Lecciones de vida y resiliencia en Ulán Bator
Si yo pudiera hibernar (hasta que todo pase) | Crítica
La ficha
*** 'Si yo pudiera hibernar (hasta que todo pase)'. Drama, Mongolia-Suiza-Francia, 2024, 98 min. Dirección y guion: Zoljargal Purevdash. Fotografía: Davaanyam Delgerjargal. Música: Johanni Curtet. Intérpretes: Battsooj Uurtsaikh, Tuguldur Batsaikhan, Nominjiguur Tsend, Batmandakh Batchuluun.
El poco cine que nos ha llegado desde Mongolia (El perro mongol, La boda de Tuya, Sueños del desierto, La historia del camello que llora, Urga, Taiga, la mismísima Derzu Uzala de Kurosawa), casi siempre vía China o Rusia, suele centrarse en el ámbito rural con cierto aire documental y voluntad etnográfica y pedagógica sobre los modos de vida, tradiciones, leyendas y costumbres de sus comunidades nómadas.
Si yo pudiera hibernar nos trae empero un retrato urbano y contemporáneo de la vida de una familia humilde y sin padre que sobrevive en su tienda en un barrio prefabricado de las afueras de Ulán Bator gracias a los trabajos precarios de una madre que recibe también ayudas sociales o de su familia para poder sacar adelante a sus cuatro hijos.
Ulzii es el mayor de todos ellos y el protagonista de este filme de Zoljargal Purevdash que logró competir en Un certain regard de Cannes: un adolescente con buenas aptitudes para el estudio pero que se ve pronto acuciado por las carencias y la necesidad de cuidar, alimentar y calentar a sus hermanos una vez que la madre, con quien no tiene una buena relación, se ha vuelto al campo incapaz de adaptarse a la vida urbana y a sus penurias laborales.
Si yo pudiera hibernar se articula como un relato de resiliencia y perspectiva moral focalizado desde ese joven que aprende y madura a golpes de realidad en un entorno hostil, frío y precario (aunque no marginalizado) en el que termina siendo más urgente salir a robar leña para calentar la casa que acudir a las clases o a los campeonatos de Física que le proporcionen una beca para continuar con sus estudios. Es también una historia clásica de lucha por la dignidad y toma de conciencia de clase; finalmente, un relato de reconciliación con una madre a la que no se ha sabido querer y agradecer como corresponde.
Sus formas son más bien convencionales y erráticas y buscan un cierto equilibrio entre la mirada al exterior y las emociones atenazadas. Su tono es también cambiante, de un primer tramo de apuntes costumbristas y cierta ligereza, a una paulatina deriva hacia lo dramático siempre en busca de una salida y una moraleja conciliadoras.
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