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PopCAAC 2021 | crítica

Cualquier noche puede salir el sol

  • Javiera Mena y Rigoberta Bandini atrajeron al Festival PopCAAC 2021 a la mayor cantidad de gente que se ha reunido en nuestra ciudad ante un escenario desde que se desató la pandemia

Rigoberta Bandini / ÁNGEL BERNABÉU

Rigoberta Bandini / ÁNGEL BERNABÉU

Es posible que Rigoberta Bandini sea un producto coyuntural y es seguro que no tiene detrás el respaldo de una amplia trayectoria, de reconocida calidad, como la que posee Javiera Mena, pero en la noche del jueves la primera eclipsó por completo el brillo estelar de la segunda. Cuando Bandini puso de pie a 2.000 personas, cantando con ella quiero ser una perra, saltando y bailando en los cinco centímetros cuadrados de delante de sus sillas, rebelándose contra la norma establecida porque era lo que le pedían sus cinco sentidos, a la vez que cumpliéndola escrupulosamente sin mezclarse con nadie del entorno porque era lo que le pedía la razón, la situación creada pudo parecer un contrasentido, pero fue un momento bellísimo y lleno de simbolismo; uno de los mejores efectos visuales y sonoros que se hayan podido vivir en un concierto en nuestra ciudad desde hace muchísimo tiempo.

Y debo decir también que Bandini me ganó para su causa desde que dijo que el himno del Sevilla es lo mejor que le ha pasado a la música del fútbol; claro que para no meterse en aguas procelosas agregó también que la camiseta del Betis es más bonita. Y continuó la Fiesta que da título a la canción con la que siguió, tras haber comenzado el concierto con In Spain we call it soledad. Pero es que seguidamente tuvo el inmenso gusto de revisitar Qualsevol nit pot sortir el sol, llenándola de humor y musicalidad en una forma como nunca le escuchamos al adusto Jaume Sisa interpretar esta fascinante canción de bienvenida, que Bandini dedicó a las mujeres y los niños de Afganistán.

El viento que le hizo tomar impulso al velero musical de Bandini le sirvió para mantener una buena velocidad de crucero a través de The fuck fuck fuck poem, Cuando tú nazcas y una canción que compuso durante el confinamiento y todavía no ha grabado, que parece que va a llamarse Solo me apetece. Los ánimos se vinieron un poco más arriba con su versión de Tengo el corazón contento, respaldada por una instrumentación sincopada y muy atractiva que le proporcionaron Esteban Navarro desde los teclados y Juanma Barenys desde el kit de percusiones electrónicas, que permitía el lucimiento de la segunda voz de Belén, hermana del anterior y, sobre todo, de Bandini, que es una excelente cantante.

Que Cristo baje fue el paso atrás para tomar impulso, y tras comprobar Bandini con sus preguntas que Sevilla está llena de perras, desatar el entusiasmo colectivo, que ya no paró con A ver qué pasa y devino en delirio con el espectacular final de ritmos house de Too many drugs. Parafraseando a la canción de Sisa, en ese momento salió el sol en la pradera cartujana.

Javiera Mena Javiera Mena

Javiera Mena / Ángel Bernabéu

Después subió al escenario Javiera Mena y no hizo un concierto malo ni mucho menos, pero en ningún momento logró avivar la luz que había alboreado la noche con la irresistible Rigoberta Bandini. Comenzando la recta final, cuando Mena interpretó Luz de piedra de luna, el público, numerosísimo todavía aunque tras el primer concierto abandonaron el recinto casi dos centenares de personas, volvió a responder y convirtió aquel en un momento triunfal que ella mantuvo unos minutos más de forma fácil y efectista recuperando la versión de Yo no te pido la luna que grabase en su primer disco. Cerró con las canciones Diva y Espada, con las que mantuvo el tipo sin darle un punto más al big beat que sostenía, lo que hizo que la gente, aunque siguió levantada, apenas se moviese imperceptiblemente ya con la última.

Javiera Mena comenzó su concierto a medio gas, inmersa en el universo interior que describe en la canción Dentro de ti que eligió como punto de partida. Después se sentó al piano y mantuvo un feeling similar con Dos. Dos latidos y un suspiro, que se quebraron cuando el sintetizador de María Amores, su único respaldo instrumental, le imprimió un poco de velocidad al ritmo para interpretar La joya y dejarnos un ánimo solícito y turbado, ideal para recibir el sensual instinto animal que derramó con Corazón astral. No fue casualidad que Mena eligiese ese preciso momento para decir que hacía mucha calor aquí. Dedicó a todas las que se sienten mujeres la mítica canción de Mecano que todo el público coreó con ella, Dos mujeres que se dan la mano, tras la cual llegó el que considero que fue el mejor momento con Otra era, la canción que le da título a su disco del 2014, con la que realizó el viaje en el tiempo del que habla en ella de forma paralela al desarrollo de su carrera musical, comenzando intimista, con tono muy lírico, con emociones delicadamente sugeridas, elaborando paulatinamente el lenguaje musical hasta terminar de forma muy rítmica. Momentos preciosos.

Tras el Flasback, en el que habló de que el brillo está apagado pero siempre se mantiene, llegó el momento cumbre anteriormente descrito y los compases de su piano, a los que añadieron tensión los sintetizadores, nos trajo el palpitante ritmo de Diva, todo fuego; ahí debió terminar, con esta explosión tribal que, sin embargo, se vino abajo del todo por el momento forzado de recuerdo con la canción Espada. Mena debería haberse aplicado a sí misma lo que canta en ella: Si tú sabes que no, que no se puede…

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