Albert Pla en las duermevelas
El cantautor catalán lleva hoy y mañana al Central 'Somiatruites', una obra sobre lo que ocurre por dentro a la hora de ir a dormir concebida junto a Pascal Comelade.
A veces el momento de meterse en la cama se convierte en una operación delicada. Los pensamientos y los anhelos se agolpan y el embudo empieza a filtrar un goteo de estados de ánimo tantas veces contradictorios, cuando no prácticamente psicodélicos. A esos instantes dedicó Albert Pla su última obra, Somiatruites, nacida en primera instancia como representación teatral y convertida luego en un disco que sale a la venta el próximo martes. La versión escénica podrá verse hoy y mañana en el Teatro Central.
"Soy grande, soy pequeño, mañana lo arreglo todo", canta en una de las piezas el catalán, el músico que convirtió la candidez de la infancia en una prolongación del punk -de su sensibilidad más que de su estética- por otros medios; la misma persona que más adelante, en el centro de la oscuridad, susurrará "tengo una queja y un rencor", siempre esa sencillez radical, y eso le basta, con el tono bronco, para recordar que la vida parece a ratos una lista de agravios.
"Me puse hace algunos años a escribir letras sobre músicas de Pascal Comelade. Luego nos conocimos y al final él empezó a componer música para letras mías, y en fin: así fue naciendo, poco a poco", explica Pla (Sabadell, 1966) en conversación telefónica sobre este proyecto cuyo título, una expresión popular del catalán que significa sueñatortillas, hace referencia a todas esas personas que viven en las nubes o tienen sueños disparatados.
Jordi Busquets, Iván Telefúnkez, David Sáenz de Buruaga y Judith Farrés forman parte de la Petita Orquesta Somiatruites, la formación que tocará "canciones y ambientes" en este espectáculo que no es tanto un concierto como una suerte de cabaret tierno, extraño y desasosegante, todo a la vez. Ésa es al menos la intención de Pla, que para interpretar sus pasodobles y rancheras sui generis, sus baladas y por supuesto sus rumbitas envenenadas cuenta también con la colaboración del propio Comelade, rara avis y apátrida de los géneros, compositor y mulmultiinstrumentista tan interesado en las vanguardias académicas como en el folclore.
"Como oyente lo conozco desde siempre: estaban los Beatles, los Sex Pistols y el Comelade, ¿no?, claro... Personalmente lo conocí en la grabación de La diferencia [su anterior disco, publicado en 2008]. Le puso colorines en la mezcla final", explica sobre las cualidades cromáticas de la obra del francés, que trabaja a menudo con instrumentos que parecen sacados de una fábrica de juguetes, lo que de hecho sucede con frecuencia.
"Habrá un poco de todo, sí", retoma el autor de No sólo de rumba vive el hombre o Veintegenarios en Alburquerque. "Metemos unas introducciones, con palabras o con gags, para situar un poco", dice sobre su último montaje Pla, afable aunque tirando a pasota, como si diera por hecho que es evidente que sienta pereza al verse en la tesitura de analizar con distancia un trabajo que -ciertamente- se hace fuerte en los coletazos de intensidad poética de sus intuiciones. "Yo no me peleo jamás con el papel o la guitarra. Todo fluye tranquilamente; sólo tienes que encontrar el momento de enseñarlo", dice cuando se le pregunta por su método de trabajo, después de saber -por sus propias palabras en una vieja entrevista- que la mitad del año se levanta a las cinco de la mañana para trabajar y la otra mitad se acuesta a esa hora.
"Como a todo en la vida -sigue-, vas a parar por casualidad. En la vida vas chocando con las cosas; chocas con la rumba, chocas con los titiriteros [que en Somiatuitres manejan algunos muñecos, entre ellos Dj Crepúsculo y Las Siamesas Superglú]. Es todo muy simple. Nunca me he dicho a mí mismo: tienes que ser muy teatral... Cuando canto intento explicarme, y si para ello tengo que meter un pie en un cubo lleno de agua, pues lo meto y a otra cosa", afirma sobre su concepción profundamente teatral de la música este animal de escenario que planea rodar pronto con Isaki Lacuesta, autor de la hermosísima La leyenda del tiempo o de Los pasos dobles, con la que triunfó en el pasado Festival de San Sebastián.
Sólo recuerda un sueño recurrente: él en la aduana de Nueva York, cargado de drogas, en una fila de la que no se podía huir... y de repente sabía que lo iban a pillar. Pasado el tiempo, viajó allí, no ocurrió nada y la pesadilla dejó de molestar. Hoy, tampoco le molesta nada que se diga acerca de él. "Bueno, me molesta mogollón que le siguen poniendo la tilde a mi apellido. ¡Eso es empezar mal desde el principio, hombre! Pero es que hasta en las portadas de algunos discos míos está mal escrito", se queja entre risas.
"Como para la gente que vive en la ciudad cualquiera que viva en el campo es un puto ermitaño loco", dice Pla, él es "un ermitaño loco". Pero su alejamiento del mundanal ruido no lo es tanto como para no percibir el sentimiento generalizado de derrumbe: "Bueno, yo siempre he estado indignado y siempre he estado en crisis. ¡Y ahora empiezan a plagiarme! Eso me molesta. Que me plagien la indignación me molesta más que la piratería".
Somiatruites. Hoy y mañana, en el Teatro Central, a las 20:00. 20 euros.
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