Lucía Vázquez vuelve a la esencia

Artes escénicas

La bailarina y coreógrafa estrena en el Central ‘Normcore -lo normal-’, un espectáculo en el que junto a Sandra Ortega y Miguel Marín reivindica la belleza sin artificios de lo común

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La bailarina y coreógrafa Lucía Vázquez, fotografiada antes de esta entrevista.
La bailarina y coreógrafa Lucía Vázquez, fotografiada antes de esta entrevista. / María de Jesús

La coreógrafa Lucía Vázquez corroboró los años que vivió en Japón una intuición que albergaba: que los artistas no necesitan el alarde y el aspaviento para transmitir al público, que hay una verdad genuina en la contención. “Ese minimalismo, esa atención por el detalle y por un tempo más lento siempre habían estado dentro de mí, pero la estancia en Japón me confirmó que ese era el camino”, expone la bailarina, que estrena este fin de semana en el Teatro Central (sala B, viernes y sábado a las 19:00) Normcore –lo normal–, un espectáculo “sencillo, pero con mucha poesía” en el que reivindica la despojada belleza de lo común frente al canon recargado y artificioso de nuestros días.

Vázquez, una de las creadoras más reconocidas de la última danza andaluza, comparte escenario en esta ocasión con Sandra Ortega, instalada en Sevilla desde hace unos años –los espectadores han podido verla en varios montajes de Dos Proposiciones– tras su paso por compañías del prestigio de Les Ballets C de la B o la compañía Rosas. “Llamé a Sandra porque quería investigar la presencia en escena de una bailarina. Me interesaba porque tenemos formaciones parecidas, las mismas energías e incluso físicos similares: en el teaser que hemos grabado la gente llega a confundirnos en algunos momentos”, señala Vázquez. “Pero cada una tiene una presencia. En las personalidades, en las miradas, es donde se nos va a distinguir. Y eso es lo que defiende la obra: que no necesitamos nada para llamar la atención, que lo que nos hace especiales es el brillo que nos nace de dentro”, argumenta.

Vázquez, fascinada aún por la liturgia de la danza, se pregunta en qué momento la carnalidad y el movimiento dan paso a nociones inasibles como el aura, el carisma, el espíritu. Las notas de Normcore –lo normal– definen así la investigación que emprenden sus protagonistas: cómo dos bailarinas “con apariencia similar” pueden “encarnar una coreografía de formas diversas según su cuerpo y su espíritu, la imaginación y sus propios misterios”, brindando “lo individual que emana de cada una de ellas”.

Vázquez cree que en esta nueva pieza se mantiene fiel al universo que ha construido en propuestas como Further Thoughts o Mazari, esa austeridad “que no busco, que me sale de forma natural. Aquí tampoco quiero grandes efectos ni exageraciones”. Otro elemento refuerza la impresión de que Vázquez prosigue por el mismo camino: Miguel Marín, Árbol, que vuelve a encargarse del diseño sonoro y la música en directo. “Yo soñaba con trabajar con Miguel desde que era estudiante y él ya se había consagrado como compositor para la danza, y cuando empezamos a hacerlo sentimos que conectamos mucho. Yo le lanzo las ideas, él se encierra en su estudio y lo que hace encaja perfectamente con el material coreógrafico que yo he ido creando en silencio. Su estética es muy contemplativa, muy paisajística, también es muy profunda y apela a las emociones. Casa con la visión que yo tengo de un espectáculo”, relata la sevillana.

“Lo que nos hace especiales es el brillo que nos nace de dentro”, asegura Vázquez

En Normcore –lo normal–, Vázquez siente que vuelve a la esencia, “y la esencia mía es bailar. Creía que lo honesto, ahora, es volver al movimiento”, dice sobre un montaje que tendrá, promete, “mucha danza”. La sevillana está cerrando un círculo. “Yo vengo del ballet clásico, y durante muchos años me pasaba el día entero bailando, tomando clases... Cuando empiezas a crear tienes miedo al vacío y llevas eso a escena. Después te vas despojando de ese miedo, ganando en seguridad, y te permites experimentar con otro tipo de lenguajes. Pero avanzado el proceso regresas al punto de partida”, medita Vázquez, que observa “que otros creadores como Guillermo Weickert o Manuela Nogales han hecho un viaje parecido, apuestan ahora más por el baile en sus proyectos”.

Tras el estreno de Normcore -lo normal– en el Central, Lucía Vázquez visitará el 8 de marzo el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente de Segovia para presentar Bajo el árbol, un solo que también dialoga con lo trascendente. “En un principio se llamaba Bajo el árbol el dolor es viento, y habla de cómo el contacto con la naturaleza suaviza las penas, te limpia el espíritu”, asegura sobre un trabajo que en Sevilla se ha visto en el CAAC y con el que clausurará el 13 de marzo la exposición de Juan Cuenca que acoge la Fundación Komun.es, una muestra cuyo título, Esencial, se ajusta como un guante a las coreografías de Lucía Vázquez.

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