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Cultura

"La poesía sigue anclada en metáforas gastadas que no le hacen ningún bien"

  • Pablo García Casado presenta esta tarde en la Pérgola 'Fuera de campo', el volumen en el que recoge los tres libros de versos que ha publicado y con el que entra en el catálogo de Visor

La aparición de Las afueras, el libro con el que debutó Pablo García Casado en 1997 y por el que recibió el Premio Ojo Crítico, sacudió una poesía española un tanto adormecida por entonces. En un panorama casi monocorde aquel texto despojado de artificio, tan seco como conmovedor, aportaba una sonoridad nueva, pero aquella propuesta no sorprendía sólo por cuestiones de estilo: demostraba que la lírica también podía acercarse a la realidad y retratar las miserias del hombre contemporáneo desde una austeridad y concreción en las antípodas de la tosquedad de los subrayados. Las siguientes creaciones -El mapa de América (2001), y Dinero (2007)- siguieron despertando la curiosidad y remarcaron la condición de fenómeno del autor, hasta el punto de que su obra lograba agotarse pese a la poca atención que el mercado suele prestar al género. Quienes mostraban interés en acceder a su producción ya no encontraban ejemplares disponibles, de ahí que el cordobés planeara junto al editor que había apostado por él desde sus comienzos, el audaz Sergio Gaspar, de DVD, una fórmula que devolviera de golpe a las librerías aquellas creaciones: un único volumen con la poesía reunida del autor. "Fuimos dejando pasar la idea hasta que Sergio me dijo que ya no podía ser [la editorial echó el cierre recientemente], pero me animó a moverlo por otros sitios", explica el autor sobre un proyecto que publica ahora Visor con el título de Fuera de campo y un prólogo de Antonio Lucas. García Casado presenta hoy el libro -a las 20:00, en la Pérgola- junto a Salvador Gutiérrez Solís, Alberto Rodríguez y Rafael Cobos en un acto organizado por la Consejería de Cultura y Deporte.

En reconocimiento a sus lectores, el también director de la Filmoteca de Andalucía rechazó la posibilidad de retocar los poemas, que finalmente se han reeditado tal como se difundieron por primera vez, aunque el conjunto incluye algunos textos "que no terminé en su momento". García Casado reconoce que ha hecho "un pacto con el pasado. Hay poemas que no me agradan, pero llega un momento de la vida en el que hay que asumir las cosas que has hecho y que no te gustan", admite. De alguna manera, prosigue, "cuando uno publica libros éstos ya no son suyos, sino de quienes los leen. Para ser fieles a ellos he hecho modificaciones por añadidura, pero no por eliminación, que era lo más tentador".

Aunque cada poemario describe distintos paisajes y despliega estrategias diferentes, una búsqueda que ha desembocado en su preferencia por el poema en prosa, "que es donde me siento más cómodo, me parece el lugar estético que más me interesa para lo que hago", el autor sí percibe "un aire de familia" que recorre sus libros. Entre esas claves comunes destacaría el tratamiento de situaciones descarnadas desde la sutileza de la elipsis, un recurso que explicaría ese Fuera de campo del título. "Cogí un concepto cinematográfico, alude a las cosas que ocurren, que están dentro del poema pero no aparecen en él. Hay quienes escriben por acumulación, y otros por eliminación, por conseguir que el poema se quede lo más limpio posible, como es mi caso. Pero a fin de cuentas, también eso es una retórica".

Que García Casado opte por sugerir en sus versos no impide que firme verdaderas radiografías morales de la actualidad: Dinero, retrato implacable de una sociedad regida por lo económico, anticipaba con rotundidad la deriva de ese materialismo insostenible. "Pechos una vez de brillantina, la locura de la sala de fiestas, todos esos hombres y sólo tú, con tu cara de pájaro. Ven aquí, voy a llevarte lejos de este infierno, tengo negocios. El mismo hombre que hoy se arrodilla en el cajero automático y que suplica, perdónanos, Señor, perdónanos", escribía en Sevilla Este, uno de los fragmentos de ese libro. En este barrio, en el que residía el autor, se palpaba "la situación de angustia económica, ese vértigo por lo que se debía, esa asfixia de las hipotecas. Y había una sensación de culpa, uno se sentía culpable de haber fracasado en la vida", observa el escritor. "Antes parecía que si eras pobre eras idiota, y si no te ibas de vacaciones eras prácticamente un delincuente en contra del sistema. Ahora el relato del triunfo ha cambiado por el relato de fracaso. Aunque hablaba de cómo el dinero ha sustituido la pulsión religiosa, se ha convertido en un tótem, no es un libro profético: lo que ocurre es que el escritor, y creo que también el buen periodista, tiene que mirar un poco más allá, dedicar al mundo una mirada oblicua, transversal", argumenta.

Cuando se le pregunta por la influencia que ha ejercido su estética en otros autores, García Casado asegura únicamente que siente "mucho cariño alrededor. Pero me veo más como un compañero de viaje, no como un maestro, porque mi obra no tiene suficiente carga moral como para hacer un ejercicio de magisterio". Señala, como una de las razones que justificarían su éxito, que "la poesía española necesita abrir una ventana hacia otros lenguajes, hacia otras cosas que están pasando, hacia otros atrezzos. Sigue anclada en algunas metáforas gastadas que no le benefician. Si tú quieres escribir sobre eso, vale, pero tienes que hacerlo muy bien, porque ya hay mucha gente que ha hecho lo mismo. La poesía sólo crece cuando incorpora cosas que no estaban antes, y yo intento hacer eso. Cada vez los referentes de los escritores son más variados: el cine, la música, el teatro... Eso llamó la atención de mi libro cuando salió", concluye, "porque es más fácil dejarse llevar por una corriente fértil, por un neosimbolismo de baja intensidad, en el que se habla de fruta madura, el amanecer, las palmeras, el río...".

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