Rosa Montero, escritora y periodista

"Mis personajes hacían cosas que yo no había escrito, fue un flipe"

Rosa Montero, durante un momento de la entrevista en Sevilla.

Rosa Montero, durante un momento de la entrevista en Sevilla. / José Ángel García

Rosa Montero (Madrid, 1951) acaba de publicar un libro más que curioso, una especie de juego literario que aceptó con cierta cautela pero que ha terminado siendo no sólo un divertimento sino una novela corta que funciona a la perfección, como "una pieza de relojería en la que todo encaja", que es lo que debe ser una novela negra. La desconocida, que así se llama la obra, tiene la peculiaridad de que está escrito a cuatro manos entre la autora española y el francés Olivier Truc, especialista en el género negro y todavía poco conocido en España.

El germen de esta obra de 155 páginas en la que están todo el rato pasando cosas y que se devora con avidez en una o dos tardes está en el festival Quais du Polar, un certamen de novela negra que se celebra cada año en Lyon. Desde el año pasado, se propuso la idea de hacer una nouvelle entre un escritor francés y otro de un país invitado. La primera edición le tocó a Alemania y en la segunda la nación agraciada fue España. Y la escritora a la que tentaron con aquella curiosa idea, muy al estilo del juego de los cadáveres exquisitos de los surrealistas, fue Rosa Montero.

"Me dejé tentar. No sé ni cómo, porque estaba en una vorágine como nunca en mi vida he estado, en mitad de la promoción de Los peligros de estar cuerda", dice la autora, que estuvo recientemente en Sevilla presentando el libro, editado por Alfaguara. "Me propusieron hacer esto con Olivier Truc, al que conozco desde hace diez años porque compartimos la misma editorial en Francia. Es majísimo, me cae muy bien, y entonces yo ya suponía que trabajar con él no iba a ser ningún problema".

Rosa Montero. Rosa Montero.

Rosa Montero. / José Ángel García

Cuenta Montero que estaba inmersa en esa "vorágine bestial" que fue la promoción de su anterior libro, pero Truc tampoco pasaba los días libres en el salón de su casa. El autor francés, que es también periodista como ella, estaba cubriendo la guerra de Ucrania para el diario Le Monde. "Así que las dificultades eran muchas pero nos vinimos arriba con ellas". 

El primero de esos obstáculos es que tenían que tener la obra lista en tres meses y una semana. "Había que entregarla a finales de noviembre para que pudiéramos tener el libro para el festival. Se ha publicado a la vez en España y en Francia. Tres meses y en nuestras circunstancias". Para que el lector se haga una idea, Montero viajó tres veces en esos tres meses a Latinoamérica, y en uno de esos viajes visitó tres países. Y además estuvo en Fráncfort y en Portugal. "No había ratos libres. Escribía a las seis de la mañana, en trenes, en aviones... Hasta en las colas de inmigración en Latinoamérica. Una locura."

El reto que el festival Quais du Polar propuso a Montero y a Truc tenía una serie de condiciones. Podían hacer la historia que quisiera, siempre que fuera negra y que ocurriera en Lyon, que es donde se celebra el encuentro, y en Barcelona, porque el certamen está hermanado con la Semana Negra de Barcelona. "Yo soy de Madrid, así que tuve que tirar mucho de internet y de amigos". 

La escritora madrileña, durante un momento de la entrevista. La escritora madrileña, durante un momento de la entrevista.

La escritora madrileña, durante un momento de la entrevista. / José Ángel García

"La extensión era de ocho capítulos de unos 20.000 caracteres cada uno, que son unas 155 páginas, y que teníamos que escribir de manera alterna. Yo escribí los impares y él los pares. Teníamos que esperar a que el otro nos mandara el capítulo para poder seguir. Lo proponían como una especie de cadáveres exquisitos, el juego aquel de los surrealistas, pero enseguida nos dimos cuenta de que hacer eso con una novela negra es una imbecilidad, porque la novela negra es la antítesis de un juego del absurdo. Tiene que ser lo contrario, una máquina de relojería en la que todo encaje".

Así que ambos propusieron sus ideas y Olivier Truc tuvo "la enorme generosidad" de aceptar la de Montero. "El huevecillo del que partimos era una mujer joven a la que se encuentra por casualidad en un contenedor en el puerto de Barcelona, un contenedor que no está registrado, y la mujer está atada, desmayada y golpeada. Se la llevan al hospital y se descubre que ha perdido momentáneamente la memoria, no se sabe quién pero aún así suponemos que tiene detrás un misterio muy grande porque hace cosas muy raras". 

A partir de ahí los dos autores se fueron sorprendiendo uno al otro. "Él escribía en francés y yo en español. Los capítulos iban inmediatamente a los traductores. Pero además, entre nosotros nos mandamos un montón de emails intentando desarrollar conjuntamente la historia para que tuviera sentido. Esos emails eran en inglés". A pesar de los tres idiomas ("era como la ONU"), los dos escritores se entendieron bien y se repartieron la creación de personajes. 

