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Antonio Arias | Vocalista y bajista de Lagartija Nick

"Éste es el disco que más he sufrido, pero también lo he gozado"

  • La banda granadina presenta en directo en Sevilla su nuevo álbum, 'Los cielos cabizbajos', un poema sinfónico sobre la guerra a partir de la idea original del desaparecido Jesús Arias

Miguel Ángel Rodríguez Pareja, Juan Codorniú, Eric Jiménez, Antonio Arias y JJ Machuca, Lagartija Nick.

Miguel Ángel Rodríguez Pareja, Juan Codorniú, Eric Jiménez, Antonio Arias y JJ Machuca, Lagartija Nick. / Antonio Olmedo

Reconoce Antonio Arias que le cuesta explicar la complejidad de Los cielos cabizbajos, el disco con el que la banda granadina Lagartija Nick pone en pie uno de los múltiples proyectos inconclusos de su hermano Jesús, fallecido en 2015. Periodista cultural de erudición abrumadora, músico inquieto y agitador incansable, Jesús, pieza clave en la simiente de aquel Omega de Enrique Morente, dejó en sus cuadernos notas, indagaciones y sugerencias en torno a un álbum sobre la guerra y sus víctimas. Escarbando entre esas minuciosas ideas, Los cielos cabizbajos emergió como ambicioso y efímero espectáculo en vivo previsto para una única representación. Inútil resistirse a la evidencia y pasar por el estudio de grabación: la solidez de la labor hecha, desde el origen hasta su interpretación, estaba inevitablemente destinada a quedar plasmada más allá del escenario, adonde ahora vuelve con el añadido de una impactante puesta en escena y la edición facsímil de aquellos diarios en el libro Los cielos cabizbajos. De civitabus in acres flammas deiectis. Poema sinfónico

-¿Cuánto nos queda todavía por descubrir de su hermano Jesús, de todos los proyectos que tenía en la cabeza?

-Desde que murió, la gente nos había oído hablar por uno u otro lado de porque Jesús esto, porque Jesús lo otro, porque, porque... Los cielos cabizbajos viene a ampliar, a dimensionar en cierto modo, su figura. Ahora se entiende el porqué: no es una composición loca, es algo que parte siempre de la emoción interior y del vínculo que establece con los oyentes. En sus grupos, por un aspecto formal, quizás quedaba todo un poco diluido. Con TNT menos, pero con Qüasar seguro que sí. Jesús era, principalmente, poeta. Lo llevaba siendo desde niño, con sus premios a los 15 años. Una de sus últimas obras poéticas, Un jardín contra tu nombre, la editará ahora la Casa Museo Lorca. Mi hermano conocía muy bien la poesía de su momento: musicó poemas de Luis García Montero, tenía una relación muy directa con Juan de Loxa, con Javier Egea, con todos los poetas granadinos, principalmente. Ése es un aspecto que creo que la gente va a valorar muchísimo, el poético, más allá de las letras de las canciones, donde es más [Joe] Strummer escribiendo, donde las referencias son más visuales y luminosas. En su poesía está todo más interiorizado. Y luego está lo que prepara una chica de aquí, de Granada, una tesis doctoral sobre su trayectoria periodística. Creo que con todo eso conseguiríamos acercarnos un poco a ese personaje poliédrico al que lo que lo alejaba de su momento lo acerca al tiempo presente. En su época nadie se metía en un grupo punk a hacer poesía, teníamos el ojo más bien puesto en otros aspectos, pero él siempre abre otros campos.

-¿A qué se refiere cuando dice que quizás cuestiones formales como las que se dieron en Qüasar desdibujaban su imagen?

