La maestría e interpretación salvaje de Club Caníbal

EL esperpento español hace diez años que tiene su máximo representante en la compañía Club Caníbal que dirige Chiqui Carabante al alimón con los intérpretes Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa. Herederos de Berlanga y del mejor Joglars se han convertido en los mejores cronistas de una España negra trufada de corrupción y malas artes que pusieron de manifiesto en su trilogía Crónicas ibéricas en las que desarrollaron un estilo propio que los hace reconocibles como los más gamberros de la escena teatral española. Sus obras, Desde aquí veo sucia la plaza, Herederos del ocaso y Algún día todo esto será tuyo retrataron a la piel de toro desde la costumbre de tirar una cabra desde un campanario, la verdadera historia del equipo paralímpico español de baloncesto que consiguió la medalla de plata en Sídney 2000 y ninguno de los deportistas sufría alguna discapacidad y, la tercera, los inefables últimos días del presidente de El Corte Inglés, uno de los padres del capitalismo español. La anterior pieza de la compañía se ocupó del mismísimo rey Alfonso XII y su entusiasmo por el cine porno, Alfonso el africano.

Con estos precedentes era lógico esperar su nueva creación, con un título críptico, Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro, como agua de mayo.

Esta vez la historia se traslada a un municipio indeterminado, Villanueva de la Faca, donde la riqueza de sus agricultores está directamente ligada al uso indebido que se hace de un pozo de agua que pertenece a un parque natural colindante. Juan, el alcalde, hombre del pueblo, no quiere desdecirse de sus promesas electorales y seguirá esquilmando el pozo contra los dictados legales y las recomendaciones que llegan de Europa y que se van traduciendo en sucesivas multas que el alcalde paga sabiendo que le sale más barato apoquinar que atender al cierre del pozo. Y aquí empieza la salvajada escénica liderada por la santísima trinidad formada por estos inmejorables actores, Font García, Vito Sanz y Juan Vinuesa secundados por el músico en escena, Pablo Peña.

Ataviados con sus característicos pantalones cortos, los actores se multiplican dando vida a todos los personajes tirando de su sabiduría por la caricatura. No es difícil ver en ellos a presidentas de comunidad autónoma, al mismísimo rey Juan Carlos, a Bertín Osborne o a la duquesa de Alba redivida.

Chiqui Carabante dirige y escribe, junto a sus intérpretes, un texto en el que, evidentemente, se sienten cómodos porque ponen en juego a los clowns golfos que llevan dentro. Defensa de la estulticia, del mundo cateto, no tan cateto si atendemos a los pingües beneficios que el pueblo saca del abuso del pozo acuífero. Ante una primera parte que se resiente de falta de ritmo y unidad, la obra se va llevando al límite cuando aparece la feliz idea de la aparición de una virgen imaginaria que les da la excusa para instalar un parque acuático con reminiscencias marianas. La obra se estrenó hace un año y, me temo, ha sido sobrepasada por la llegada de Trump al poder, la destructora Dana en Valencia y hasta la muerte de un papa que convierten a Instrucciones en un divertimento que si bien hace reír a carcajadas al público, la han envejecido.