Opinión

Mi colegio sigue sin quererme

  • El autor defiende un Colegio de la Abogacía de Sevilla aconfesional y se pronuncia contra la misa en honor de la patrona, la Inmaculada Concepción 

José Antonio Bosch Valero. Abogado

José Antonio Bosch Valero. Abogado

Un año más mi colegio profesional me invita a celebrar los actos colegiales en honor de la patrona, la Inmaculada Concepción, y un año más nos excluye a todos aquellos que no profesamos la religión católica.

En la invitación de nuestro decano nos comunica que, como no podía ser de otra forma, el COVID-19 también ha afectado a las fiestas patronales, por lo que se suspende el tradicional almuerzo y todos los actos quedan reducidos a la tradicional solemne misa a celebrar en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla. Indica la invitación que el aforo es limitado, aunque bien es cierto que, aunque no lo indicara, la experiencia de los muchos años enseña que nunca se produjo “overbooking”.

Desde luego no albergo esperanzas de que, a corto plazo, mi Colegio asuma que además de católicos, estamos colegiados otros abogados que no profesamos fe ninguna o que tienen diferentes credos. No albergo esperanza alguna de que, en tiempos cortos, en una corporación de colegiación obligatoria se respete a los que no profesamos la fe mayoritaria y terminen retirando los símbolos religiosos de la vida colegial, pero mi bajísima esperanza en un cambio cercano no me resta un ápice de legitimación para seguir revindicando un Colegio de la Abogacía aconfesional, al menos, mientras sea obligatoria la colegiación para el ejercicio de la abogacía.

En los países civilizados, en los tiempos que vivimos, hemos aprendido a aceptar la diversidad. Hemos asumido que todos y todas tenemos los mismos derechos y libertades y que el respeto a nuestras diferencias y nuestra capacidad de empatía conforman uno de los pilares básico de nuestra convivencia pacífica. Para ello, debemos construir espacios en los que todos y todas, con independencia de nuestras singularidades, quepamos con holgura.

Hoy ya no se concibe la discriminación por razón de género, ni por color, ni por orientación sexual… pero, sin embargo, con base en la tradición y en supuestos signos culturales, se nos sigue discriminando a quienes no profesamos la fe mayoritaria. Yo no pido que nadie renuncie a su fe, no reivindico el fin de las creencias de nadie, lo único que demando es que algo que forma parte de la esfera íntima del ser humano, cual es la creencia religiosa, no se nos imponga a quienes carecemos de ella.

Entiendo que habría otras alternativas a la de la confesionalidad del ICAS. Podríamos, por ejemplo, constituir colegios de abogados confesionales y que cada abogado en función de su creencia o ausencia de la misma se colegiara en el colegio que mejor estimara representa sus creencias, o que no fuese obligatoria la colegiación, o fórmulas mucho mas imaginativas, pero la verdad, lo que parece más acorde con nuestra Constitución, lo que parece más sencillo y coherente con el Estado aconfesional en el que supuestamente vivimos, es que el Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla mantenga la actividad colegial al margen de la fe religiosa de algunos o de muchos de sus miembros.

No sé si somos muchos o pocos los abogados y abogadas de Sevilla que no profesamos la fe católica, pero entiendo que resulta intrascendente; no es una cuestión de números, sino de saber separar de la esfera de lo público aquellas áreas que conforman la esfera más íntima de las personas, cuáles son sus creencias. Tampoco es cuestión de tradiciones, porque ello nos llevaría a tener que aceptar que el rito más sagrado de los católicos como es su santa misa lo utiliza mi Colegio como signo cultural ante su incapacidad de generar ritos civiles que sirvan para la confraternización de sus colegiados.

Estoy seguro que, cuando se sea capaz de romper la inercia, cuando se sea capaz de entender que una corporación de derecho público, de colegiación obligatoria, no debe vincularse a ninguna concreta fe religiosa, estaremos en condiciones de organizar fiestas colegiales no excluyentes, estaremos en condiciones de tener un colegio no confesional, pero dada mi edad, me temo que no lo veré en Sevilla. No obstante, ello no me resta razón ni fuerza para seguir reivindicando un Colegio de la Abogacía Sevilla aconfesional y mientras tanto tendré que asumir año tras año que mi colegio no me quiere en sus fiestas colegiales.

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