Montero creó a la desconocida y a la inspectora Anna Ripoll, de los Mossos d'Esquadra, mientras que Truc dio vida al inspector que tenía que venir de Lyon, Erik Zapori (llamado así porque Truc estaba en ese momento cubriendo la batalla de Zaporiya), y a otros personajes secundarios masculinos. "Yo tenía que seguir desarrollando sus personajes y él los míos. Eso fue un flipe impresionante. Tú creas al personaje pero luego te mandan un capítulo y ves que esos personajes que tú has creado están haciendo cosas que tú no has escrito. Es como si se independizaran". 

Ambos respetaron mucho "las líneas maestras del otro" y eso fue una de las razones "de que haya salido bien la historia". "Somos muy distintos, él es un escritor puramente de género y yo no, pero somos narradores parecidos. Nos interesan la narración, la historia y los personajes. Nos gusta viajar al otro. Nos pusimos al servicio de los personajes, de los nuestros y de los del otro. Y eso hace que no chirríen los personajes y no hagan cosas inconsecuentes de un capítulo a otro". 

Olivier Truc y Rosa Montero, autores de 'La desconocida'. Olivier Truc y Rosa Montero, autores de 'La desconocida'.

Olivier Truc y Rosa Montero, autores de 'La desconocida'. / EP

El libro tiene un ritmo frenético, a diferencia de las obras anteriores de ambos autores. "En un libro normal, puedes estar un año o dos antes de sentarte a escribir, y luego le metes un ritmo que es muy distinto a éste. En un libro normal, de 300 ó 400 páginas, hay subidas, bajadas, hay mesetas para el descanso del lector. Aquí no". 

Quizás la propia extensión de La desconocida sea la clave de su éxito. "Como era un capítulo de cada uno, intentamos que en cada capítulo hubiera un momento de tensión máxima, un nudo, un cráter, para ver qué hacía el otro. Y eso hace que el libro tenga un ritmo muy peculiar y febril".

El caso es que Montero y Truc se sintieron a gusto trabajando juntos y a distancia porque se están planteando repetir la experiencia. "Pero ya más tranquilos, sin que haya tres meses para hacerlo, sino el tiempo que sea, y no 150 páginas, sino la extensión que queramos. Y que lo hagamos mientras escribimos nuestros libros, como si estuviéramos jugando una partida de ajedrez a distancia". Sólo así, dice la escritora madrileña, volverá a inmiscuirse tan marcadamente en un género como el noir. Aún lo han decidido, se han dado de plazo hasta junio.

"Nunca he hecho novela negra de puro género. A mí no me gustan los géneros. Es algo limitador a estas alturas del siglo XXI". Sus novelas de la serie protagonizada por la detective tecnohumana Bruna Husky pueden enmarcarse en dentro de la literatura negra, "pero son también de ciencia ficción y psicológicas". Montero trabaja ahora en la cuarta entrega de la serie de Husky, que será la última, aunque avisa de que el personaje no morirá. "O al menos no lo hará en mis libros". 

Una autora como Montero, que ha escrito tanto sobre inteligencia artificial, opina que el ser humano "está viviendo una revolución tecnológica inconcebible, que nunca había vivido algo semejante". "No tiene nada que ver con la revolución industrial, es infinitamente más grande", y explica cómo está afectando el desarrollo de la inteligencia artifical a determinados colectivos, como los ilustradores. "Ya hay un montón de problemas legales. Muchos editores de libros para niños están utilizando la inteligencia artificial para ilustrar sus obras".

"Si a una máquina le dices que nos haga unas ilustraciones al estilo de Fulano, sería Fulano el que tiene la propiedad intelectual. Ya hay sentencias en EEUU que impiden registrar como propios libros en los que se utiliza la inteligencia artificial". En los textos, asegura Montero, todavía es difícil. "Una máquina puede escribir novelas, pero las haría todas iguales. Se sigue notando mucho que está escrito con inteligencia artificial, igual dentro de dos años no, pero por ahora sí. Donde sí es un problema ya es en las tesis doctorales y trabajos, porque es una literatura repetitiva, cansina y anodina y marcada por un patrón, por lo que no se nota tanto la diferencia".

Si hay un oficio afectado por esta revolución digital es precisamente el periodismo, que durante décadas ha ejercido la autora de La desconocida. Ella es optimista en cuanto al futuro de la profesión. "El periodismo está en un momento relativamente mejor que hace diez años. Estamos saliendo de una travesía del desierto brutal, que ha sido la adaptación al nuevo modelo de mercado digital. Eso ha sido devastador". Sin embargo, Montero cree que "se está saliendo" de ese desierto y a ello han ayudado las plataformas de pago de contenidos digitales, a las que la gente se está acostumbrando a contratar y que está ayudando también a las suscripciones digitales. "Eso está empezando a suceder en todo el mundo, así que creo que estamos mejor".

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