Política

Un brindis por los ausentes

  • En el Pleno de constitución no estuvieron ni Susana Díaz, ni consejeros de la Junta ni el capitán general. Pero hubo lleno total. Y compareció la 'troika' sanchista: Montero, Celis y Lucrecio. 

Juan Espadas con el bastón de alcalde

Juan Espadas con el bastón de alcalde / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

NI Susana Díaz. Ni el arzobispo de Sevilla. Ni un solo consejero de la Junta de Andalucía. Ni el capitán general. Ni un solo ex alcalde del PP: ni Soledad ni Zoido. Y gente había como para llenar varios autobuses de Damas. ¿Qué va a tomar de desayuno? Un descafeinado. Así resultó para algunos puntillosos el Pleno de constitución. El PP se quejaba en su día de que Monteseirín (“Llamadme Alfredo”) no asistiera la investidura de Zoido en 2011, pero es que el de Fregenal de la Sierra, Juan Ignacio, no acudió ayer al Salón Colón. Donde las dan las toman. La política es eso que combina a la perfección la memoria con el olvido. Ni acudió al arzobispo ni mandó a vicario general. Lo de ayer no se considera precepto.

El portavoz del PP saludó a las autoridades religiosas, pero lo más parecido que vimos fue a Enrique Belloso, delegado diocesano de laicos, en primera fila, fiel y eficaz colaborador de Su Excelencia. Estaba la troika sanchista para levantar acta de la toma de posesión de un susanista, Juan Espadas. En primer fila, la ministra Montero, el vicepresidente del Congreso Gómez de Celis y el delegado del Gobierno, Lucrecio Fernández. Tres fieles al inquilino de la Moncloa. Tres inspectores del Ayuntamiento de Sevilla desde que Juan Espadas bailó la sevillana con Susana Díaz, la gran ausente. La troika sanchista no perdió puntada. O Juan Espadas va virando poco a poco al sanchismo, como los grandes trasatlánticos, o lo tendrá feo, sobre todo porque ha prometido que sólo estará ocho años en el cargo. Beltrán Pérez se lo recordó con toda intención al inicio de su discurso.

La derecha jura el cargo y la izquierda promete. Con excepciones. El teniente y muy macareno Juan Carlos Cabrera, del PSOE, juró. Y José Luis García, alias Pepelu, por ahora edil del PP, prometió. García, por cierto, lució chaqueta clara idónea para la recepción de la Feria de la caseta del Mercantil. Monteseirín le presentó a Evelia Rincón (PP) al ex vicepresidente Alfonso Guerra. Alfredo le explicó cariñosamente a Guerra que cuando entró de alcalde, Evelia ya estaba en el Ayuntamiento y era un “trasto”. Todos rieron.

Por la Junta acudió el viceconsejero Jaime Raynaud, que además fue concejal y pudo ser uno de los grandes alcaldes de Sevilla. También se vio a la ex concejal María del Mar Sánchez Estrella, feliz desde que es directora general de la Consejería de Cultura. Entre los asistentes, la sangre azul de marqués de Benamejí, los rectores Miguel Ángel Castro (Universidad de Sevilla) y Gabriel Pérez Alcalá (Universidad Loyola), el director general del CEU san Pablo, Juan Carlos Buades, las diputadas nacionales Virginia Salmerón (Cs) y Reyes Romero (Vox), el presidente del Consejo de Cofradías, Francisco Vélez, y el del Betis, Ángel Haro. El que se llevó más saludos de los policías locales, ayer de gala, fue Manuel Marchena, hombre fuerte en los doce años de alcalde de Monteseirín.

Álvaro Pimentel recibe la medalla de edil Álvaro Pimentel recibe la medalla de edil

Álvaro Pimentel recibe la medalla de edil / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

De Jesús Maeztu, defensor del Pueblo de Andalucía, se decía que era su último acto solemne como tal. Los de la izquierda considerada radical (que tampoco lo es tanto) hicieron su juramento tuneado, de asamblea de instituto, de ruegos y preguntas de la junta general de la comunidad de vecinos del piso de la playa. “Por imperativo legal” y esas cosas. Del empresariado vimos a Miguel Gallego (Migasa), pero no a Miguel Rus (Gaesco). Y de la clase empresarial a Francisco Herrero, que ya se sabe en la ciudad unos vienen y otros van, pero Paco Herrero siempre está, que es lo que se decía de Paco Ojeda en el toreo.

