La elección de la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra, como fiscal general del Estado significa una conquista para la Justicia y una pérdida para Sevilla, donde fiscales de todas las tendencias destacan su profesionalidad y excelente trato humano.

Fiscal jefe de Sevilla desde 2004, ha conseguido sacar adelante los asuntos más comprometidos de esta provincia como el caso Marta del Castillo e impulsar los sumarios por corrupción. No se puede reprochar a la Fiscalía ningún error importante bajo su mandato y, en el plano personal, siempre está dispuesta a echar una mano a un compañero.

En especial le agradecen que deje al centenar de fiscales que tiene a su cargo libertad en sus escritos, pese al principio de jerarquía que rige en el Ministerio Fiscal.

No duda en ocuparse personalmente de los casos más comprometidos, como acaba de hacer con la llamada “mafia del taxi” del aeropuerto, y es la primera que se ofrece para acudir a un juicio en sustitución de un compañero que caiga enfermo.

Durante la huelga de jueces y fiscales del 22 de mayo, fue la única autoridad judicial de la provincia que acudió a la rueda de prensa para informar del resultado del paro en Sevilla.

Sus compañeros en la Audiencia de Sevilla destacan su capacidad para organizar el trabajo, que siempre consulta los cambios con los afectados y tiene en cuenta sus opiniones. 

En los congresos del gremio a nivel nacional todos alaban su competencia. Tal vez por eso acabó siendo elegida nueva vocal del Consejo Fiscal, el máximo órgano consultivo del fiscal general, convirtiéndose en la cuarta persona más votada pese a ser una candidata “de provincias” y haberse enfrentado a la proyección que tienen los fiscales de grandes capitales como Madrid o Barcelona.

Tras su nombramiento será la teniente fiscal, Dolores Villalonga, quien ocupe provisionalmente el cargo mientras se desarrolla el proceso de sustitución, aunque muchos creen que el reto será tanto la preparación técnica como encontrar un candidato que concite el mismo respeto.