Alaitz Leceaga | Escritora

"Jamás pienso en la posteridad"

  • La bilbaína presenta en la Feria del Libro de Sevilla 'Hasta donde termina el mar', la novela con la que ganó el pasado septiembre el Premio Fernando Lara

Alaitz Leceaga, retratada en un céntrico hotel de Sevilla.

Alaitz Leceaga, retratada en un céntrico hotel de Sevilla. / José Ángel García

El éxito de su primera novela, El bosque sabe tu nombre, le permitió dejar su trabajo de agente inmobiliaria y dedicarse a tiempo completo a sus historias románticas, entre victorianas, brumosas y zafonescas. Con la segunda, Las hijas de la Tierra, ya se empezó a hablar una adaptación audiovisual. Y la tercera y última hasta la fecha, la recién llegada a las librerías Hasta donde termina el mar (Planeta), le valió el pasado mes de septiembre el Premio Fernando Lara, o sea, 120.000 euros más la confirmación por parte de la industria pesada de que Alaitz Leceaga (Bilbao, 1982), con sus ventas que se cuentan por cientos de miles de ejemplares, es oficialmente una mina de oro. El libro, que la autora ha presentado en la Feria del Libro de Sevilla, ofrece una historia de suspense envuelta en la niebla y el gélido viento del norte que sucede a principios del siglo XX en un pueblecito pesquero cuyos lugareños, aterrorizados, son sacudidos por una serie de misteriosas desapariciones de muchachas.

–Se inspiró usted en un caso real, un naufragio en la costa vizcaína a finales del XIX. ¿Por qué decidió partir de esa calamidad?

–Curiosamente llegué casi por casualidad a ese suceso. Fue un naufragio que sucedió en 1878 y se debió a una galerna, un tipo de temporal muy habitual en el Cantábrico, que acabó con la vida de 350 marineros. Me impresionó muchísimo pensar en el impacto que tendría la repentina ausencia de aquellas 350 vidas en comunidades tan pequeñas y tan unidas entre sí en aquel momento. Y empecé a tirar de aquel hilo, recordando también los paseos que daba con mi familia, cuando era mucho más pequeña, por los lugares donde transcurre la historia, que son todos lugares reales, y veía las estatuas de sirenas en los puertos pesqueros. Todavía hoy siguen, en esos espigones, como despidiendo a los marineros. Me apetecía reflejar cómo esas figuras de la mitología siguen estando presentes de algún modo en la costa cantábrica, porque esa imagen ha vivido siempre en mi cabeza.

–En su novela hay un hombre llamado Barba Azul que atemoriza a toda la población, pero muy especialmente a las mujeres. ¿Estaba en su intención dialogar con el presente, con ciertos debates de y sobre las mujeres de hoy, aunque fuera de manera oblicua y mediante la ficción?

–De alguna forma todos los artistas reflejan la realidad de su momento, incluso aunque no sea esa su intención. Cuando haces una película, compones una canción o escribes una novela, siempre está presente tu perspectiva sobre el momento en el que lo haces.

–"Siempre he tenido el sueño de ser escritora", dijo al recibir el Fernando Lara. ¿Qué se siente cuando una aspiración idealizada se convierte en trabajo, con plazos de entrega, contratos con letra pequeña, compromisos aquí y allá...?

–Le voy a confesar que yo no siento que este trabajo sea tedioso. Encontrarme con mis lectores, ahora más aún después de la pandemia, me encanta, lo disfruto muchísimo. Ahora es un trabajo en toda regla, sí, pero lo vivo con entusiasmo. Y no percibo ninguna presión, siempre escribo a mi ritmo, con tranquilidad, y soy consciente de que soy muy afortunada por poder dedicarme a escribir.

–Ha llegado a la industria de toda la vida tras lograr una sólida base de lectores en internet. Si tiene algún truco para enganchar tanto, a lo mejor no va a querer contarlo aquí, públicamente...

–La verdad es que ha sido un proceso maravilloso. Sí, comencé escribiendo relatos cortos en mis ratos libres y los iba publicando en una web. Con el paso de las semanas, esos relatos iban teniendo más y más seguidores y recibiendo más y más comentarios, del estilo "oye, no te olvides de que el martes tienes que actualizar el capítulo porque nos dejaste en lo mejor de la historia". Cuando surgió la idea para El bosque sabe tu nombre, al principio consideré mantenerme en esa vía e ir colgándolo en internet... pero me di cuenta de que tenía lanzarme a escribir una novela. Y aquí estamos.

–¿Escribir sabiendo qué tipo de libro ha funcionado y ha gustado quita libertad, se escribe pensando "cuidado, no vaya a dejarme lectores atrás"?

–No, no. Yo por ejemplo en esta novela me he acercado mucho más que en las anteriores novelas al misterio y la intriga. Escribo lo que yo misma disfrutaría leyendo. En este momento de mi carrera, no pienso en ese tipo de presiones, como tampoco he sentido, de momento al menos, ese miedo a la página en blanco del que tantos autores hablan. Siempre tengo muchas historias que contar, muchos personajes a los que dar vida.

–¿Su horizonte es el estante de best-sellers o le gustaría que sus libros fueran algo más para sus lectores?

–Cuando me siento a escribir lo que me interesa es contar una historia, centrarme en los personajes, en lo que ellos tienen que contar. No le doy vueltas a esas cosas, jamás pienso en la posteridad y ese tipo de historias. A mí lo que más me gusta es que se me acerquen los lectores, que espero que sean muchos y me digan "he disfrutado muchísimo con tu historia, has conseguido que me olvide un rato de mis cosas, me ha tenido enganchadísimo, no podía irme a dormir". Como autora, eso es sin duda lo que más valoro.

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