El hombre que mató a su esposa por conducir borracho en Sevilla acepta una condena de tres años de cárcel

Homicidio imprudente

Manuel I.V. alcanza un acuerdo con la Fiscalía y el resto de familiares que sufrieron heridas en el accidente, entre ellos su propia hija de dos años, y se conforma con la pena mínima por homicidio imprudente

La víctima mortal falleció al ser atravesada por el quitamiedos con el que se estrelló el vehículo; la barra también hirió de gravedad a una sobrina

El hombre acusado de matar a su mujer por conducir borracho en Sevilla no acepta un acuerdo e irá a juicio

Estado en el quedó el vehículo, totalmente cruzado por el quitamiedos.
Estado en el quedó el vehículo, totalmente cruzado por el quitamiedos. / Bomberos del Aljarafe

El hombre que en la Nochebuena de 2020 condujo borracho, se estrelló en la carretera de Tomares a Castilleja de la Cuesta y mató a su propia mujer, que iba en el asiento del copiloto y acabó atravesada por el quitamiedos, aceptó ayer una condena de tres años y un día de cárcel por un delito de homicidio imprudente. Manuel I.V., que se exponía a una petición de seis años por parte de la Fiscalía, reconoció los hechos ante la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla, pidió perdón a su familia y la de su esposa y se conformó con esa pena definitiva, que es la más benigna contemplada en el Código Penal para el delito que cometió y que es fruto del acuerdo alcanzado antes del juicio por todas las partes. El pacto incluye el pago de más de 400.000 euros en indemnizaciones, aunque de ello se encarga la compañía de seguros.

El suceso ocurrió sobre la 1.42 del 25 de diciembre de hace cinco años. Manuel I.V., de 40 años y con varios antecedentes ya por delitos contra la seguridad vial, conducía su BMW entre Tomares y Castilleja de la Cuesta junto a varios componentes de su familia. A su lado estaba Estefanía, de 32 años. El problema es que el conductor iba al volante “en condiciones no apropiadas debido a la ingestión excesiva de alcohol” durante la cena de Nochebuena, lo que “mermaba sus reflejos”. Así lo reflejó el fiscal en su escrito, que fue aceptado tal cual por el acusado.

Así las cosas, Manuel circulaba “de forma despreocupada y sin prestar atención a las circunstancias del tráfico”. Por eso se puso a casi 80 kilómetros por hora (entre 76 y 82, según los peritos) en un tramo de 50, perdió el control del coche e “impactó con tal fuerza contra el quitamiedos que este se introdujo por el faro derecho y salió por el maletero”. La barra “penetró por el abdomen de su esposa” y después golpeó en la pierna de una sobrina que iba sentada detrás.

Cuando los agentes llegaron al lugar, enseguida comprobaron que el conductor tenía “síntomas propios de embriaguez”, como “ojos brillantes y pupilas dilatadas”. Y por si fuese poco, los recibió “amenazador, exaltado, eufórico, repetitivo de frases e ideas, a gritos e incapaz de mantenerse erguido”. La Fiscalía le atribuye una “borrachera intensa”: en la prueba de alcoholemia dio entre 1,78 y 2,09 gramos por litros de alcohol en sangre, lo que en aire equivaldría a entre 0,89 y 1 miligramo por litro.

El accidente se saldó con una fallecida, pero el balance pudo ser mucho peor porque el vehículo, encima, circulaba con exceso de pasajeros. En concreto en la parte de atrás había cuatro ocupantes más, entre ellos la hija del matrimonio, de sólo dos años. La pequeña, que estaba colocada en una sillita de retención infantil, fue la que mejor parada salió, con una erosión en la mejilla y pequeños hematomas. Pero los demás no terminaron tan bien.

La sobrina que recibió el impacto del quitamiedos, que tenía 14 años, sufrió una fractura de tibia y peroné, la sección del nervio peroneo y cortes en distintos tendones. Necesitó hasta diez operaciones, tardó un año y medio (526 días) en recuperarse y durante el mes inicial permaneció en estado grave. Obviamente, le han quedado varias secuelas: cicatrices, “pie desviado” en diez grados, “acortamiento” de una pierna... “La paciente no puede saltar ni correr y necesita la ayuda de muletas en terreno irregular”, apuntaba el fiscal. Hasta ahí las consecuencias físicas, pero hay más. La joven también padeció un “trastorno adaptativo” del que sanó en seis meses.

En cuanto al resto de víctimas, un sobrino de 16 años sufrió fracturas de la tibia izquierda y el peroné izquierdo (se recuperó en cuatro meses), mientras que la hermana del acusado se fracturó el peroné de la pierna derecha.

Las indemnizaciones para todos ellos casi suscitaron más debate que la pena de cárcel. La mayor reparación es para la hija de la víctima (y del acusado): 178.747,17 euros por las secuelas y 474,15 euros por daño moral. La segunda es la sobrina que iba detrás de la fallecida: 127.872,94 euros. Los siguientes, aunque no eran pasajeros, son los padres de la víctima mortal: 51.998,68 euros para la madre y 31.637,75 para el padre. Y el capítulo de la responsabilidad civil se cierra con el adolescente también herido (15.950,59 euros) y con la hermana del homicida (14.996,60).

Manuel I.V. fue condenado a tres años de cárcel por un delito de homicidio imprudente, pero ya estuvo cuatro meses en prisión provisional tras ser detenido (desde aquel 25 de diciembre hasta el 27 de abril de 2021). Ese periodo se le descontará del plazo total de reclusión. Además de esa pena, el encausado también se conformó con seis años de privación del carnet de conducir, de nuevo con rebaja respecto a los nueve años de la acusación previa al acuerdo entre las partes. Una vez oído su visto bueno a todas las condiciones y su reconocimiento de los hechos, la Sección Séptima anticipó el fallo en la misma sala y después decretó la firmeza de la sentencia.

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