ARTE

Fausto Velázquez: "Sevilla ha perdido colorido, la Expo la uniformó"

Fausto Velázquez con algunas de las obras de su exposición en la Casa de la Provincia.

Fausto Velázquez con algunas de las obras de su exposición en la Casa de la Provincia. / Juan Carlos Vázquez

Del vivir para contarlo de Gabriel García Márquez al vivir para pintarlo de Fausto Velázquez. La Algaba es su Macondo particular. De lo vivido a lo pintado es el título de la exposición de Fausto Velázquez (La Algaba, 1950) que esta tarde se inaugura en la Casa de la Provincia y podrá visitarse hasta el 7 de enero.

Un viaje en el tiempo y la memoria de este renacentista algabeño: pintor, sí, pero también músico, escenógrafo, galerista, actor, director de teatro. Medio siglo de trayectoria con la memoria como herramienta fundamental, "una memoria no sólo íntima, sino también común". Una muestra que es la historia de dos resistencias, una centrípeta, otra centrífuga. Desde el Teatro Algabeño hasta el coronavirus, es decir, desde que Fausto le declaró la guerra al mundo, al mundo que no le gustaba y le asfixiaba, hasta que el mundo nos declaró la guerra a todos con la pandemia. Un colofón artístico imprescindible. "Dice Lacomba que soy de los pocos pintores que soy cronista de mi época".

La Algaba 1973. Año del atentado contra Carrero Blanco. El Teatro Algabeño se convierte en anfitrión de un festival de teatro y cante jondo en el que intervienen el cantaor José Menese, el guitarrista Manolo Brenes y los grupos Teatro Lebrijano, Tábano de Madrid, La Cuadra y el propio Teatro Algabeño. La exposición arranca con la memoria gráfica de esta compañía de pueblo que recorrió España entera. El primer director fue Paco Velázquez, que ejercería la enseñanza; tomó las riendas Manuel

Velázquez, psicólogo y finalmente cogió el mando de esta asamblea creativa Fausto Velázquez, el benjamín de cuatro varones, los tres teatreros además de José, agricultor, cuarteto que precedió a Pepita, la joya de la corona.

La segunda parte de la exposición gira en torno a un espectáculo que es la particular Cantata de Santa María de Iquique de estos algabeños, Canto del Trigo y la Cizaña. Aparecen una serie de carteles de esta obra con dirección, letra, escenografía y música de Fausto Velázquez. Les censuraron uno de los carteles. "Aparecían las tres maneras diferentes con las que mataba Franco: el garrote vil, la horca y el fusilamiento". Saltaron de la Torre de los Guzmanes de su pueblo al teatro Lope de Vega, "donde no se cabía, había hasta gente sentada en el suelo". Como si el Algabeño, el equipo local, disputara la Copa de Campeones.

No les acompañó mucha gente. "Éramos los rojillos del pueblo y entonces no se llevaban tanto los rojillos como ahora". Nunca abandonó la pintura por estos vaivenes teatrales. "Yo pinto desde los cuatro años. Con 16 me dieron un premio internacional de pintura. Todas las mujeres de mi pueblo que se casaban se tenían que llevar un cuadro mío". Carteles de esta obra desde 1973 a 1977, desde Carrero Blanco hasta las elecciones convocadas y ganadas por Adolfo Suárez. Los titulares consecutivos de la avenida que rodea el real de la Feria.

Con la obra ‘Canto del trigo y la cizaña’, el Teatro Algabeño recorrió España entera

Vivieron muchas vicisitudes con esta caravana cultural de demandas seculares y reivindicaciones. "En Vitoria nos propusieron que desplegáramos una ikurriña, pero les dijimos que para eso sacábamos la bandera andaluza". De un andalucismo todavía incipiente en cuyos cimientos están esfuerzos como los del Teatro Algabeño. En 1977 llevaron la obra a un festival de teatro en Granada. En el cartel aparecen símbolos de la monarquía, del ejército, del tiempo nuevo, referencias al Guernica o al capitán Trueno.

Fausto Velázquez es profeta en su tierra. "El Ayuntamiento franquista me nombró hijo distinguido; el comunista me puso una calle y el socialista rotuló con mi nombre la Casa de la Cultura". El Teatro Algabeño fue el detonante para que La Algaba contara con una biblioteca pública. La muestra cuenta con grabados de personajes universales como Einstein o Virginia Woolf.

La parte más personal, prácticamente inédita hasta ahora, es su homenaje a la pintura "en época del coronavirus". Aprovechó el confinamiento para rendir tributo a sus maestros. Una suerte de vacuna artística contra el ostracismo y el aislamiento. Un murciélago, una de las primeras teorías de la génesis de la pandemia, sobrevuela en un pasaje donde aparece Marilyn Monroe. La peor de las tentaciones vivía arriba.

El pintor de los pintores: de Matisse y Pierre Vilar, amigo de Toulouse-Lautrec; de Georges Braque y Juan Gris; de Van Gogh y su bipolaridad. "El pintor con una vida más parecida a la de Van Gogh fue Félix de Cárdenas". "El del sombrero soy yo", señala a su otro yo, que es él mismo, en distintos de los lienzos, hermosas pinturas al óleo donde la esperanza le gana la batalla al pesimismo. La segunda resistencia de Fausto Velázquez. El pintor del teatro se enfrentaba a un drama de dimensiones mundiales, apocalípticas. Aparecen algunos de sus iconos culturales: la rusa Anna Ajmatova pisando la cruz gamada de los nazis y las imágenes totémicas del comunismo: Marx, Engels, Stalin, Mao. Estallido de colores en un podio de esqueletos como los que luchaban en la película Jasón y los argonautas.

La exposición incluye el cartel que hizo para la fiesta del Orgullo en Madrid. "Yo la titulé El soplo, pero le pusieron Cuál es tu pluma. Son plumas de palomas de la plaza del Salvador". En sus preferencias pictóricas, el artista del sombrero se lo quita ante sus maestros y muestra sus reservas. "Sevilla ha perdido colorido, la Expo la uniformó".

La muerte aparece en el grito y la denuncia de sus primeros carteles y también en la sombra del coronavirus. "Los árboles son los símbolos de la muerte". De lo vivido a lo pintado es una hermosa manera de volver a La Algaba sin salir de Sevilla. De su estudio en la calle San Isidoro. Antes lo tenía en Pasaje de Amores. "Hubo un homenaje a la generación del 27 en el Colegio de Médicos en el que participaron Gil de Biedma, Juan Gil-Albert y Luis Antonio de Villena. Los invité a mi estudio. Cuando le indiqué el camino de Feria, Amargura y Pasaje de Amores, Gil de Biedma me dijo que me había salido un poema de Cernuda". Dicho por el poeta barcelonés que escribió el prólogo de Ocnos en la edición de Taurus.

Fausto Velázquez de 1973 a 2023. "Se cuentan hechos y costumbres de épocas anteriores y, no obstante, de máxima actualidad". De los clásicos admite su magisterio, "llámense reinterpretaciones, recreaciones o nuevas versiones, hay un grupo de obras a las que los artistas volvemos una y otra vez, tal es su inagotable capacidad de seducción".

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