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Jinetes de la justicia | Crítica

Terapia de grupo a mamporros

Mads Mikkelsen al frente de un peculiar escuadrón de vengadores.

Mads Mikkelsen al frente de un peculiar escuadrón de vengadores.

Dirigida y escrita por el guionista estrella del cine danés Anders Thomas Jensen, también responsable de títulos como Brothers, Después de la boda o En un mundo mejor, y con un elenco no menos estelar del cine de aquel país con Mads Mikkelsen (Otra ronda) y Nikolaj Lie Kaas (Los casos del Departamento Q) al frente, Jinetes de la justicia aspira a funcionar como cuento navideño entre dos frentes genéricos, a saber, el thriller de venganza y el psicoanálisis de grupo, a propósito del singular comando de varones de mediana edad en crisis dispuesto a tomarse la justicia por su mano tras la muerte de la esposa de uno de ellos.

La cinta de Jensen se mueve así entre el drama y la comedia paródica con desiguales resultados y cierta ambigüedad respecto a la carga satírica de sus dardos. Le viene muy bien a su premisa convertir en malos de tebeo a los antagonistas de nuestra particular banda de damnificados, un grupo mafioso y xenófobo al que odiar sea o no sea culpable. También pasar de puntillas cómicas por la legitimación de la violencia en manos de un puñado de fracasados y frikies, militares con síndrome de estrés postraumático, estadistas solitarios, hackers con sobrepeso o proxenetas del Este que se ganan nuestra simpatía en la revelación sentimental del origen de su condición dolorida e inadaptada.

Intentando así compensar las dos películas que lleva dentro, la de acción a quemarropa y la de terapia (patriarcal) de grupo, Jinetes de la justicia se decanta inevitablemente por la simpatía hacia sus vengadores aficionados comprendiendo sus razones y entendiendo sus acciones (equivocadas), paso previo a la expiación y a la reconciliación familiar en un nuevo orden donde la vieja masculinidad se sienta ya a la mesa perdonada, redimida y vestida con jerséis de renos a la espera de una nueva aventura.