-Por lo pronto, a la voz. Siempre que oía ese material le decía Jesús, te lo produzco yo, pero lo hacemos con tu voz. Tenemos el mismo timbre de voz y no pasa nada, la gente se acaba acostumbrando. Así que ésa es una de las cuestiones a las que me refería, al hecho de optar en su día por un cantante profesional. Luego, además, cuando él grababa quería volcar todas las ideas que tenía en mente. Hay una canción que creo que lo explica bien, la versión que hace con Qüasar de En un sueño viniste de [Enrique] Morente y la que luego hacemos Los Evangelistas. Viene a ser una demostración, cómo con Los Evangelistas esa canción se libera y con Qüasar, teniendo a Estrella Morente, la cantidad de ideas que quiere proponer, más que imponer, hace que llegue un momento en el que te pierdes en los aspectos formales: demasiado doblaje de pistas, demasiada instrumentación... Qüasar tenía material muy bueno y nosotros de hecho ya rescatamos dos temas para el disco anterior, Crimen, sabotaje y creación (2017),pero con esa misma filosofía de desprender un poco la capa formal, que no quiere decir ni que sea buena ni que sea mala, aunque la quitamos para encontrar un camino que nos comunique con Jesús y a partir de ahí establecer los puentes para emocionarnos y emocionar. Ésa ya fue una de las bases del trabajo con Morente en Omega, que nos enseñó cómo se emociona.

Lagartija Nick, contemplando el universo. Lagartija Nick, contemplando el universo.

Lagartija Nick, contemplando el universo. / Antonio Olmedo

-Es curioso, pero su hermano José Ángel también ha mostrado siempre inquietudes creativas. O sea, que los tres hermanos salieron artistas. ¿Qué les daban sus padres de pequeños en el barrio de La Chana?

-En la casa donde nacimos hay un grafiti que lo explica. Una vecina, Silvia, nos vio de niños jugando en la calle y preguntó ¿A qué jugáis? Y mi hermano Jesús le contestó Al circo, porque cuando seamos grandes vamos a ser artistas. Ésa frase está en el grafiti: Cuando seamos grandes seremos artistas. Creo que dice muchísimo. José Ángel siempre ha estado tangencialmente en estos mundos. Empezó como actor, luego estuvo en la última época de KGB y aportó dos temas que salen en este disco, la música de Éste es el plan y de Buenos días Hiroshima. También ha estado muy conectado con las vanguardias. Él fue quien nos sugirió a Lagartija Nick la idea de hacer un disco en torno a Val del Omar. Cada uno tira para un lado, pero todos miramos al mismo sitio, a cosas en las que nadie quiere fijarse. Como dice mi mujer [la poeta Isabel Daza] parafraseando a Juan Ramón Jiménez, no es llegar más lejos, sino llegar más hondo. En la profundidad hay a veces cierto distanciamiento con el público. Pero es inherente. Qué le vamos a hacer.

-¿Era Los cielos cabizbajos un proyecto que estaba ya como tal en la cabeza de Jesús?

-Sí, hay un par de diarios en concreto, los que ahora hemos publicado como libro, que son lo que él dejó. Tenía muchos proyectos, como el que quería desarrollar con Qüasar, con sesenta y tantas canciones, que había dejado maquetado, con una gran cantidad de temas con la partitura terminada, y otros como el libro, llenos de sugerencias escritas que se convierten en sugerencias musicales. Al ordenar esos materiales tras su muerte me di cuenta de que todo era intercambiable, pero en lugar de ir disgregándolo a lo largo de nuestros discos, preferí que nos centráramos en los deberes que nos dejó. Tenía tanto material que queda mucho por recuperar.

-En el libro que menciona, publicado a raíz de la aparición del álbum, aparecen multitud de anotaciones y pistas que seguir en referencia a cada canción. Por ejemplo, en Somalía se apunta la necesidad de encontrar la palabra precisa para referirse a la madre que ha perdido al hijo en un conflicto. ¿Esa minuciosidad formaba parte del método de trabajo de Jesús?

-Somalia es una canción que te sobrepasa... ¿Cómo nos ponemos a hablar a la cara de una mujer que pierde a un hijo? ¿Qué nombre buscamos para eso, que es una imagen tan simbólica de la guerra? Eso es lo que deja escrito en ese volumen del diario de Los cielos cabizbajos, pero ahora ponte con todas las versiones anteriores desperdigadas por otros cuadernos y libros de poesía. La sorpresa del álbum, y la novedad estructural para Lagartija Nick, es cómo las letras distintas, nuevas, van completando la canción y van variando su melodía. Pero dentro de su complejidad, es un álbum muy sencillo, las canciones son muy sencillas, Jesús no se complica con los acordes. Aunque en las letras hay más lío, en las melodías parte de una sencillez tremenda. Es su capacidad poética la que hace que todo eso se complete. Por ejemplo, cuando Intrusos parece que va a terminar y en 20 segundos metemos tres estrofas más. Ésos son sus puntos de ruptura.

