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"La música es pasión"

  • La violinista madrileña Ana María Valderrama ofrece, junto al pianista malagueño Víctor del Valle, nueva grabación de dos de las sonatas para violín y piano más célebres del repertorio

Ana María Valderrama y Víctor del Valle

Ana María Valderrama y Víctor del Valle / Noah Shaye

En su primer disco como solista, Ana María Valderrama (Madrid, 1985) se acercó a la figura tutelar de Pablo Sarasate, después de su triunfo en el premio internacional que lleva el nombre del músico navarro ("era casi una obligación para mí"). Para su segundo álbum con piano, Valderrama ha cambiado radicalmente su mirada, que se centra en dos de las obras esenciales del repertorio camerístico, la Tercera sonata de Johannes Brahms y la Sonata en la mayor de César Franck.

-¿Reunir Brahms con Franck ha sido mero gusto personal o hay alguna razón más?

-Por un lado, era cuestión de gusto. Me apetecía mucho este cambio, después de ese disco tan virtuosístico dedicado a Sarasate. Y aunque entre medias hice otro, sentí la necesidad de meterme en la música de cámara a tope, hacer un trabajo en conjunto de análisis, de descubrimiento, de conversación musical con el pianista. A los dos nos apetecía mucho grabar estas sonatas. Las conocíamos desde hace mucho. Yo las toqué de jovencita, y Víctor, también. Además descubrimos que se habían compuesto casi a la vez. Dos compositores que no se llegaron a conocer escribieron esas dos sonatas tan increíbles casi a la vez. Nos pareció curioso, nos gustó esa coincidencia. Luego hubo también algo más íntimo que me empujó en esta dirección.

-¿Lo quiere contar?

-Pasé por un proceso personal muy duro, y a la vez importante para mí: perdí a una persona muy querida y casi a la vez me quedé embarazada de mi primer hijo. Eso me llevó a una reflexión muy profunda acerca de la vida y de la muerte, que profesionalmente me condujo a este tipo de música de especial hondura.

-Son dos de las obras más conocidas del repertorio. ¿Se aisló para trabajar algo así o escuchó antes muchas versiones?

-Las había escuchado miles de veces antes de decidir hacer el disco, montones de versiones diferentes. Cuando decidí que las iba a grabar dejé radicalmente de oírlas. Preferí aislarme, trabajar con Víctor y hacer nuestra propia versión a base de análisis, reflexión y búsqueda. Una vez grabado sí volví a escuchar algunas nuevas versiones, para ver qué hacían los demás. Es curioso acercarse, una vez pasado todo el proceso de construcción personal de esta música, a las ideas de los otros colegas sobre ella y entender sus decisiones.

-¿Reconoce consciente o inconscientemente influencias en la forma de abordar estas sonatas?

-No especialmente. Hay muchos violinistas y músicos a los que admiro e intento tomar muchas cosas de ellos, pero con respecto a estas obras no creo que haya sentido la guía de nadie.

-¿Y qué es eso que admira de otros músicos?

-Me gusta la gente que toca con energía y pasión.

-Por ejemplo...

-Por ejemplo, Janine Jansen, Cecilia Bartoli, Gustavo Dudamel, Martha Argerich...

-Mucha pasión latina veo ahí.

-Claro. La música es pasión.

Brahms & Franck - Valderrama Brahms & Franck - Valderrama

Brahms & Franck - Valderrama

-¿Y cómo hace congeniar esa pasión con la voluntad analítica a la que se refería antes?

-El análisis es esencial. Un músico necesita descubrir lo que intentaba decir el compositor cuando escribió una cosa de una determinada forma; eso es fundamental, pero después hay que acercarse a la obra desde una visión personal. Sin el trabajo de análisis previo, nos equivocaríamos como intérpretes. Pero una vez hecho ese análisis y descubierta la idea que piensas que quiso transmitir el compositor, todo eso tiene que pasar por ti. Eso es crucial para comunicar. Como público, lo que me llega cuando asisto a un concierto es eso, la implicación personal de cada intérprete. Pasión y análisis tienen que ir de la mano. Una sin la otra no terminan de funcionar.

-Como complemento de las dos sonatas, incluyen el famoso Scherzo de Brahms para aquella obra de colaboración con Schumann, la Sonata F.A.E., y una pieza casi desconocida de Franck, Mélancolie.

-La de Brahms es pieza bien conocida y nos pareció que encajaba como apertura del CD. La de Franck fue todo un descubrimiento. No la conocíamos ninguno de los dos. Está muy poco grabada. Cuando la encontré, en medio de ese proceso personal de interiorización del que le hablé, con el título de Melancolía además, me pareció perfecta.Es una melodía sencilla, pero bellísima.

-El disco de Sarasate lo grabó con Luis del Valle, y para este ha escogido a su hermano Víctor, ¿por qué este cambio?

-Ellos forman como sabe un dúo de pianos formidable, uno de los más importantes de ahora mismo. Los admiro. Nos conocemos muy bien. Somos muy amigos los tres. Y sigo tocando mucho con Luis, pero este trabajo me apetecía hacerlo con Víctor, y de hecho lo llevábamos hablando desde hace mucho. Sabía que él había tocado las dos sonatas desde joven. Y la de la grabación era una ocasión magnífica para trabajar a fondo estas obras.

-¿Cómo está el panorama profesional para una solista de violín?

-Es difícil, porque hay muchísima competencia. Gente muy buena... y hay poco sitio. No hay hueco para todos. Pero no me quejo. He tenido suerte. Tengo muchos conciertos en España esta temporada: debuto con la Filarmónica de Málaga y tenemos todavía algunos recitales con la presentación del disco (Zaragoza, Málaga). Voy también a Estonia y en verano por primera vez a Japón, donde tocaré con la Yomiuri Symphony Orchestra, que es una de las más importantes del país. Estoy muy ilusionada.

"El panorama profesional está difícil. Mucha competencia, gente muy buena, y no hay hueco para todos"

-Sigue además como profesora en el Superior de Madrid, ¿cómo compagina la docencia con su actividad de conciertos?

-Lo llevo bastante bien. Hay unas reglas que cumplir, pero los conciertos suelen ser en viernes y sábado, que no tengo clases. Tampoco son tantas horas, y tengo tiempo para estudiar y preparar mi repertorio. Cuando lo necesito, solicito permiso y luego se recuperan las clases y ya está. Es verdad que mucho tiempo libre no me queda, sobre todo ahora con mi bebé.

-Me hablaba de otro disco entre los dos de cámara.

-Sí, fue un Concierto para violín, guitarra y orquesta de Lorenzo Palomo [Fulgores se titula la obra] que grabé con la Orquesta de Castilla y León con López Cobos, creo que fue su última grabación. Recientemente he grabado también con la Sinfónica de Barcelona el Tercer concierto de Joan Manén, obra que estaba inédita en disco y que tiene que salir en enero. Ambos discos son para Naxos.

-¿Algún nuevo proyecto de música de cámara?

-Muchas ideas, pero nada concreto. Dejaré reposar este.

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