Flamenco

El viaje hacia la luz de José Mercé

  • El cantaor presenta este viernes en el Maestranza 'El Oripandó', un disco autobiográfico que ha preparado junto a Antonio Orozco y que considera "otro antes y después" en su evolución

José Mercé, fotografiado en Sevilla, donde ofrece este viernes un concierto en el Maestranza.

José Mercé, fotografiado en Sevilla, donde ofrece este viernes un concierto en el Maestranza. / José Ángel García

José Mercé coincidía con Antonio Orozco en la grabación del programa La Voz, y un día le confesó al intérprete de Devuélveme la vida y Pedacitos de ti que quería trabajar con él. Orozco, que admiraba al jerezano, se resistió a dar crédito a aquella invitación, y al día siguiente intentó confirmar que el veterano no le estaba vacilando. El maestro le expuso entonces que llevaba tiempo pensando en un álbum autobiográfico en el que pudiese sacar lo que llevaba dentro, y que él le parecía el hombre idóneo para llevar a la música y poner en palabras los sentimientos, la visión de la vida que albergaba. "Es que a Antonio se le considera un cantante de rock, pero para mí tiene algo de cantaor, para mí siempre ha sido un flamenco. Yo lo escuchaba cantar y me dolía; con su voz, con sus letras, a mí me llenaba", señala Mercé, que presenta este viernes en el Teatro Maestranza El Oripandó (Universal), el vigésimo disco de su carrera y el primero en el que tira de recuerdos personales y vivencias.

La expresión Oripandó, apuntan desde Universal, se refiere en caló "al sol y más profundamente al ciclo diario que marca el recorrido del sol por el cielo, desde el amanecer hasta el ocaso", una "metáfora del ciclo vital del nacimiento y la muerte y su vuelta a resurgir". Mercé tenía claro que el viaje iría hacia la luz, pero también que tendría que pasar por las tinieblas si quería ser honesto. Con la consigna de "yo te cuento y tú lo escribes", Mercé se abrió en canal con Orozco. "Recuerdo fatigas, recuerdo desnudas la cuenta y la casa", canta el jerezano, y vuelve la vista atrás a sus comienzos, cuando salió siendo un jovencito a recorrer mundo con la compañía de Antonio Gades. "Yo había visto el lujo en muchas películas, aunque creía que era mentira, que eso no existía en la vida real... Pero llegamos a Mónaco y aluciné. Todos esos Rolls-Royce, las mujeres con sus joyas... Reviví historias así ante Antonio, aunque él recurrió también a mi mujer, a mis hijas", explica sobre el proceso creativo del disco. No faltó en esas largas charlas el episodio más doloroso vivido por Mercé, la muerte de su hijo Curro hace ya 28 años. A él le dedica la canción Jamás desaparece lo que nunca parte. "Esa frase es mía, y Antonio se aferró a ella. Mi hijo no ha desaparecido, sigue con nosotros, en casa hablamos todos los días de él. Quería contar eso, que la gente a la que quieres no se te va". El viaje que propone el disco, por voluntad de los artífices, acaba en una alegría "en la que ves el barco, ves las olas, te dan ganas de vivir", defiende Mercé, entusiasmado con el trampantojo por el que ha optado el diseñador y publicista Yago Lorenzo para la portada del disco: lo que se antoja en un primer vistazo un sol es en realidad la yema de un huevo. "Da el pego, y si te pones a pensar, el huevo es sustento, es pureza, tiene importancia en nuestras vidas".

"Para mí, Antonio Orozco es un flamenco. A mí me duele, me emociona, lo que canta", dice Mercé

Mercé recuerda como "una maravilla" la grabación junto a Orozco y otros músicos como Jordi Culé o Pedro Hermosilla. "Yo fui muy disciplinado. Los flamencos somos un poco desordenados, pero si me decían que llegara al estudio a las ocho allí estaba yo". El cantaor reconoce que se sintió abrumado cuando le presentaron el primer tema, tocado por la Sinfónica de Bratislava. "Me dieron demasiada información de golpe, supongo", dice sobre un trabajo en el que se ha rodeado de Pablo López, Dorantes, La Mala, Tomatito y su hijo, José del Tomate, y el aclamado Lang Lang. "Fue muy sorprendente, cuando me lo dijeron no me lo creía. ‘¿Pero este hombre va a saber quién soy yo?’, les preguntaba. Pues, mira, le gustó tanto el proyecto que quería hacer dos canciones y nosotros le respondimos que no se preocupara, que con una bastaba... ¡al mejor pianista del mundo, nada menos!", relata entre risas. "El disco ha quedado bárbaro, los que amamos la música intentamos buscar lo mejor y aquí ha sido así, pero el directo también lo es. Ya veréis los audiovisuales", anticipa.

Con El Oripandó, Mercé ha vuelto a dar la espalda a las convenciones. Su discográfica presume de que con esta obra "nace un nuevo concepto dentro del árbol del flamenco. Una evolución desde los orígenes de las tarantas mineras hasta las alegrías", y el cantaor lo suscribe. "Ya sabéis que yo siempre he sido arriesgado, desde que hice Aire, pero esto es audaz, es un antes y un después mío, de nuevo", valora, aunque matiza: "Aquí todo es flamenco, cada tema se ajusta a un palo. Yo estoy feliz porque es un trabajazo. Son ocho cortes los que tiene el álbum, y yo no sé decir cuál de ellos es el que me gusta más".

José Mercé. José Mercé.

José Mercé. / José Ángel García

"Yo sigo siendo aquel quien fuera / también quien yo debiera", canta Mercé en el martinete Cuando todo empieza. "Sí, yo sigo siendo el mismo de siempre", afirma en persona. "Quizás tengo más responsabilidad, pero desde luego tengo la misma ilusión, y disfruto más sobre el escenario. El cuarto de hora de antes no se lo deseo a nadie, pero ya cuando estoy sobre el escenario, y veo a mi público, eso es la gloria", celebra el maestro, que hace mucho que sabe que debe seguir su camino y vive despreocupado de los puristas. "En el argot flamenco se dice que la seguiriya es cante grande, la bulería cante pequeño, pero depende de quien lo ejecute. Porque si un tío canta por seguiriyas, y si lo hace mal, ¿dónde está la grandeza? Hace años me preguntaban si leía las críticas, y se sorprendían de que no lo hiciera. Algunas eran destructivas, iban a los conciertos a ver los fallos y no a disfrutar. ¿Para qué voy a leerlas?", concluye el jerezano, "si yo sé cómo canto".

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