¿Donde está, oh Muerte, tu victoria?
ÁNGEL SANZO | CRÍTICA
La ficha
****Programa: Preludio en Re mayor op. 28 nº 15, de F. Chopin; Sonata nº 2 en Si bemol menor op. 35, de F. Chopin; Fantasía en Re menor KV 397, de W. A. Mozart; Sonata nº 2 en Re menor op. 14, de S. Prokofiev. Piano: Ángel Sanzo. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Domingo, 15 de octubre. Aforo: 100 personas.
Tres de las cuatro obras que integraban el programa estaban en modo menor, con ese sonido de tristeza, de inquietud, de inestabilidad emocional. La intención del soberbio pianista antequerano era precisamente la de tejer un recital en torno a la muerte, sus incertidumbres y congojas, desde la famosa marcha fúnebre de Chopin hasta el homenaje póstumo de la sonata de Prokofiev, pasando por el miedo a la tuberculosis que acechó a Chopin en Mallorca cuando compuso su preludio nº 15 y por la triste y visionaria fantasía mozartiana.
Sanzo se mostró desde el principio como un pianista enormemente preocupado por el equilibrio, por la búsqueda del momento expresivo justo y apropiado para cada pieza, sin exagerar ni forzar, dándole a la música su papel protagonista por encima del intérprete. En el preludio chopiniano encontró el justo balance entre el acuciante ostinato de la mano izquierda y la línea melódica de la derecha, con el rubato necesario y con el control del color en todo momento. El carácter enérgico de su fraseo en el arranque de la sonata nº 2 estuvo siempre dominado por el deseo de claridad, acentuado por el sabio uso del pedal. La marcha fúnebre salió de sus manos antes concentrada e íntima que ampulosa, rematando en ese torbellino (“rumor aterrador del viento nocturno deslizándose sobre la tumbas”, Rubisntein dixit) del Finale: Presto con sus impresionantes tresillos desarmonizados interpretrados con precisión y tempo arrollador. A una fantasía de Mozart aligerada de densidad y cuajada de claridad le siguió una magistral versión de la sonata de Prokofiev, tensa, cambiante, ágil y espectacular: precisos cruces de manos en el Scherzo, matización de las dinámicas por debajo del mezzo forte en el Andante, para rematar con el carácter percutivo de la articulación y la digitación precisa del Vicace-Moderato final. Una lección de pianismo, de técnica y, sobre todo, de musicalidad.
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