Si Pepelu iba con chaqueta clara, el edil Rafael Belmonte llevaba un traje elegante con chalequillo idóneo para el rodaje de un capítulo de Velvet. Una verdadera experiencia fue oír al presidente de edad de la mesa, el solvente y eficaz Jesús Gómez, citar a los concejales de Vox, porque parecía aludir a la marca de electrodomésticos alemana: Bosch.

Los del PP no aplaudieron a la portavoz de Podemos. Y los del PSOE no lo hicieron con los de Vox (Bosch para Jesús Gómez). En el PP se estrenó como concejal Juan de la Rosa, secretario general del partido con unas gafas modelo Basagoiti.

Beltrán Pérez y Juan Espadas Beltrán Pérez y Juan Espadas

Beltrán Pérez y Juan Espadas / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

Ignacio Flores, concejal del PP, es el que más medallas tiene de concejal. Hasta seis le han sido impuestas, pues tomó posesión por primera vez en la corporación de 1999. Tiene como para montar un puesto en el mercadillo de la Plaza del Cabildo. Las de ayer era las nuevas, con la nueva heráldica y un cordón que combina el burdeos con el oro, muy propio de hermandades de pueblo. Dicen que en el Salón Colón hay cuadros con menos antigüedad que el concejal Flores.

Como símbolo del inicio de la corporación queda la camiseta roja del gran orador Daniel González Rojas (Adelante Sevilla), los pendientes originalísimos de la diputada nacional Virginia Salmerón (Ciudadanos), siempre elegante, y el recuerdo justo, equitativo y saludable del alcalde Espadas por todos los concejales que han trabajado en el Ayuntamiento en los últimos cuatro años. Un detallazo.

Echamos en falta a Luis Uruñuela, el primer alcalde de la democracia, el caballero inglés andaluz, un señor al que la ciudad debe un homenaje. No estuvo el rejuvenecido Rojas-Marcos, ahora metido con entusiasmo en la interpretación de obras teatrales. Faltó gente del mundo del toro, que tan de moda ha estado en las últimas campañas electorales. Sí estuvo el pintor Luis Gordillo, pero no acudió el ex ministro Pimentel, al que muchos esperaban para asistir a la jura de su hermano como edil. En sitio preferente estaba el doctor Gómez Angulo, ex diputado del PP andaluz, gran amigo de Juan Espadas y que se pasa la vida vertebrando Andalucía entre Almería, Málaga y Sevilla.

Juan Espadas y Alfonso Guerra Juan Espadas y Alfonso Guerra

Juan Espadas y Alfonso Guerra / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

Los maceros de gala dan solemnidad al acto. Monteseirín me celebra que lleve corbata, porque hace cuatro años me llamó al orden por acudir con el cuello abierto: “Si fuera una función religiosa te hubieras puesto corbata”, me dijo en el Pleno de Constitución de 2015. El secretario Luis Enrique Flores siempre otorga una serenidad institucional al acto. El interventor, José Miguel Braojos, se pone en modo carta de ajuste y se coloca inteligentemente en un segundo plano. El ex edil Alfonso Mir (PSOE) deambula feliz por el Ayuntamiento.

Los de Vox estaban felices, pero pecan de exceso de susceptibilidad. Encajan la más mínima crítica con cierta dificultad. En la copa posterior del PP había altramuces y avellanitas. Era el cumpleaños de Ana Jáuregui, la concejal que tiene apellido de calle. En la de los fieles a Celis, hombre fuerte del PSOE sevillano en Madrid, había éxito de convocatoria. El alcalde Espadas estaba con su familia.

En el recuerdo queda la voz radiofónica del edil Aumesquet (Cs), las jarras de agua del servicio de protocolo, la banda municipal tocando Sucedió en Manhattan y el olvido de García Peláez (Vox) cuando juró pero se fue sin recoger la medalla.

Lo mejor, sin duda, fueron los rostros de los familiares. Padres, hijos, cónyuges, novios... Gente no intoxicada por la política, que tiene la mirada inocente de cuanto ocurre, que cree que la actividad pública es para servir al interés general y que en su familiar admira un modelo ejemplar de conducta pública. Esos familiares son siempre la mejor imagen de todos los plenos de constitución. A los que hay acudir siempre con corbata, según Alfredo, el hombre que estuvo doce años de alcalde de Sevilla.

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