Videoclip de 'Buenos días Hiroshima' realizado por Laura Ginès y Pepón Meneses.

-¿Cuánto ha disfrutado con este proyecto y cuánto ha sufrido? Quiero decir, ¿ha sido una forma de superar el duelo?

-Sí, es una fase. Ésta tiene más que ver con la aceptación, con la comprensión de su estado de existencia en otro plano. De primeras, cuando en el anterior disco sacamos Agonía, agonía, era el grito de Me cago en Dios, no lo hemos atendido bien, las cosas del duelo... Pero en este caso hay una aceptación, una comprensión y una hermandad, un cogernos de la mano e intentar dejarnos llevar por él. Ya es una fase como de, no sé, alegría, de compartir con alegría en lugar de con recriminación hacia uno mismo o hacia los demás. Supongo que a muchos de los compañeros que estuvieron en su grupo les emocionará oír estas canciones por fin, porque hay algunas que son del 93. Hay canciones de muchos años atrás. Por ejemplo, en Guernika introducimos un trocito de un poema de cuando vio el cuadro: Miro el cuadro/Miro el caballo... Cuando volví a ver el Guernika después de hacer el álbum descubrí su tridimensionalidad, mientras que antes me quedaba en un aspecto más plano, más simbolista. Sin embargo, mi hermano consiguió darle vida a cada elemento. Cuando hay un artista que mira como lo hace él, anotando que el caballo tiene que sonar a tal, que el toro sonará a tal, yo ya no puedo volver a contemplarlo sin escuchar la música. Eso es sinestesia. Así que claro que éste es el disco que más he sufrido, pero también lo he gozado.

-En su revisión de la barbarie, de ciudades bombardeadas y conflictos inacabables, la escucha de Los cielos cabizbajos provoca una extraña conmoción ¿En qué medida le dolían a Jesús las guerras? ¿Cuál cree que fue el detonante, el origen de este proyecto en torno a las contiendas y a sus víctimas?

-Creo que arranca justo en el año de la guerra de Somalia, en 1993. Él se enamora de una chica marroquí que estudiaba aquí. Estuvieron un tiempo viviendo juntos, pero ella tenía la vista puesta en volver a Tetuán. Jesús empezó a sentir en su propia carne la distancia de las religiones -coranes tiene aquí tres o cuatro, traducidos, sin traducir...- y se puso a estudiar árabe. Nunca olvidó ese amor. Creo que a través de ese mundo en guerra intentaba reflejar la guerra que él mismo estaba viviendo con la separación. Por ejemplo, el mar, como en Ola equivocada, es una separación; Dios es otra separación... Es como si el amor no pudiera vencer, porque hay tantas cosas que lo atacan que se hace imposible... Así que pienso que el auténtico desencadenante de Los cielos cabizbajos es esa equiparación de su desengaño amoroso con las guerras, que él asociaba a su propia experiencia: esto no lo voy a superar, esto puede conmigo, esto va a arrasar conmigo, este amor, este amor, este amor...

-Para la grabación contaron con David Montañés al piano y la participación del Coro de Cámara y la Orquesta de la Universidad de Granada. ¿Cómo se lleva eso al directo? ¿Se puede hacer sin orquesta, con la banda sin más?

