Jesús Fernández | Crítica

El arte del triángulo isósceles

El bailaor Jesús Fernández presentó su espectáculo 'Puntos inacabados' en el Teatro Central de Sevilla.

El bailaor Jesús Fernández presentó su espectáculo 'Puntos inacabados' en el Teatro Central de Sevilla. / Grupo Joly

Jesús Fernández es un bailaor muy técnico, un virtuoso del ritmo. Porque Puntos inacabados es un espectáculo eminentemente percusivo donde las manos apenas tienen dos cometidos:la percusión corporal y contribuir al equilibrio. Lo que me gustó fue el tratamiento del espacio escénico, muy horizontal. Pero no a la manera rígida de los viejos maestros sino asumiendo las lecciones de los lenguajes escénicos contemporáneos. Me gustaron mucho algunos momentos de los pasos a dos con Moreno, que se suma a la moda antierótica de bailar con pantalones debajo de la falda. Eso sí, esta señora trae el erotismo de serie. Y en esta función este aspecto, y acaso también la profundidad, estaban limitados a los dúos entre los dos bailarines. Me gustaron también los apuntes humorísticos. Por lo demás, imperó el negro, la oscuridad. Incluso en las cantiñas los dos protagonistas vestían de luto riguroso. Durante toda la función una niebla pertinaz alejaba al público de los intérpretes. La seguiriya, un estilo de por sí enfático, me resultó enfática y larga. En ocasiones tuve la sensación de que el cante, excelente Ortega, era un adorno y que la coreografía hubiese seguido exactamente el mismo camino sin él. Jesús Fernández es capaz de dar tres giros sobre sí mismo mientras que Miguel Ortega le canta la taranta levantica del Cojo de Málaga. Eso está al alcance de pocos. También me interesó ese concepto de dejar ir las cosas, como en el taranto, donde el tango queda meramente apuntado, o en la seguiriya, que no sabemos exactamente si ha acabado.

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