ROSS. Sagripanti. Gran Sinfónico 3 | Crítica
Dos miradas sobre la muerte
Festival de Sevilla
El Festival de Sevilla cerró este miércoles su vigésima edición con el pase de Riqueni, el esperanzado retrato de un genio que volvió del abismo para confirmar al mundo que su magisterio seguía intacto. Paco Bech, que ya había rodado un documental sobre otro músico, Silvio, en A la diestra del cielo, presenta ahora un proyecto al que ha dedicado 12 años de su vida: lo que iba a ser la crónica de las sesiones de grabación de un disco, interrumpidas por la adicción y el trastorno del guitarrista, acabó siendo el arduo viaje de un hombre que logra vencer a sus demonios y conquistar la serenidad. "Es una historia de superación que demuestra que no todo está perdido. Ese es el mensaje que queremos transmitir a los espectadores", dice Bech, que también vivió su propia travesía y de mero observador pasó a convertirse en el mánager de Riqueni y una figura principal en su recuperación.
Bech se recuerda "ilusionado" cuando llegó a Madrid en 2011 para dejar constancia del regreso al estudio de grabación de Riqueni. "Existía un vacío enorme de un disco suyo, desde mediados de los 90 no había publicado nada. Hablamos de alguien que tiene posiblemente la mejor discografía de flamenco, que en su primera etapa encadenó una obra maestra tras otra. Cuando me enteré de que había compuesto un disco nuevo dedicado al Parque de María Luisa creí ingenuamente, como digo en el documental, que Rafael estaba mejor. Y me metí de cabeza en el asunto cuando empecé a escuchar la música, que me dejó fascinado. Yo nunca había oído nada igual: no era flamenco, no era clásico, no era una fusión, era algo personal, podíamos denominarlo género Riqueni. Eso había que grabarlo como fuera".
Aparte del deslumbramiento por "esa obra descomunal", Bech no pudo desvincularse de aquel hombre en el que advertía "un deseo real de salir de esa espiral en la que llevaba tanto tiempo. A pesar de lo difícil que ha sido, él siempre quiso. Yo iba tirando de él, buscando los medios para que aquello funcionara, pero fue un trabajo de equipo", rememora el director, que en alguna ocasión define como a un niño al protagonista de su filme. "Cuando empezamos en 2011 Joaquín San Juan [de la academia de baile de Amor de Dios, en Madrid] me habló de ese aspecto infantil en su carácter, pero con el tiempo, especialmente en los últimos años, yo fui viendo esa cualidad. Mi teoría es que el artista parte de ahí, que si esa personalidad pueril se pudiese corregir te cargabas al artista. Creo que esa sensibilidad alejada del mundo adulto le permite ser tan creativo", sostiene Bech.
Riqueni dejó de ser así el making of de un disco que debió postergarse y se abrió "a otra historia, a la vida". En el retiro del guitarrista en Cortegana, un paisaje en el que el músico empezó a superar sus problemas y a reconciliarse consigo mismo, Bech intuyó "que el documental sería mucho mejor", dice sobre un largometraje que reserva un buen puñado de momentos emocionantes.
Como el retorno de Riqueni en la Bienal de 2014 con la interpretación de Amarguras, que no dejó un lagrimal seco en todo el patio de butacas del Lope de Vega. "Aunque él hubiese estado apartado, los amantes de la guitarra siempre tuvieron presente la figura de Riqueni, y los fans estaban pendientes por si algún día se producía ese regreso", apunta Bech sobre esa actuación. Otra escena conmovedora transcurre en la cárcel, donde el tocaor cumple pena por un episodio de la etapa más oscura de su enfermedad, y Estrella Morente ofrece con él un recital que devuelve la esperanza, y la fe en la belleza, a los presos. "Estrella", expone el director, "había heredado de su padre la fascinación por Riqueni. El concierto era también una forma de crear una imagen positiva alrededor de Rafael, que le ayudaría a conseguirle pronto el tercer grado", señala sobre una experiencia que recoge ahora el disco Estrella & Rafael.
Riqueni cuenta cómo, pese a la estabilidad que consigue el guitarrista y a las interpretaciones prodigiosas con las que deleita al público, o las reseñas entusiastas que acogen Parque de María Luisa como una obra maestra absoluta, los programadores se resisten a invitarlo a los teatros y a los festivales. "En todos estos años tuvimos que ganarnos esa confianza. Creo que en 2020 lo logramos plenamente en el circuito flamenco. Y es algo en lo que debemos continuar, porque Rafael es muy valorado por la crítica, por los artistas, por los que entienden, pero un genio como él debería ser más conocido más allá de eso. Ojalá este documental contribuya a que su trabajo tenga más repercusión".
Sus actuaciones en el extranjero, en solitario o acompañado de Rocío Molina, a la que le dice que "nadie le ha dado tanto en el escenario como ella", confirman que la conmoción que provoca Riqueni con su guitarra no entiende de fronteras. Bech lo suscribe: "Hay un componente melódico en su música que siempre provoca un impacto emocional. Los espectadores que lo descubren se quedan maravillados. Transmite un sentimiento puro, quizás porque no busca lucirse, porque en él todas las notas tienen un sentido".
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