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Cultura

Rendidos ante el héroe discreto

  • Daniel Suberviola y Luis Felipe Torrente evocan a Chaves Nogales en 'El hombre que estaba allí'

En la España fratricida del 36, en la Rusia bolchevique, en la Italia fascista, en la Alemania nazi y en el Londres envuelto en llamas de la Segunda Guerra Mundial. Allí estuvo Manuel Chaves Nogales, andando y contando, en eso consiste, ni más, ni menos, el oficio del periodismo, como le gustaba decir; como si fuera fácil. Su mérito, por descontado, no consistió tan sólo en asistir en primera persona, como testigo siempre refractario a los dogmas y a la terrible estridencia de una época marcada a sangre y fuego, sí, por los totalitarismos que lo dejaban a uno solo, en el frío de la intemperie, si no tomaba partido por uno u otro. Su arrojo y su audacia quedan fuera de toda duda, como la calidad de su escritura clara, viva y elegante, pero si por algo en especial destacó el periodista sevillano, fallecido en 1944 en Londres a los 47 años, si por algo hoy se le vuelve a leer con renovado interés, con una admiración que no deja de crecer, es por la insólita capacidad que tuvo para tomar distancia y, al hacerlo, observar con lucidez, por momentos se diría que con fulgores visionarios, lo que a la mayoría, en los periódicos y fuera de ellos, le costó meses, y años, hasta décadas, ver con claridad.

El hombre que estaba allí, el documental presentado en la Feria del Libro, es el acercamiento a su figura y a su obra que proponen Daniel Suberviola y Luis Felipe Torrente, ambos "rendidos" ante "un personaje que en cierto modo es un misterio", un "heroe perseguido y discreto", un "aventurero" con una vida "digna de un auténtico thriller". "Tenía un criterio propio frente a las dos opciones que en su época se le ofrecían a cualquier individuo que viviera en este país, y como no se casó ni con unos ni con otros, con el paso de los años ni la derecha ni la izquierda lo reivindicó como propio", dice Torrente, incidiendo en ese perfil de Chaves Nogales como uno de los más dignos y altos ejemplos de esa quimérica tercera España que las intransigencias de su siglo machacaron sin contemplaciones.

Destacados "chavesnogalistas", como Antonio Muñoz Molina y Andrés Trapiello, también Jorge Martínez Reverte y María Isabel Cintas -la catedrática de la Universidad de Sevilla que dedicó más de 20 años a reunir el legado disperso del periodista y a reconstruir sus pasos por el mundo, una investigadora sin la cual no se podría entender el formidable proceso de rehabilitación pública que vive desde hace unos años el sevillano- aparecen en el trabajo de Suberviola y Torrente, que hablan con especial cariño de una voz fundamental que recoge también su documental: Pilar Chaves Jones, hija del escritor, la única persona todavía viva que lo conoció de primera, primerísima mano, y que asistió el viernes al acto celebrado en la Pérgola, impulsado por el Centro de Estudios Andaluces, que ha financiado parte de este proyecto.

"Ella ha sido el principal acicate. Nos ha enamorado a los dos. Es un pozo de sabiduría, sabe mucho de la vida, sabe mucho de todo y además cocina muy bien", sonríe Torrente, hijo -por cierto- del escritor Gonzalo Torrente Ballester, de quien heredó "la miopía, el no cometer faltas de ortogafía y el sentido del humor como herramienta para quitarle trascendencia a las cosas". "Es una mujer muy moderna y muy cosmopolita, que fue libre cuando pocas mujeres lo eran, y quiso abrirnos su casa y su archivo. Ha ayudado todo lo que ha podido y más", añade Torrente ante la mirada de Suberviola, que añade: "Los recuerdos no le asustan, aunque les tiene respeto. Su vida en sí misma es ya una buena historia".

De la hija del autor de El maestro Juan Martínez que estaba allí, La agonía de Francia, Juan Belmote, matador de toros o A sangre y fuego, de su archivo fotográfico familiar paciente y laboriosamente reunido durante toda una vida, junto con muchas cartas personales escritas por su padre, procede la mayoría del material del filme, que tiene una duración de 30 minutos. Tras su estreno en Sevilla, ambos preparan ya su recorrido por festivales especializados en cortometrajes y cine documental, a la vez que esperan que se pueda ver en algún momento "en la televisión pública" y por encima de todo poder ampliar los testimonios y las fuentes del filme, que sería así un anticipo, la tarjeta de presentación de un trabajo mucho más ambicioso.

Por lo pronto, no obstante, Suberviola presume de que El hombre que estaba allí cuenta con "las únicas imágenes que existen en movimiento" de Chaves Nogales. Las encontró Torrente después de pasar meses buscando grabaciones en filmotecas y archivos de instituciones, acompañado de una lista con las fechas de sus artículos publicados en la prensa de la época. "Entre 1920 y 1936 estuvo en los acontecimientos más importantes del país. Así que nos dijimos: seguro que aparece, no en el centro, pero sí alrededor, porque ése era su trabajo", explica. Finalmente hubo suerte en la Fundación Niceto Alcalá-Zamora. En esos fotogramas, un minuto de metraje, Chaves Nogales aparece aplaudiendo mientras el político cordobés, recién elegido primer presidente de la Segunda República, saluda al público congregado en las escaleras del Congreso. El periodista estaba allí trabajando, casi confundido entre la gente, a punto de quedar fuera de plano, observando para luego contarlo, pero él es ahí, en ese preciso instante, dice Torrente, "también un ciudadano, porque aplaude".

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