Juicio por intento de secuestro

“Llevo el demonio dentro de la cabeza”

  • Un hombre intentó llevarse a la nieta de los dueños de una pensión de Torreblanca porque creía que era su hermana: "Hacía tiempo que estaba mal de la cabeza porque con la brujería me dieron muchos golpes"

  • La Fiscalía no pide cárcel pero sí su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario tras oír al forense, que diagnosticó al acusado con "una esquizofrenia paranoide con un concepto alterado de la realidad"

  • En busca y captura un indigente que acosó a un discapacitado que lo había acogido en su casa de Sevilla

Imagen de archivo de un enfermo de esquizofrenia.

Imagen de archivo de un enfermo de esquizofrenia. / D.S.

El 18 de abril de 2021, los usuarios de una modesta pensión ubicada en la barriada de Torreblanca asistieron con sobresalto a una escena inaudita: la dueña del establecimiento, una señora menuda y mayor, estaba forcejeando con un hombre alto y joven que gritaba “esta es mi hermana, me la quiero llevar y me la voy a llevar”. A quien se refería era a una niña de tres años que, asustada, contemplaba la pelea desde detrás de su abuela. Porque esa niña no era la hermana del hombre, sino la nieta de la hostelera. Entre dos hombres separaron al agresor de la agredida. Y casi tres años después, ese suceso fue juzgado ayer en la Audiencia de Sevilla bajo la calificación de intento de secuestro. El acusado, sin embargo, no irá a la cárcel porque sufre un problema mental bastante serio. “Una esquizofrenia paranoide con un concepto alterado de la realidad”, explicó el forense. El protagonista lo definió con otras palabras, no tan técnicas: “Llevo el demonio dentro de la cabeza. Me hicieron brujería”, dijo.

El acusado es S.B., un ciudadano de origen argelino a quien la Fiscalía atribuye un delito de tentativa de detención ilegal. En el juicio, el representante de la acusación ratificó que los hechos están “totalmente acreditados” pero pidió su absolución al entender que le es aplicable la circunstancia eximente completa de anomalía psíquica. Como alternativa solicitó su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario. La defensa se opuso.

No fue un juicio fluido. El interrogatorio al investigado, de hecho, fue más bien tortuoso porque aseguró que no se acordaba de nada. Sólo señaló que días después se despertó en el hospital Virgen del Rocío. Pero del suceso, de su detención y de su declaración en el juzgado, nada. El presidente del tribunal procedió entonces a leer lo que dijo ante el instructor: “Que vio una niña y, creyendo que era su sobrina porque así se lo dijo el corazón, quiso llevársela. Y que lleva el demonio dentro de la cabeza”.

Fue escuchar “demonio” y reaccionar el enjuiciado. S.B. tomó la palabra de repente y reiteró: “Hacía tiempo que estaba mal de la cabeza, sufriendo mucho en la vida porque con la brujería me dieron muchos golpes”, avisó. Como ejemplo, o eso pareció, refirió lo que debió de ocurrirle un día que se vio andando por un sitio desconocido: “Me entró el demonio, no sabía dónde estaba y a dónde caminaba”. Por último, ya a preguntas de su abogado, se refirió al tratamiento que sigue: “Un pinchazo para toda la vida. Me da paranoia cuando no me pincho, pienso que la gente quiere matarme, hacerme daño. Tengo cosas raras en la cabeza”.

Los testigos aportaron más luz que el acusado. La abuela de la niña recordó que S.B. estaba alojado en la pensión y que aquel día “se levantó a media mañana”. “Y dice ‘esa es mi hermana’. Yo metí a la niña para dentro, él se vino detrás y yo ‘qué va a ser tu hermana, si es mi nieta’. Estaba muy raro, me decía que se la tenía que llevar”, declaró. Su esposo confirmó el forcejeo, igual que el cliente que impidió el secuestro: “Tenía la mirada totalmente ida”, recalcó. Y pocas horas después volvió a intentarlo, como rememoró un hijo de los dueños: “Se presentó esa misma noche o al día siguiente, cuando lo soltaron, y siguió insistiendo. Le dijimos que se fuese y se fue”.

Tras oír todos estos testimonios sin solución de continuidad, llegó el turno del forense, pero ahí se paró el juicio porque el perito no estaba. De hecho, tras veinte minutos esperándolo, el presidente del tribunal acabó llamándolo por móvil. “Del juicio es la primera noticia que tengo”, se oyó al otro lado. Cuando por fin llegó, se disculpó y explicó que S.B. sufre un “trastorno psicótico” del que no se estabiliza “ni siquiera con medicamentos”. “Necesita ayuda en un centro psiquiátrico penitenciario, debe estar en un lugar donde se lo trate y se le enseñe el concepto de su enfermedad”, indicó.

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