Chus Cantero: estampas del Quijote y el Vizcaíno
El repentino fallecimiento del gran gestor cultural, vasco y sevillano de adopción, provoca una conmoción en el mundo de la cultura sevillana
El primer sentimiento es de incredulidad. El sábado por la mañana lo vi en el teatro Cajasol. Lo vio todo el mundo porque, con ese aspecto que le sirvió para hacer una performance en la presentación del ensayo de Antonio Molina Flores sobre Carlos Marx, no había mascarilla capaz de ocultar la imponente presencia, la personalidad gestual de Chus Cantero (1951-2021). Fue Pablo Juliá, sentado detrás de mí junto a Isa Pozuelo, su esposa, dos supervivientes de la foto de la tortilla, el que me advirtió de la presencia de Chus Cantero en la presentación de Al amparo del feminismo, el libro de conversaciones de Amparo Rubiales con Octavio Salazar.
Al final del acto, fui a felicitar a Mercedes de Pablos, Candón y Benedetti de segundo, por su apasionada y medida presentación. Chus Cantero le llevaba tres reliquias que valían tres potosís. En aquellos años 80 en los que él y un grupo de locos amigos se inventaron la fórmula de Cita en Sevilla, Antonio Burgos publicó un recuadro titulado Mercedes sabe chino. Era una metáfora. Pero Tomás Grau de Pablos, hijo de Mercedes, el hermano gemelo de Matilde, sabe literalmente japonés. Puede ver sin subtítulos películas de Kurosawa o Imamura o leer las críticas de los periódicos nipones a la última actuación de Iniesta. Chus Cantero se acercó a Mercedes y sacó de su morral tres libros en japonés para Tomás, su hijo japonólogo. La destinataria le expresó su emoción por el detalle.
Chus Cantero era un incondicional del Jueves. Su marxismo de guardarropía le llevaba a desconfiar de la sociedad de mercado, pero creía a pies juntillas en la sociedad del mercadillo, en ese rastro de la calle Feria que en mayo celebrará el quinto centenario del motín de la Cruz Verde. Chus Cantero fue una de las personas fundamentales cuando Amparo Rubiales, todavía en el Partido Comunista, se hizo cargo de la Cultura en la Diputación Provincial que presidía Manuel del Valle. Chus Cantero se ha muerto unos días antes del primer aniversario de la muerte del alcalde socialista que puso en marcha Cita en Sevilla.
Con sus amigos Miky Mata, Pedro González de la Hoz y Juan Víctor Rodríguez Yagüe, compañeros de viaje desde la infancia como los llama con ese retintín de ironía política, y con Eduardo del Campo y Bernardo Bueno, el concejal que los aglutinó a todos, formaron la Asociación Cultural Bargueño. Editaron un libro catálogo en el trigésimo aniversario de Cita en Sevilla y de sus ocho ediciones, entre 1984 y 1991. Amigos que todos los jueves del Jueves quedaban en el Vizcaíno. Un vasco en el Vizcaíno, redundancia bien quijotesca. Vizcaíno de cuna como José María de Ybarra, el naviero que fue alcalde de Sevilla y fundó con Narciso Bonaplata la Feria de Sevilla, la segunda calle Feria de la ciudad. Vizcaíno como Mariano Bellver, el coleccionista que donó a la ciudad su legado artístico que se puede ver en la Casa Fabiola; o como Rafa Iglesias, el ilustrador que inmortalizó los carteles de Silvio, el canterano de aquella Cita en Sevilla por la que pasaron Frank Zappa, Nina Hagen, Ian Dury, Joe Cocker o Montserrat Caballé en su única presencia artística en la capital imaginaria de la ópera.
Cantero se incorporó al equipo de la Expo 92, que tres años antes de su celebración se sumó a la programación de Cita en Sevilla con una actuación de Camarón en el Prado de San Sebastián y el estreno del himno de la Expo compuesto por Manuel Castillo e interpretado por la Orquesta Bética Filarmónica en el teatro Lope de Vega. Chus Cantero, canterano de la cultura de Sevilla con ficha de oriundo, como se decía en el argot del fútbol, se ha muerto el domingo de Pregón sin pregón. En su colaboración en la revista del trigésimo aniversario de la Expo, contaba que Cita en Sevilla, esa vanguardia sin cánones y sin liturgias, casi sin presupuestos, era hija de los carteles de fiestas primaverales de los años 20 del siglo XX, la quimera de la primera Exposición, y de un programa que en el curso 1971-72 puso en marcha el catedrático y futuro pregonero de la Semana Santa Francisco Morales Padrón que tituló Cita en Sevilla para dar a conocer la ciudad. La de este Bakunin apacible que no ha querido pasar otro año sin vivir la primavera. El barbudo que se sabía todos los secretos de los jesuitas y las maravillas bibliófilas de la capilla de los Luises.
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