La jaula de los groseros
Suegros de alquiler | Crítica
La ficha
** Suegros de alquiler. Comedia, Francia, 2023, 88 min. Dirección: Philippe Lacheau. Guion: Julien Arruti, Pierre Dudan, Philippe Lacheau, Pierre Lacheau. Música: Maxime Desprez, Michaël Tordjman. Fotografía: Pierric Gantelmi d'Ille. Intérpretes: Philippe Lacheau, Élodie Fontan, Tarek Boudali, Julien Arruti, Nathalie Baye, Didier Bourdon, Arielle Dombasle, Gérard Jugnot, Georges Corraface, Catherine Benguigui, Philippe Duquesne, Reem Kherici.
Al actor y director Philippe Lacheau -en colaboración con Nicolas Benamou- le fue bien con Babysitting (titulada en España Se nos fue de las manos) en 2014 y rodó Babysitting 2 en 2015. Le fue bien con Alibi.com (en España se añadió al título Agencia de engaños) en 2016 y ahora rueda Alibi.com 2 (en España Suegros de alquiler. Agencia de engaños 2.0). Ya lo decía Woody Allen: si la cosa funciona…
La primera se centraba en la agencia Alibi con la que, como su nombre indica (en francés significa coartada), Greg (interpretado por el propio Lacheau) y sus compinches se dedicaban a crear todo tipo de coartadas para encubrir a sus clientes hasta que Flo (Élodie Fontan), y con ella el amor, se cruzaba en su vida. El problema era que Flo odiaba, más que nada, la mentira. En esta secuela el amor ha triunfado y Flo y Greg -siempre interpretados por Laceau y Fontan- son felices porque él ha cerrado la agencia de coartadas que tanto irritaba a la enemiga de las mentiras. Tanto ha triunfado el amor que van a casarse y Greg debe presentarle su poco presentable familia. Lo que le obligará a reabrir su agencia para buscarse unos padres falsos.
Sí, ya lo sé, la cosa recuerda demasiado a comedia teatral La jaula de las locas de Jean Poiret que estuvo 15 años en cartel en París, interpretada por Michel Serrault y el propio Poiret, y fue llevada al cine en 1978 por Eduard Molinaro con Serrault y Ugo Tognazzi, y en 1996 por Mike Nichols con Robin Williams y Nathan Lane, además de ser adaptada en 1983 a musical por el gran Jerry Herman. En ella un chico ha de hacer pasar por heteros a sus padres gay para presentárselos a los conservadores padres de su novia. Aquí -pasando de las locas a los impresentables y de la comedia inteligente al humor burdo- el problema es que el padre es un ladrón y la madre una ex actriz porno, lo que obliga al novio, siendo imposible disfrazarlos o reconvertirlos, a inventarse otros. Lacheau opta por el camino fácil del humor grosero, el brochazo grueso y la sucesión de gags disparatados que no siempre tienen gracia. En Francia ha triunfado. Lo siento, Rick, ya no nos queda París.
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