El Gobierno egipcio exige a los islamistas que cesen las protestas

La mediación internacional cae en saco roto y se reabre el complicado panorama para los seguidores del depuesto Mursi

Agencias El Cairo

08 de agosto 2013 - 05:03

Las autoridades de Egipto dieron ayer por concluidos los esfuerzos diplomáticos para resolver la crisis política que atraviesa el país y pidieron a los islamistas que abandonen "rápidamente" las acampadas que mantienen en El Cairo.

Tras más de una semana de intensas gestiones de enviados internacionales, la Presidencia egipcia culpó del fracaso de dicha mediación a los Hermanos Musulmanes, grupo al que perteneció hasta que asumió el poder, el 30 de junio de 2012, el presidente Mohamed Mursi, derrocado por un golpe de Estado el pasado 3 de julio.

"Hoy terminaron los esfuerzos diplomáticos para dar la oportunidad adecuada a los Hermanos Musulmanes de renunciar a la violencia", señala la nota presidencial.

Los enviados de Estados Unidos, William Burns, y la Unión Europea (UE), Bernardino León, así como los jefes de la diplomacia de Emiratos Arabes Unidos y Catar se han entrevistado en los últimos días con las autoridades egipcias y con los islamistas.

Al respecto, la Presidencia destacó que les permitió visitar las protestas y hablar con sus responsables con el fin de "instar a los Hermanos Musulmanes a asumir su responsabilidad nacional".

Las autoridades agradecieron esta mediación, aunque el presidente interino egipcio, Adli Mansur, criticó las declaraciones del martes del senador John McCain, que viajó a Egipto por encargo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

El mandatario Mansur calificó de "injerencia inaceptable" que McCain aludiera a la destitución de Mursi como un "golpe" y urgiera a la liberación de los presos políticos.

Poco después del anuncio del fin de la mediación, el primer ministro, Hazem el Beblaui, pidió a los seguidores de Mursi que pongan fin "rápidamente" a sus protestas.

En una declaración televisada, Beblaui aseguró que no habrá "marcha atrás" en la decisión de disolver las acampadas de las plazas Rabea al Adauiya y Al Nahda, a cuyos responsables acusó de incitar a la violencia.

También advirtió de que el uso de armas por cualquier persona que no pertenezca a la Policía se encontrará con "la más severa fuerza", y reiteró que no se perseguirá a "quienes no tengan las manos manchadas de sangre".

"El Gobierno reafirma que protegerá la voluntad popular, que se expresó con fuerza el 30 de junio", concluyó el primer ministro, en alusión a las protestas que en esa fecha demandaron elecciones presidenciales anticipadas y que llevaron a la destitución de Mursi.

Las autoridades han advertido en varias ocasiones de que van a desmantelar las acampadas, protegidas ahora por muros, una operación que al parecer fue pospuesta para dar una oportunidad a los esfuerzos diplomáticos por hallar una solución pacífica.

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