La caja negra

Zoido, el penitente premiado

  • La traición de Garrido, que con el repentino abrazo de la fe naranja, permite al ex ministro escalar ocho puestos en la candidatura europea

Juan Ignacio Zoido

Juan Ignacio Zoido / D. S. (Sevilla)

DE tener el número doce a recibir el cuatro. De estar en tenguerengue a verse blindado. De guardar el equilibrio en el alambre a tener billete seguro en el vuelo a Bruselas. De beduino a rey. De la caballa a la melva. De aquel efecto Zoido que se inventaron los gurús de la propaganda en las elecciones municipales a la baraka de Zoido, el político que ha pasado de depender del Brexit para entrar en el Parlamento Europeo a tener plaza fija. Zoido se ha librado en el último minuto de vivir una noche electoral en estado de nervios. Y ha sido gracias a la traición de Ángel Garrido, que ha abrazado la fe naranja en el momento más doloroso para el PP, y a la firme disposición del líder Casado de colocar al ex ministro en ese privilegiado cuarto lugar. 

Un destacado dirigente del PP comentaba esta misma Semana Santa que era inexplicable, a la vez que humillante, que un político de la talla de Zoido hubiera pasado por el aro de aceptar el puesto decimosegundo en las listas europeas. Zoido podrá gustar más o menos, resultar denso o fatuo, valorar su gestión en sus diferentes cargos con generosidad o sin ella, pero los partidos, como las instituciones o las empresas, deben cuidar a quienes han sido sus referencias durante tantos años. Zoido fue el icono del municipalismo del centro-derecha español durante un cuatrienio. Magistrado de profesión, no tenía necesidad de entrar en el Parlamento en función de una previsible salida de los británicos, dado que se da por hecho que el PP no tiene garantizados no ya doce europarlamentarios el 26 de mayo, sino ya veremos si nueve o diez.

Zoido y Aznar, en un balcón el pasado Miércoles Santo Zoido y Aznar, en un balcón el pasado Miércoles Santo

Zoido y Aznar, en un balcón el pasado Miércoles Santo / D. S. (Sevilla)

No se olvide que Zoido ha sido ministro del Interior hasta hace diez meses. Es un ex alcalde con mayoría absolutísima en una gran capital, ex director general de Justicia, dos veces ex delegado del Gobierno (Castilla La Mancha y Andalucía), ex presidente de la FEMP, ex secretario general y ex presidente del PP andaluz... Y con semejante historial aceptó ser el doce, siendo además el actual presidente del comité electoral del PP nacional. Los comentarios, cómo no, se dispararon sobre el puesto tan alto inicialmente asignado a quien no deja de ser un producto político de Javier Arenas –como el 90% de la factoría del partido de la gaviota en Andalucía– que con los años se terminó pasando al bando de la durante diez años secretaria general María Dolores de Cospedal, absolutamente amortizada por las escuchas de Villarejo y por la derrota en las primarias, y que ha ejercido sin éxito de enemiga política número uno del lince de Olvera durante muchos años.

La traición de Garrido convierte a Zoido en el primer andaluz de la lista europea del PP. Paradojas del destino, la espantá con dolo del ex presidente madrileño concede a Zoido el sitio digno que debería haber tenido desde el principio. Pese a la humillación evidente de ser orillado al 12, Zoido supo aguantar, se mostró satisfecho y se dejó ver nada menos con José María Aznar, el padrino de Pablo Casado, la pasada Semana Santa en Sevilla, a quien acompañó a presenciar la salida del Baratillo y después en un paseo por el centro de la ciudad.

Zoido en su escaño como ministro del Interior Zoido en su escaño como ministro del Interior

Zoido en su escaño como ministro del Interior / Efe (Madrid)

La gran habilidad de Zoido, al que le cuesta un mundo tomar una decisión, ha sido siempre saber en cada momento quién es el que tiene la sartén por el mango, cuál es la aldaba que hay que golpear para que una puerta se abra, dónde hay que estar y en qué momento para distender situaciones. Desde que el casadismo impera en el PP, Zoido y sus adláteres han estado algo perdidos. Todos saben que no son casadistas pata negra. En Andalucía, de hecho, el casadismo penetra muy lentamente. Sigue pendiente de fundación. Y alcanzar el Palacio de San Telmo ha frenado los planes de Génova para desembarcar con sus leales en la sede regional de la calle San Fernando.

Zoido, que es cierto que cuenta con asiento en los maitines de cada lunes, ha recuperado estos días una vieja relación que es clave en este nuevo tiempo: José María Aznar. El ex presidente del Gobierno –quien no estuvo en su toma de posesión como alcalde de los 20 concejales en 2011– se ha dejado ver de nuevo con el político de Fregenal de la Sierra.

El ex alcalde se ha colado en el puesto principal en el último minuto. Qué más da si el gol es con la mano, de penalti dudoso o con un empujón previo. Solo el que resiste gana, que decía el Nobel. Garrido a la naranja y Zoido a la melva. Lo que Casado no te de, Aznar te lo bendiga. El penitente ha obtenido su premio. Porque el hombre ha pasado su calvario. Y ahora quienes lo conocen saben que será inmensamente feliz. De la gravedad del doce a la justicia del cuatro. Gracias al garridazo.

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