue en este momento cuando Enrique Román llamó a una vecina para decirle que había tenido un accidente, según el testimonio de esta. "Cuando le dije que estaba la policía en su casa, me pidió que le pasara el teléfono a un agente".

El policía que atendió la llamada explicó ante el tribunal que en ningún momento se mostró arrepentido ni preguntó por Fátima. "No estaba nada colaborador. Lo único que quería era conseguir información y reforzar la coartada del juicio que tenía en Córdoba, que no era suyo, sino de su hijo, con intención de situarse lo más lejos posible del lugar de los hechos".

La falta de luz

Uno de los puntos clave del juicio desde que comenzó es si el acusado quitó la noche anterior la bombilla del plafón que iluminaba la planta del edificio donde ocurrió el crimen.  Uno de los policías explicó que decidieron buscar huellas en el plafón después de que, durante las pesquisas iniciales, los vecinos le comentaran que era extraño que esa lámpara no funcionara cuando el día anterior sí lo había hecho. De este modo, los agentes comprobaron que faltaba una bombilla. En el plafón se encontraron las huellas de Enrique Román.

Por último, la psicóloga forense que examinó al acusado aseguró que es una persona que tiende a proyectar la culpa en los demás, "no admite que se le lleve la contraria y todo tiene que ser como él quiere". Incluso añdió que no tiene ningún sentimiento de pena ni cupa por lo ocurrido. Esto no quiere decir que tenga una patología psíquica, si no que es un rasgo de su personalidad. De hecho, es capaz de percibir las cosas que pasan a su alrededro de forma normal "y distinguir el bien del mal, teniendo capacidad de comportarse de una forma u otra.

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