Cultura

Javier Cercas abre la Feria del Libro con un elogio del placer (y la utilidad) de leer

  • El autor ha inaugurado este jueves, en una desbordada carpa en la Plaza Nueva, la muy esperada edición de 2021 tras la obligada cancelación de la cita el año pasado

Javier Cercas, este jueves en la Feria del Libro, durante el encuentro inaugural de esta edición.

Javier Cercas, este jueves en la Feria del Libro, durante el encuentro inaugural de esta edición. / Candela Clauss (Feria del Libro de Sevilla)

Escrito está desde hace muchísimo tiempo que el dolor de separarse no es nada comparado con la alegría de reencontrarse. Nos podemos permitir este arranque sentimental porque lo dijo Dickens, que algo supo de la experiencia humana, pero sobre todo porque es verdad y venimos todos comprobándolo en los últimos meses, pasados los peores momentos de la pandemia.

También la Feria del Libro de Sevilla está de celebración, aunque la dificultad que ha entrañado montar esta "edición saliente de la pandemia" –hasta el 1 de noviembre– merezca ser comparada, como bromeó Esperanza Alcaide, presidenta de la asociación que la organiza, con la que en su momento supusieron "la construcción de las pirámides y los trabajos de Hércules".

Pero el caso es que ahí están, de nuevo, las casetas, los libros, la gente –sin restricciones de aforo: otra excelente noticia– en el recinto habilitado en la Plaza Nueva, en un formato algo remozado, con la carpa para presentaciones señaladas, mesas redondas y otras actividades ubicada ya no en el centro de la misma como hasta ahora, sino en uno de sus extremos, en la esquina más próxima a la calle Méndez Núñez. Con abanicos y folletos agitándose en todas las filas para tratar de combatir el calor digno de otras páginas del calendario que caía sobre (o desde) la carpa a las ocho de la tarde, esperaba la llegada de Javier Cercas el público que desde bastante antes del comienzo del acto abarrotaba el lugar.

El autor, con Esperanza Alcaide, el alcalde, Juan Espadas, y el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz. El autor, con Esperanza Alcaide, el alcalde, Juan Espadas, y el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz.

El autor, con Esperanza Alcaide, el alcalde, Juan Espadas, y el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz. / Candela Clauss (Feria del Libro de Sevilla)

Tras pasear durante unos minutos por la plaza acompañado por el alcalde de la ciudad, Juan Espadas, y el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo, Antonio Muñoz, el escritor llegó por fin a la carpa, donde Alcaide realizó un saludo de bienvenida y dio paso a Jacqueline Mayoral, psiquiatra y subdirectora médica del Hospital Covid de Sevilla, el antiguo Militar, que contó cómo surgió allí la iniciativa de crear, con la rapidísima colaboración de empresas y particulares que realizaron las donaciones, un servicio de biblioteca para combatir la terrible soledad de los enfermos de Covid.

Fue una intervención breve y contenida, sin aspavientos y tal vez por ello aún más emocionante, que dejó a los asistentes, como dijo Alcaide, "con el corazón chiquitito y una sonrisa en los labios". Y tras ella, ya de pleno, comenzó la inauguración, una conversación del autor de Soldados de Salamina o Anatomía de un instante con la periodista Marta Maldonado que sustituyó al hasta ahora tradicional pregón.

Y comenzó Cercas proponiendo una comparación bien conocida por sus lectores: la que es posible hacer entre la lectura y el sexo. "Porque leer, antes que nada, es un placer. Como el sexo. Y porque leer es, también, una forma de conocimiento. Como el sexo. La lectura es un placer o no es", dijo el autor, que con el apasionado y velocísimo verbo que le caracteriza compartió con el público algo que le había ocurrido no mucho antes, en la misma plaza, mientras tenía el mono de trabajo puesto y firmaba libros a destajo.

Sucedió que llegó un chico de unos 30 y tantos con un ejemplar de El punto ciego, el libro donde Cercas reunió una serie de ensayos surgido de una serie de conferencias que ofreció hace años en la Universidad de Oxford. Cuando el escritor le firmó la dedicatoria, este lector insistió tantísimo en darle las gracias, que Cercas le preguntó el porqué de esa insistencia que iba más allá, eso le pareció en un buen pálpito al autor, de la mera cortesía o el rubor de estar ante alguien admirado. "Y este chico me contó que antes de leer el libro militaba en un grupo neonazi. Cuando leí su libro me di cuenta de que el problema es que yo tenía demasiadas respuestas, pero no me formulaba preguntas, me dijo. Y se salió del grupo neonazi. Esto es lo mejor que le puede ocurrir a un escritor. Ahora mismo podría irme tranquilo a mi casa, no tengo nada más que decir. Este lector me ha levantado la moral para el resto del año”, contó.

Javier Cercas con Marta Maldonado, en la carpa de la Feria del Libro. Javier Cercas con Marta Maldonado, en la carpa de la Feria del Libro.

Javier Cercas con Marta Maldonado, en la carpa de la Feria del Libro. / Candela Clauss (Feria del Libro de Sevilla)

Este feliz encontronazo, ciertamente a la altura del mejor de los sueños para cualquier escritor, junto con el hecho de que el diálogo se desarrolló en gran medida en un tono promocional de sus dos últimas novelas, Terra Alta e Independencia, que merodean en torno al sentido y a la utilidad de la literatura, condujo las intervenciones de Cercas en esa dirección.

"Que la literatura no sirve para nada es una mentira, una superstición que tiene siglo y medio, cuando Wilde y Flaubert, para provocar a los burguesas de su época, que sólo entendían como útil y valioso acumular pasta, empezaron a decirlo", afirmó. "La literatura sirve para vivir más, de una manera más rica y compleja, para no conformarse, para intentar vivir tus sueños, para ser rebeldes. Flaubert con su Madame Bovary y Cervantes con El Quijote son emblemas de esto. La gran literatura dice cosas esenciales, eternas sobre el ser humano, sobre nosotros. Nos hace pensar por nuestra cuenta, y como escribió Camus es una forma de aprender a decir no y a ser más libres. ¿Cómo que no es útil la literatura, qué mentira es esa", añadió, ya lanzado.

Ya hacia el final, transcurrida una hora, Cercas quiso "volver al principio" cuando Maldonado le preguntó qué podrían hacer las instituciones, tan dadas a las campañas de fomento de la lectura vagamente abstractas, para de verdad inculcar y reforzar el interés por los libros. "La literatura no es una obligación, es un placer, y los placeres obligados no lo son. No sé –dijo, de repente juguetón y provocador–, tal vez lo mejor que podría hacerse sería prohibirla. Eso siempre despierta el interés, ¿no?".

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