Tres cosas | Sala Cero

El amor es líquido, la risa sólida

  • Candela Fernández y Elías Sevillano regresan con 'Tres cosas', una comedia sobre el miedo al compromiso

Los actores Candela Fernández y Elías Sevillano.

Los actores Candela Fernández y Elías Sevillano. / Belén Vargas

Al final de Annie Hall (1977), la voz en off del personaje de Woody Allen recordaba el chiste de un tipo que va al psiquiatra y le cuenta alarmado que su hermano ha perdido las facultades mentales y cree que es una gallina. Ante la pregunta de por qué no ingresa a su familiar, el paciente le comenta: "Lo haría, pero necesito los huevos". A lo que el protagonista, que responde al nombre de Alvy Singer, añade: "Eso más o menos es lo que pienso sobre las relaciones humanas, ¿saben?, son totalmente irracionales y locas y absurdas, pero supongo que continuamos manteniéndolas porque la mayoría necesitamos los huevos".

Candela Fernández y Elías Sevillano se enredan en estos días en ese sinsentido de las relaciones humanas gracias a Tres cosas, la obra con la que regresan a la Sala Cero desde hoy hasta el 3 de febrero. Una comedia romántica que "se aleja de la ñoñería que habitualmente tiene el género", advierte Sevillano, y que altera el orden con que se desarrollan este tipo de tramas. "Normalmente, los personajes se conocen y se acaban liando. Aquí se empieza por el final: ellos tienen una relación física, pero no saben nada el uno del otro", expone el actor.

Fernández y Sevillano, en una visita a 'Diario de Sevilla'. Fernández y Sevillano, en una visita a 'Diario de Sevilla'.

Fernández y Sevillano, en una visita a 'Diario de Sevilla'. / Belén Vargas

Dani y Cris, los protagonistas de esta pieza, escrita originalmente con Scott Organ y adaptada al castellano por Bernabé Rico, tienen una noche "un encuentro muy divertido, muy placentero para los dos", desvelan sus intérpretes. "Pero después ella lo cita a él para decirle tres cosas. Que se lo pasó muy bien, que no quiere verlo más... y algo que desata el conflicto", cuenta Sevillano sobre una propuesta que bajo su aparente ligereza radiografía los temores y flaquezas del hombre y la mujer contemporáneos.

Entre ellos, el miedo al compromiso, un sentimiento que se apodera de Cris. "Reconozco que cuando me llegó el texto lo leí tres veces: ella me parecía incluso desagradable", admite Fernández, cuya percepción del personaje, una mujer descreída que "habla del fin del mundo y defiende que no hay futuro", fue variando a medida que se adentraba en él.

"Por miedo, hoy nos movemos en la superficie en nuestras relaciones sentimentales", opina Candela Fernández

"Ha apostado por la soledad porque cree que así se sufre menos, y que así hace sufrir menos a los demás", analiza la actriz. "Y de repente se encuentra con alguien que no tiene nada que ver con ella, con un carácter muy distinto. Básicamente, mientras Cris sobrevive, Dani está viviendo". Él "es más positivo, pero también tiene sus motivos", opina su compañero de reparto, que apostó por el texto –la obra es una producción de la Sala Cero, que él dirige junto con Ángel López– al apreciar que "en unas conversaciones muy ligeras, muy del día a día, subyacían mensajes muy interesantes". "Aunque utilice el humor para destensar, aunque la obra sea muy ágil y con mucha ironía", agrega Fernández, "en realidad estamos hablando de lo mismo de lo que trataba el sociólogo Zygmunt Bauman en El amor líquido, que la gente anda hoy en la superficie en sus relaciones, que no profundizamos por los miedos que tenemos. Habría que preguntarse dónde nos va a llevar esto", asegura la actriz.

La comedia "ayuda a digerir estas reflexiones", sostiene Sevillano, que se ha decantado por ese género en anteriores producciones. "Es el lenguaje que engancha al público, pero también en el que en nuestra compañía nos sentimos cómodos, incluso antes de que empezáramos con la sala". Su teatro "abrió en la ciudad un abanico, muestra formas diversas de abordar el género, del clown a las obras más de texto... Nos quisimos especializar desde el principio y hemos sido fieles a eso", comenta el protagonista de otros montajes como Se alquila sofá-cama.

Fernández, por el contrario, ha frecuentado menos de lo que habría querido su cara más divertida y en su trayectoria abundan los momentos dramáticos, como esa escena desgarradora que se marcaba en La voz dormida, de Benito Zambrano. "Siempre me han llamado para mujeres sufridoras, pero yo empecé a estudiar en el Instituto del Teatro porque quería ser, precisamente, una cómica, y en ese registro se movían los trabajos que hice entonces y que me marcaron. Fue salir al panorama laboral y me llamaron para que llorara", cuenta entre risas una actriz que redescubrió la pasión por su oficio en un curso de la UIMP de Santander con el dramaturgo Wajdi Mouawad (Incendios). "Vivimos en un tiempo en el que te desvelas por los likes que te dan en una red social, pero no te dedicas a tu profesión por eso", dice la intérprete, feliz con un espectáculo que la devuelve al noble afán de hacer reír. "Un periodista de Zaragoza dijo que dábamos humor y amor. Y la definición me encantó: resume muy bien lo que hacemos".

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