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Crítica de Música

Panorama tras la batalla

Volvía Taller Sonoro a presentar en el Ciclo de Contemporánea del Central un programa especialmente exigente, sin concesiones, y lo hizo con la habitual solvencia y capacidad para contrastar géneros y estilos. El panorama de la actual música italiana que ofreció el grupo sevillano refleja bien el mundo compositivo tal y como ha quedado tras el desplome de la ortodoxia vanguardista a finales del siglo pasado: gran variedad de tendencias dentro de unas líneas más o menos definidas, que van de la exploración radical del sonido en todas sus vertientes a una aproximación a corrientes más tradicionalistas, apaciguadoras y cercanas al discurso de la música clásica.

Del pasado se insertaron Tropi (1959) de Niccolò Castiglioni, una obra llegada del tiempo del serialismo más combativo, y la Secuencia para clarinete de Luciano Berio, escrita en 1980 y que revela el gusto de Berio por la explotación virtuosística de los instrumentos solistas, que en este caso no renuncia a la gran línea melódica, magníficamente expuesta y matizada por Camilo Irizo. En clave diferente el Trío nº2 de Salvatore Sciarrino, de 1987, una música abrasiva, caleidoscópica, que se articula casi en forma de perpetuum mobile y exige notable agilidad de sus intérpretes. En torno a esta obra del gran maestro siciliano pivotó el resto, el discurso un tanto naïf de Alessandro Solbiati con No more (2014) en la que un grupo de niños se enfrenta al ensemble instrumental tratando de frenar con sus voces, admoniciones y gestos los sones de discordia y de guerra; la espléndida Rien va (2006), de Gabriele Manca, una búsqueda sensual en los límites del silencio, el refinamiento textural y la inmovilidad; la bruitista Still life with roses (2015) de Daniela Terranova, exploración radical de las posibilidades más heterodoxas de los instrumentos; y The skin of the onion (2002) de Mauro Lanza, canónica muestra del arte sonoro nacido del cruce entre la técnica más depurada y el puro eclecticismo.

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