Guitarra y guitarrista románticas

RIKO MORITA | CRÍTICA

Riko Morita en Real Academia de Bellas Artes.
Riko Morita en Real Academia de Bellas Artes. / Federico Mantecón

La ficha

****XVI Festival de la Guitarra de Sevilla. Programa: ‘Abendlied’ op. 13, de J. K. Mertz; ‘Introduction et Caprice’ op. 23, de G. Regondi; ‘Rossiniana’ nº 1 op. 190, de M. Giuliani. Guitarra: Riko Morita. Lugar: Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Fecha: Martes, 14 de octubre. Aforo: Lleno.

La nueva edición del Festival de la Guitarra de Sevilla se ha hecho este año más viajera que nunca. Su director, Francisco Bernier, ha querido salir de los espacios tradicionales (Espacio Turina esencialmente) para llenar la ciudad de música de guitarra, tanto clásica como flamenca o de jazz. Así, podrán escucharse conciertos (además de en Turina) en el Antiquarium, en el Espacio Santa Clara, Espartinas, CICUS, Museo de Bellas Artes, además de los que ya han tenido lugar en Tomares, Santiponce y Carmona.

Una de estas deslocalizaciones ha sido el salón noble de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, con un breve pero sustancioso recital de la japonesa Riko Morita. La elección del programa, íntegramente formado por música para la guitarra romántica, revela ya la especial sensibilidad de Morita a la hora de abordar la interpretación. El toque es delicado, preciso y limpio, con un sonido de gran riqueza de matices. El mecanismo de producción de sonido es de una exactitud admirable, sin un roce ni un chasquido, incluso en los glissandi más rápidos. Bellísima la delicadeza casi quebradiza de los armónicos de Giuliani, así como la nitidez de sus acciaccature. Tanto en el Abendlied de Mertz como en la Introduction de Regondi su linea de canto, su legato, desprendieron lirismo y poesía, con una delicadísima manera de enlazar las notas sin cesura alguna. Melodía y acompañamiento (bellos trémolos de suave articulación) se complementaban de manera armoniosa y con nitidez. Ese fraseo en los momentos más íntimos nunca estuvo enturbiado por portamentos ni excesivo rubato, dejando fluir las melodía con naturalidad. Pero también mostró su destreza a la hora de abordar con claridad y brillantez los pasajes más complejos del Caprice de Regondi y, sobre todo, de la Rossiniana de Giuliani. En esta última pieza la emergencia de las melodías rossinianas (procedentes de sus óperas Otello, L'italiana in Algeri y Armida) se fue revistiendo de un tejido cada vez más denso de semicorcheas y de pasajes de agilidad máxima que siempre sonaron de forma impecable. Y como propina, la Seranata Española de Joaquín Malats en la transcripción para guitarra de Fortea, con la que Riko Morita mostró también la gracia de su sentido del ritmo.

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