-Bueno, todo esto surgió del proyecto en directo que abordamos en junio del año pasado, con Estrella Morente como aportación flamenca, con un concierto en el Parque Tecnológico de la Salud de Granada. Después de la muerte de mi hermano, Estrella me dijo ya que si poníamos en pie Los cielos cabizbajos tenía que ser con ella. Y nos lo prometimos. Lo típico cuando anuncias una única actuación de un proyecto de esta envergadura es grabarlo, para que no quede en el olvido. Y lo grabamos bien, en multipistas: un coro de 40 personas, que ya trabajó con mi hermano en su cantata Mater Lux; con orquesta, con piano de cola... Hay canciones que tocamos allí que no están en el disco, incluida la que hicimos con Estrella, porque preferimos centrarnos en definir el álbum más que en dar un golpe de efecto. Imagínate, si llegamos a incluirla se hubiera comido el disco. Pero algún día sin duda la rescataremos. La puesta en escena se completó luego en el Mercat de la Música Viva de Vic, el pasado mes de septiembre, con la puesta en escena de la gente de Cube, que ha trabajado para Rosalía, León Benavente... Les encantó el proyecto, tanto que han hecho una escenografía supercompleja y sencilla a la vez con 200 focos analógicos que crean esa imagen de la opresión, con la que pueden conseguir el fulgor de una bomba atómica y también las lágrimas de pequeñas bombas. Usan el humo así, lo disparan y, por donde va pasando, disparan a la vez el foco. El problema habiéndolo hecho una vez así es cómo organizar la salida de 30 personas, más el equipo, más la puesta en escena... Para llevarlo musicalmente al directo teníamos ya la metodología del concierto del año pasado en Granada, pero luego, al ampliarlo con la puesta en escena, se ha convertido en, ufff... Es como sacar a Moby Dick de la piscina y llevársela a pasear por el Albaicín a tomar chatos. ¿Podríamos hacerlo sólo con la banda? Aunque lo del coro es más difícil, con los samplers que hay hoy lo raro sería no poder recrear la orquesta. Es como mover un dinosaurio, sí, pero lo que mola es lo que mola, y es además lo que dignifica este trabajo, ese esfuerzo extra. Así que en ésas estamos y al Teatro Central de Sevilla vamos con todo: el coro, la orquesta y la puesta en escena.

Lagartija Nick, en una imagen promocional para 'Los cielos cabizbajos'. Lagartija Nick, en una imagen promocional para 'Los cielos cabizbajos'.

Lagartija Nick, en una imagen promocional para 'Los cielos cabizbajos'. / Antonio Olmedo

-Hay otra aportación curiosa en el álbum: la voz del reportero Jon Sistiaga, que uno asocia inmediatamente a la crónica de guerra, en dos canciones, Sarajevo y Somalia...

-Vino a vernos en Madrid a un concierto de Soleá Morente y Los Evangelistas. Es un tipo muy cercano y enseguida conectamos. JJ, nuestro teclista, trabó amistad con él. Así que si lo tienes ahí al lado, cómo no preguntarle. En principio, la idea de Jesús era utilizar audios originales, aunque en el disco hemos hecho lo contrario: si suena una bomba, la emula un teclado; el mismo Fender VI que yo llevo te hace una sirenas fantásticas... Pero en el caso de Jon, le preguntamos si podría narrar la noticia que mi hermano rescató en Sarajevo, la de una paraja de bosnia musulmana y serbio ortodoxo que, tres años después de ser abatidos por francotiradores, fueron por fin enterrados juntos. Nos gustó tanto cómo quedó lo que hizo Jon que incluso pensamos en utilizar una narración suya para cada canción. Pero, claro, como si no tuviera trabajo este hombre... Nos mandó una más, la de Somalia, y seguimos jugando hasta el último momento con audios reales de crónicas suyas, pero no sabíamos bien cómo iba el tema de los derechos y preferimos no comprometerlo.

-Hay una enorme variedad de sonoridades en Los cielos cabizbajos, de la música contemporánea al punk, como si a la hora de componerlo hubieran atendido a todo lo creado previamente por Lagartija Nick o incluso a sus discos discos en solitario, los dos Multiversos...

-Totalmente de acuerdo. Creo que Los cielos cabizbajos se basa en todo lo que hemos tocado antes y en toda la experiencia posterior a Multiverso, todo eso que no sabíamos hacer. Este disco ha sido un tránsito entre lo que controlábamos y lo que no: cómo interactuar con un coro, cómo grabarlo, con una orquesta... Es una mezcla de todo lo que hemos hecho, todo lo que estamos haciendo y todo lo que vamos a hacer. Ha sido un viento muy importante que nos ha empujado y dado la motivación suficiente para sacar un disco en tan corto espacio de tiempo respecto al anterior.

Lagartija Nick presenta en directo 'Los cielos cabizbajos' este sábado día 12 en el Teatro Central. Entradas a 20 euros en venta anticipada y 24 euros en taquilla.

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