Arte

Postales de una vida generosa

  • El pintor Ricardo Cadenas regresa a La Caja China con una selección de obras, en su mayoría sobre papel, en las que despliega sus memorias y afectos

Ricardo Cadenas (Sevilla, 1960) posa junto al cuadro 'Neotenia'.

Ricardo Cadenas (Sevilla, 1960) posa junto al cuadro 'Neotenia'. / Antonio Pizarro

Nada más entrar en la galería La Caja China el visitante encuentra una obra sobre papel en distintos tonos de azul que rinde homenaje a Paco Molina (1941-1993). Ricardo Cadenas aún se siente en deuda con el pintor y comisario por haberle descubierto muchos aspectos relacionados con el pop inglés y americano cuando era un adolescente ávido de imágenes: "Nos acercó registros hasta entonces desconocidos en Sevilla". Cadenas evoca su fascinación "por aquella especie de tótems que creaba Molina, los múltiples, unos artefactos que tenían mucho que ver con el collage y con la herencia de Cornell y Magritte. En su momento fueron una gran novedad como elementos de modernidad". Su cuadro recoge uno de ellos, enfrentando a las nubes su rotunda verticalidad añil, y le superpone un verso de Auden del libro Gracias, niebla. "Leí a Auden por primera vez por recomendación de mi gran amigo Felipe Benítez Reyes, al que debo tantos hallazgos y lecturas", precisa.

Al lado de esta obra cuelga otra titulada Oda marítima como el poema de Pessoa en el que se inspira y que el escritor portugués publicó en Orpheu, revista a la que Cadenas ya dedicó un inspirado lienzo. "Pessoa hacía muchas referencias a África en sus poemas y esa asociación la expreso con la figura angoleña", prosigue el pintor, integrante del grupo de artistas sevillanos (Curro González, Patricio Cabrera, Javier Buzón, Manolo Cuervo...) que irrumpió con fuerza en los años 80 -él en la órbita de La Máquina Española-.

Esta exposición recoge una quincena de piezas de distinto formato elaboradas en el último año, tras superar una enfermedad que le mantuvo durante meses apartado del estudio, aunque hay alguna anterior como Museo Spirou I. "No son exactamente collages, tampoco dibujos ni pintura, sino más bien trabajos híbridos, palimpsestos que conservan las huellas de mi universo temático". Cada obra retoma una y otra vez como un estribillo memorias, querencias suyas como el cómic y páginas tornasoladas de una biografía que apenas suma nueve años mientras recorre Madrid de la mano de su padre. "Solíamos visitar la Plaza Mayor en vísperas de la Navidad y un día descubrimos a un austríaco que hacía retratos recortando la silueta del modelo en cartulina negra. Soñaba con tener uno propio y no paré de pedírselo a mi padre, que al final acabó cediendo". La cabeza delimitada con pintura de pizarra del niño que fue y la nostalgia paterna cobran fuerza, superpuestas a viñetas, historietas y personajes como Chaplin, en una obra titulada Neotenia, un término que, en biología, tiene que ver con la resistencia al crecimiento de determinados animales y con la persistencia de caracteres juveniles tras alcanzarse el estado adulto.

‘Oda marítima’ junto a su homenaje a los tótems que pintaba Paco Molina (derecha). ‘Oda marítima’ junto a su homenaje a los tótems que pintaba Paco Molina (derecha).

‘Oda marítima’ junto a su homenaje a los tótems que pintaba Paco Molina (derecha). / Antonio Pizarro

En la pared del fondo de la galería, junto a la puerta que da acceso a la oficina, Cadenas ha ubicado cuatro cuadros realizados con técnicas mixtas donde el tono elegíaco es intenso: Paso de las horas. Pasolini en Roma. Valencia, 1937. Infancia en Berlín hacia 1900. En ellos, como en un abanico, despliega algunas imágenes que le obsesionan, como una fotografía de Miguel Hernández rodeado por los guardias de asalto de la República en 1937 que descubrió en un dominical. "Mi obra siempre intenta ser un cóctel donde lo personal, lo más subjetivo e incontrolable, se mezcla con lo más racional y objetivo. En estos cuatro cuadros están presentes Lisboa, Roma, Valencia y Berlín, ciudades que amo y conozco bien, pero no quería hablar de mi experiencia personal sino anclar en ellas ciertas fascinaciones, como esa fotografía de Miguel Hernández saliendo del comité antifascista de Valencia, enérgico y con ese soplo de vida". El color naranja empleado en Valencia, 1937 contrasta con el ocre de la obra vecina, inspirada por la lectura de Infancia en Berlín hacia 1900 de Walter Benjamin y que incluye páginas recortadas de un diccionario alemán de esa época.

'Museo Spirou I y II', su homenaje al dibujante belga Franquin. 'Museo Spirou I y II', su homenaje al dibujante belga Franquin.

'Museo Spirou I y II', su homenaje al dibujante belga Franquin. / Antonio Pizarro

Las publicaciones antiguas son abundantes, como en Museo 1960, donde la fecha de su nacimiento se impone a un fondo de páginas de los años 50 de la revista dedicada a ciencia y tecnología Mecánica popular. "Su tipología e imaginario gráfico me remite a otras revistas que pululaban por mi casa, como las Selecciones del Reader’s Digest".

En Escuela de Marcinelle, que dialoga con Museo Spirou I y II, vuelve a reflexionar sobre la influencia del cómic en su obra -especialmente de André Franquin, creador de Spirou- y sobre una idea progresista de Europa que prosperó en aquella ciudad belga y que a él le apetece reivindicar en tiempos del Brexit.

Pintura postal es el título de todo este proyecto expositivo. "Suelo trabajar siempre en mi estudio teniendo como punto de partida una postal. El collage tiene que ver con la mezcla que aportan los materiales y códigos visuales distintos y los que he reunido aquí me permiten generar en el espectador las sensaciones que me provocan a mí, al extenderse, los pliegues de la memoria". Uno pequeño sintetiza bien ese afán: combina una vista de Zahara de los Atunes cuando aún era un pequeño pueblo pesquero con una postal comprada por el artista en su primera visita a la Tate Modern e imágenes de Mecánica Popular.

Como su admirado Rauschenberg, Ricardo Cadenas piensa que "una cosa es el arte y otra la vida, y lo que me gusta es trabajar en el intersticio entre ambas". Esa hendidura es, al fin, la esencia de esta conversación gozosa y elegante que propone al visitante en La Caja China hasta el 15 de mayo.

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