LUDOVICE ENSEMBLE | CRÍTICA

Nostalgias de España en Versalles

Ludovice Ensemble y su barroco francés.

Ludovice Ensemble y su barroco francés. / Lolo Vasco/Femás

Podemos imaginarnos a la reina de Francia, la española María Teresa de Austria, curando sus tristezas en la soledad del gran Versalles con el remedio de músicas que le hablasen de España, de sus ritmos, de sus paisajes. Pero, por fortuna, tanto ella como su antecesora en el trono, la también española Ana de Austria, habían puesto de moda lo español en París, dando lugar a que compositores galos mirasen hacia el Sur en sus creaciones.

A este repertorio estuvo dedicado el concierto delicado y delicioso, a la par que brillante, del Ludovice Ensemble, todo un especialista en el barroco francés que tomó como columna vertebral la suite L’Espagnole de Couperin para sobre ella ir ofreciendo arias con textos en español o inspiradas en personajes como El Cid y Don Quijote. En las piezas instrumentales hay que destacar ante todo la idoneidad estilística del grupo con el universo francés, con un fraseo elegante, pausado, sin estridencias ni excesos articulatorios y dinámicos. Y también el empaste que permite un sonido dulce, íntimo, de cámara, sustentado sobre la calidad de cada uno de los intérpretes. Un momento especialmente bello por la delicadeza del sonido fue la introducción a Somneil, qui chaque nuit de Campra, con sonoridades evocadoras de la noche y del sueño bellísimas. Y en el Passacaille de Couperin fueron poco a poco acumulando las dinámicas sobre el eterno giro del ostinato, en una gradación muy medida de resultados casi hipnóticos.

Por su parte, André Lacerda, con la clásica voz de haute-contre de emisión alta, pero sin nasalidades, de bellos perfiles y colores, supo adaptar el fraseo, dentro del estilo francés (apoyaturas, portamentos expresivos, medias voces) al sentir de los textos. También la variedad de colores le permitió transmitir tanto la nobleza de Don Quijote como la rusticidad de Sancho Panza. Estuvo especialmente cuidada la pronunciación del castellano, con una articulación clara. Muy atento a la expresividad de los recitativos, desde los más tiernos a los más dramáticos, en las arias se recreó en la languidez del fraseo necesaria para dotar de sentido a la retórica poética de los textos.

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