La depresión de Hamlet es la nuestra

José Carlos Cuevas ha conseguido en muy poco tiempo rubricar sus obras, impregnarlas de un delicioso buen acabado que engarza un cuidado exquisito por sus textos y un preciosismo en la dirección. Secundado por la excelente actriz Lorena Roncero, Cuevas, en esta versión de Hamlet se hace eco de la depresión como uno de los mayores males de nuestro siglo. Jóvenes habitantes del primer mundo que se sienten obligados a ser felices y acaban acusando lo que los clásicos llamaban melancolía.

En esta propuesta se juega con el ser y no ser llevado al límite porque se superpone al juego realidad y ficción: actores y personas reales. José Carlos y Lorena entran y salen de sus roles teatrales constantemente. Es difícil no sentirse embriagado cuando suena Shakespeare y alejarse un poco cuando se intentan dar razones científicas que explican la depresión.

La dirección de Cuevas destaca sobre sus otras dos funciones, la de autor e intérprete. El juego con la levita-chaqueta, las sombras de las mamparas, el trono-funda, los sencillos cambios de vestuario, los movimientos suaves de Lorena, esas preciosas manos, hacen de este Hamlet un acto de ensimismamiento.

Un buen comienzo para esta cuarta Muestra de Teatro Barroco que continúa hasta el domingo con Tuyo Cid de la compañía Malaje Solo y La loca historia del Siglo de Oro de las cías La escalera de tijera y Z Teatro.

La muestra termina la semana que viene con LamaraÑa Teatro con su espectáculo Lope exprés y el esperado trabajo de Aida Santos-Allely, La pícara de Cervantes. En el teatro La Fundición.