Los especialistas cuentan que el agua busca siempre su cauce. De la misma manera la pasión por el teatro, como la propia energía, no se destruye sino que se transforma y acaba encontrando cauces para expresarse.

Nueve intérpretes, dos músicos en escena, un sueño que ha tardado en madurar tres años y un director, José Luis de Blas que, enamorado de una escena de El jardín de los cerezos montó un taller para escribir un Chejov andaluz.

El resultado se vio anoche, en una sala B del Teatro Central abarrotada de público que asistió a una celebración amorosa oficiada por once profesionales que respiraban satisfacción, orgullo y profesionalidad.

José Luis de Blas y Lola Botello (director y coordinadora musical) han creado una obra que rezuma años de experiencia, dedicación y enormes ganas de hacer teatro por encima de calamidades, la mayor de ellas, la falta de criterio político de las administraciones que sirva para definir lo que debería ser el presente y el futuro de las artes escénicas en Andalucía y de la que Los árboles es un buen ejemplo a seguir.

La versión de la historia chejoviana tiene una adaptación perfecta al campo andaluz de los años 80 del siglo pasado. La mezcla de canciones e interpretación consigue una empatía instantánea con el público que se deja llevar por las cuitas de una familia rica venida a menos y una nueva sociedad que pugna por ocupar el lugar que se le ha negado hasta ahora.

Emocionante, profunda, divertida, el trabajo de estos héroes marca, como ya lo hacen otras compañías, el futuro del teatro en nuestra tierra.