Justicia

Oleada de robos en la Audiencia de Sevilla

Oleada de robos en la Audiencia de Sevilla

Oleada de robos en la Audiencia de Sevilla / D.S.

La Audiencia de Sevilla ha vivido una oleada de robos en las últimas semanas. De robos que han sido enjuiciados, claro. Hasta ocho ladrones cruzaron su puerta y entraron en sus salas durante la segunda quincena de noviembre, pero por suerte para el Palacio de Justicia, y para la Justicia en general, no lo hicieron para dedicarse a lo suyo sino para ser juzgados. Y condenados, porque todos reconocieron los hechos que los habían llevado allí y todos aceptaron las penas que para ellos reclamó la Fiscalía. Fueron en total seis juicios: cinco en la Sección Primera y uno en la Tercera. No duraron mucho, apenas unos minutos cada uno, ya que todos se resolvieron con acuerdos de conformidad entre sus abogados y los fiscales. La inmensa mayoría de los cacos eran reincidentes y todos excepto uno eran españoles.

El 23 de noviembre fue el primer día ajetreado en la Sección Primera. El tribunal empezó condenando a tres jóvenes a penas de entre ocho y cuatro meses de reclusión por un intento de robo con fuerza. Los encausados eran los hermanos Francisco Javier y Alejandro C.J., el primero reincidente y proveniente de la cárcel, y su amigo Cristian F.R. Como parte de la conformidad, el tribunal les aplicó las atenuantes de drogadicción (son drogodependientes) y reparación (indemnizaron a la víctima antes del juicio).

En la misma sala fue juzgado unas horas después Alfonso G.M., un politoxicómano de 53 años que el 20 de octubre de 2017 escaló hasta el techo de la nave de una empresa de chucherías en el polígono Carretera Amarilla y, tras practicar un butrón, accedió al interior. Allí “hizo acopio de diversos efectos”, básicamente golosinas. Después quebró la cerradura y el candado del inmueble y escapó. Este ladrón fue atrapado más tarde gracias al ADN. Resulta que en el exterior del almacén se comió una de las golosinas que había robado, un caramelo líquido, y tiró el envoltorio al suelo, con su rastro genético incluido.

Además de ser drogadicto, el acusado también sufre un trastorno paranoide con déficit intelectivo leve. El día del juicio, de hecho, dio bastante trabajo a la pareja de policías que lo custodiaron en los calabozos de la Audiencia cuando se le pasó el efecto de la medicación. Ya en la sala, más tranquilo tras tomarse un zumo, se le eliminó la agravante de reincidencia y se estimó la eximente incompleta de anomalía psíquica. Eso valió para que la Fiscalía rebajase su petición de condena desde los seis años iniciales a los doce meses que le impuso el tribunal por un delito de robo con fuerza en las cosas. También deberá indemnizar al dueño del establecimiento con 1.053 euros por la mercancía sustraída y 838 euros por los desperfectos que causó en el local. Al salir de la sala, de nuevo alterado, gritó al tribunal que en la cárcel lo tratan “como a un perro”.

Todos los condenados son españoles, excepto uno que es natural de Sierra Leona y actuaba en San Jerónimo

El 27 de noviembre, esta vez en la Sección Tercera, un ladrón con un amplio currículum de sustracciones y condenas (cinco como mínimo) aceptó ser castigado por violentar una gasolinera ubicada en la carretera Écija-Jerez y robar 52 euros tras fracturar varias máquinas aspiradoras, de lavado y de inflado. Por el camino provocó daños materiales cuantificados en 2.395 euros. La Fiscalía pedía seis años para David R.C., pero como hubo conformidad, se le rebajó considerablemente esa pena.

Lo mismo ocurrió al día siguiente con Alasang D., un ciudadano de Sierra Leona que se conformó con que la Sección Primera le impusiera un total de cinco años: cuatro por robo continuado con fuerza y uno por robo con violencia, todos cometidos en el barrio de San Jerónimo o cerca. Cómo no iba a estar conforme, si la Fiscalía reclamaba inicialmente nueve años... Para alcanzar ese acuerdo, la acusación aceptó la atenuante de drogadicción al entender que ese problema afectó levemente a su voluntad cuando delinquió. El tribunal también acordó que será expulsado de España durante cuatro años cuando cumpla la mitad de la pena en el centro penitenciario.

Los hechos correspondientes al delito de robo con violencia ocurrieron el 16 de julio de este año. El acusado, que ya entonces tenía cuatro sentencias firmes en su contra y además estaba en situación irregular en el país, rompió el cristal de seguridad de una cafetería en la calle Factores y se apoderó de 530 euros y varias botellas de licor. Sorprendido por el propietario, escapó. Dos días más tarde, irrumpió también ilegalmente en otra cafetería de la avenida de las Juventudes Musicales y rapiñó otras tres botellas de alcohol, pero no consiguió llevarse la caja registradora. Quizás por eso, sólo media hora después rompió el escaparate de un salón de belleza en el barrio, aunque ahí le fue incluso peor, ya que apenas logró apoderarse de un móvil. Y encima fue detenido poco después de salir de allí.

La última conformidad fue el miércoles 29 de nuevo en la Sección Primera. Manuel J.T., otro amigo de lo ajeno con una extensa carrera que ya había sido condenado “en numerosas ocasiones” por distintos robos tanto en Sevilla como en Málaga, firmó dos años de prisión por entrar en la madrugada del 21 de agosto de 2020 en un lujoso hotel próximo a la Catedral. En concreto desvalijó la cocina y salió con productos de alimentación valorados en 654 euros. También causó daños en el inmueble tasados en 918,10 euros, aunque el dueño no reclamó nada porque ya había sido indemnizado por la aseguradora. En este caso, la Fiscalía redujo a casi la mitad su petición provisional, que era de tres años y medio de cárcel.

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