Artes escénicas

'Bar/Goma/Bar': charlas en las que asoma la vida

Julia Moyano, Juan Luis Matilla y Pedro Rojas-Ogáyar, en una fotografía promocional de ‘Bar/Goma/Bar’.

Julia Moyano, Juan Luis Matilla y Pedro Rojas-Ogáyar, en una fotografía promocional de ‘Bar/Goma/Bar’. / Pablo Porlán

En el camino a los ensayos de su anterior espectáculo, San Vito, los integrantes de Teatro Anatómico solían pasar por el Bar Goma y observaban con curiosidad ese establecimiento situado frente al Cementerio de San Fernando, conscientes –como comprobarían más tarde, por los testimonios del propietario– de que en aquel local también próximo al Hospital San Lázaro y al tanatorio los asistentes celebraban la vida pese a todo, intentaban aplacar los sinsabores del duelo con el alivio de una cerveza o la distracción de una charla.

Quizás porque aquel lugar les interpelaba –el músico Pedro Rojas-Ogáyar había perdido a su padre poco antes–, la compañía sintió que ahí se prendía la chispa de su nuevo montaje, Bar/Goma/Bar, una pieza que se estrena este fin de semana en la sala B del Teatro Central y con la que al equipo de San Vito –que conformaban junto a Rojas-Ogáyar la directora escénica y dramaturga Ana Sánchez Acevedo y el bailarín Juan Luis Matilla– se suma ahora la actriz Julia Moyano.

Pocas similitudes comparte este Bar/Goma/Bar con la obra que le precede, más allá de que ambas propuestas surgen de la investigación y el cruce bastardo y estimulante de diferentes disciplinas. “San Vito partía de la idea de una danza amplificada al máximo, ejecutada hasta el agotamiento, y aquí el elemento dancístico está reducido al mínimo, la coreografía se centra más en el movimiento que en escenas ante las que el público diga: Mira cómo bailan”, adelanta Sánchez Acevedo sobre un espectáculo que reflexiona sobre “los hitos que dan sentido a lo que somos” y “ese hito de la muerte como un sitio del que hablamos con frecuencia de manera indirecta”.

En la búsqueda que ha llevado a cabo, Teatro Anatómico toma como referente al polaco Tadeusz Kantor, una figura que Sánchez Acevedo explica en un curso de la Universidad, y su Teatro de la Muerte, “que en realidad”, matiza la profesora, “tiene más que ver con las operaciones de la memoria que con la muerte. Como hace en La clase muerta [una de sus obras emblemáticas], donde él superpone sus recuerdos de niño en un aula vacía. Ese espacio entre memorialístico y onírico de Kantor es lo que nos interesa”, analiza la directora sobre un proyecto que, en lo formal, sigue otra estela, la del cine mumblecore que dio a conocer a realizadores como Lynn Shelton y los hermanos Duplass, ese tono naturalista donde los diálogos cotidianos van alumbrando las relaciones personales. Bar/Goma/Bar se plantea como una larga conversación murmurada, una catarsis en la que sus intérpretes comparten sus evocaciones y vivencias. “Hablan de las cosas que les han pasado”, indica la directora y dramaturga, “y hemos incorporado eso procurando que no sonara frívolo ni grandilocuente”.

Sánchez Acevedo tenía en Bar/Goma/Bar el reto de orquestar un elenco “raro”, acompasar “tres trayectorias y formaciones tan distintas” en esa intimidad que se despliega ante los espectadores. Rojas-Ogáyar, director musical de la propuesta, “está en escena tocando pero no hace ya de músico únicamente, sino que participa también con la palabra. Ha sido muy valiente porque no había hecho antes algo así. Juanlu [Matilla] es más conocido como bailarín, pero tiene una formación teatral muy sólida, y eso se nota. Julia ha ofrecido su sabiduría como actriz. Cada uno ha aportado lo que es, el texto ha salido de las conversaciones que teníamos, de lo que ellos proponían. En realidad San Vito y esta obra, aunque parezcan distintas, proceden de lo mismo: de muchos ensayos, del trabajo compartido”, cuenta la autora sobre el proceso creativo.

“Nos gusta divertirnos, hacernos preguntas, jugar”, reivindican desde Teatro Anatómico

Bar/Goma/Bar, que ha involucrado a otros profesionales como Merche Debaga en el vestuario, Pablo Pujol en la dirección técnica, Javier Mora en el sonido y Benito Jiménez en la iluminación, transcurre con una música “incidental, un simple acorde que sirve como núcleo y se expande en todas las direcciones”, asegura Rojas-Ogáyar, que no expresa temor alguno por su conversión en actor. “Al fin y al cabo, esta obra me permite seguir con mi máxima como artista: crear desde la experimentación, en contacto con otras disciplinas”, dice el jiennense.

San Vito, que triunfó en los últimos premios de la PAD con varios galardones, fue la primera y feliz aventura de una compañía dispuesta a reinventarse en cada proyecto, algo que han hecho en Bar/Goma/Bar. “Nos resistimos a la etiqueta de danza-teatro, aunque esa libertad sea complicada a la hora de la distribución. Nos gusta divertirnos, plantearnos preguntas, investigar. Y queremos seguir jugando con cada obra que hagamos”.

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