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'Altares y escenarios' | Crítica

La aventura de hacer arte

  • El atractivo de las obras de los jóvenes creadores es que encierran una promesa, tal como se advierte en la exposición con que Di Gallery ha abierto su nueva sede en Muro de los Navarros

La obra de Alejandro Ginés expuesta en Di Gallery.

La obra de Alejandro Ginés expuesta en Di Gallery.

La técnica, la aplicación del saber científico a la solución de problemas concretos, es germen de libertad para la inteligencia y el deseo. Con la técnica se desvanecen supersticiones arraigadas y pierden vigencia mandatos y vetos heredados. Pero la técnica tiene también su lado oscuro: una falsa omnipotencia que cortocircuita el pensamiento: algunos siguen creyendo que podemos esquilmar sin freno la naturaleza. Los primeros románticos ya vieron ese peligro: si tratamos a la naturaleza sólo con hacha y azadón, decían, acabaremos dañándonos porque también nosotros somos naturaleza.

En esa estela de pensamiento un conocido pensador dijo que es mejor escuchar a la naturaleza que imponerle sin reflexión nuestros medios. La naturaleza, la tierra siempre sorprende, siempre puede presentar nuevos rasgos. No porque ofrezca nuevos minerales, hoy imprescindibles, o formas de energía insospechadas, sino porque, escuchándola, germinan otros modos de vivir.

Así se manifiesta en la ciencia y en el arte. Una invención científica brota de una pregunta nueva que surge en la relación entre investigador y naturaleza. Toda osadía del arte es el inicio de un camino, en esa misma relación, lleno de dudas pero también de esperanzas. Este es el atractivo de las obras de jóvenes artistas: cada una encierra una promesa. Así se advierte en la exposición con que Di Gallery ha inaugurado su nueva sede en Muro de los Navarros.

Destacan en ella de una parte, los indagadores del espacio. Alejandro Ginés (Sevilla,1984) mantiene una línea de trabajo, entre la arquitectura y la escultura, que paradójicamente niega a las dos. Sus piezas conforman espacios de escapada. Si los planos construyen un interior, como la arquitectura, y como la escultura, ocupan y definen un sitio, lo hacen sólo para trazar una salida. Como si pretendiera que sus objetos fueran sobre todo tránsitos que apuntan más allá de ellos mismos.

Un detalle de 'Fuking Picasso', de Pablo Merchante. Un detalle de 'Fuking Picasso', de Pablo Merchante.

Un detalle de 'Fuking Picasso', de Pablo Merchante.

Diferente es la propuesta de José García Vallés (Sevilla, 1986): su gran tetraedro es un potente volumen pero los tubos leds que marcan sus aristas y dibujan nuevos triángulos que dividen sus caras triangulares, generan una atmósfera que aligera su presencia.

La indagación de espacios de Rubén Fernández Castón (Badajoz, 1981) interesa por su temple interactivo. No puede hacerse en la muestra pero el espectador avisado lo experimentará mentalmente porque las piezas en dos dimensiones y las varillas de hierro sobre el suelo tienen exactas formas modulares que impulsan a la combinatoria.

Otros autores se acercan de un modo u otro a la pintura. Miguel Ángel Cardenal (Badajoz, 1989) estudia la percepción visual. El encuentro entre volúmenes y luz de la caja abierta hace pensar en las indagaciones de Luis Tomasello. Esta cercanía al arte óptico es menos clara en el lienzo donde los exactos rectángulos rojos y negros se ven interrumpidos por círculos trazados con cuidadoso trampantojo. Este giro conceptual se ve refrendado por el lienzo doblado: un modo de hacer pensar qué es la pintura, negando su presentación convencional.

En el trabajo de Pablo Merchante (Sevilla, 1982), Fuking Picasso (sic) parece latir más que un afán de matar al padre, un deso de cuestionar la propia pintura. El insulto a Picasso, la alusión a su riqueza (al convertir las eses del apellido en símbolos del dólar) es menos importante que su modo de tratar la pintura rompiendo, con destreza, la uniformidad convencional del pigmento para mostrar así su densidad material.

La propuesta de SRGER. La propuesta de SRGER.

La propuesta de SRGER.

Manuel M. Romero (Sevilla, 1993) por el contrario no rehúye la experimentación con formas ya consagradas. Su trabajo, cercano a la abstracción de los años setenta, no es desde luego una reiteración porque posee una innegable calidad poética.

La propuesta de SRGER (Sevilla, 1983), además de original, es visualmente sugestiva. Construye las obras con cinta adhesiva de diversos colores y calibres (algunas casi se reducen a una línea) que coloca sobre diversos soportes. El resultado es una abstracción cromática, extraña por las calidades, cercanas al vidrio. del material empleado. Que ese material lo haya recogido de países muy diversos añade una elemento conceptual a la obra.

Entre los estudiosos del espacio y los indagadores de la pintura se sitúa Raquel Algaba (Madrid, 1992) y Carlos Martínez (Alicante, 1982). Coinciden en el valor de la intimidad y en un modo de concebir el objeto que no se encuadra ni en la escultura ni en la pintura. Algaba tiene una poética serena quizá relacionada con el pensamiento oriental. Las cerámicas de Martínez, pequeñas y cuidadas, logran sin perder la sencillez hablar del espacio interior, como Louise Bourgeois en sus Guaridas de 1964.

La muestra quizá exija más de un recorrido. En parte por el interés de las obras y en parte, por la variedad de las propuestas. Recompensa, sin embargo, el esfuerzo la frescura de los trabajos.

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